“Amo mi vida anterior”

Panorama nacional

La relación homenajea una vieja amistad. Lo compartido por Mauricio Macri y Donald Trump en el mundo de los negocios, décadas atrás, representa por el momento el principal activo en esta etapa de las relaciones con los EE. UU. Para la mirada más bien plana del presidente norteamericano, Argentina podría verse reducida eventualmente a la estatura de Macri. No sería auspicioso que se limite a eso.

Trump acaba de cumplir 100 días en el poder y ha debido transitar por un duro aprendizaje. Sus declaraciones a la agencia Reuters publicadas ayer revelan a un hombre desconcertado por un universo desconocido en el que hasta ahora sólo cosechó derrotas. Su imagen pública se ha desmoronado. Con una agenda trunca y que ya no está en sus manos, la suerte de su presidencia no depende, como suponía, sólo de él. “Amo mi vida anterior”, confesó. Macri pertenece a aquella etapa.

Para Trump, la confianza en Macri tal vez represente una inesperada vía rápida para el abordaje de una región también desconocida y que está lejos de sus prioridades. Obama avanzó en los últimos años de su mandato en el deshielo de medio siglo con Cuba. Pero América latina ha sido desatendida por los Estados Unidos en los años de hegemonía de los populismos. De igual manera no tuvo ningún peso en la agenda de campaña de Trump por fuera de las extravagancias relacionadas con México. El factor más importante hoy para Washington en la región es la deriva de la crisis en Venezuela, cuyo frente Trump parece haber confiado a la diplomacia Argentina.

No es la primera vez que Estados Unidos busca compromisos de esta naturaleza en favor de la estabilidad de la región. George W. Bush lo exploró con Kirchner y Lula durante la progresiva radicalización del régimen de Chávez. Argentina y Brasil actuaban entonces como “contención” de los desbordes del bolivariano. Kirchner volvió a entusiasmarse con esa idea en el sillón de la Unasur. Desde allí advirtió a Chávez sobre los problemas desabastecimiento e inflación que ya acechaban a Caracas. Otro imprevisible, la muerte nos privó de conocer si Kirchner había iniciado un giro.

Macri trabaja en una dirección que entusiasma a Washington. La Argentina acompañó, un día antes del encuentro en la Casa Blanca, la convocatoria a una reunión extraordinaria de la OEA con la intención de elevar la presión internacional sobre el régimen de Maduro. La iniciativa fue consensuada con Estados Unidos, Brasil y México. La canciller Susana Malcorra había hablado una semana antes con el papa sobre los peligros que el conflicto en Venezuela implican para la región. Francisco le transmitió una impresión de fuerte desánimo ante un escenario donde ninguna empresa prospera. Incluso, la suya misma. Venezuela, en efecto, anunció el jueves que ha decidido abandonar la organización hemisférica. La presión condujo al aislamiento.

Uno de los principios del gobierno desde la llegada de Trump dice que la solución a un mundo con una economía ralentizada no pasa por cerrarse. Macri ofreció fuertes ventajas a la industria petrolera en Houston y ha conseguido interesar al proteccionista Trump en la necesidad de expandir la agenda comercial y de inversiones. Trump pidió a sus colaboradores que despejaran los obstáculos para garantizar ese proceso. Se verá con qué resultados. No es un dato menor el respaldo a la organización en Buenos Aires de la reunión de ministros de la Organización Mundial de Comercio, a finales de año, y de la cumbre del G-20, el año próximo. Macri pondrá a prueba su parte en esta sociedad cuando el norteamericano salga a recoger apoyo para su agenda global. Ya hubo un anticipo: “El me hablará de limones y yo de Corea del Norte”. ¿Habló Trump del régimen de Pyongyang?

La agenda internacional de Macri sigue el mes que viene en China, donde se reunirá con Xi Jinping. El gobierno dice tener avanzado el resultado de un estudio ambiental sobre las represas en Santa Cruz. El volumen de los negocios en carpeta con China es de más u$s 20.000 millones. Se descuenta la inquietud en los Estados Unidos. Pero nadie dice que se haya mencionado nada de eso.

La imagen de Trump se desmoronó y una agenda trunca ya no está sólo en sus manos. “Amo mi vida anterior”, dijo. Macri pertenece a aquella etapa.

Macri se pondrá a prueba cuando Trump salga a recoger apoyo para su agenda global. Ya lo ha anticipado: “Él me hablará de limones y yo de Corea del Norte”.

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La imagen de Trump se desmoronó y una agenda trunca ya no está sólo en sus manos. “Amo mi vida anterior”, dijo. Macri pertenece a aquella etapa.
Macri se pondrá a prueba cuando Trump salga a recoger apoyo para su agenda global. Ya lo ha anticipado: “Él me hablará de limones y yo de Corea del Norte”.

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