El petróleo, cuándo no

Costa Rica y Nicaragua, los “hermanos siameses” como los llaman sus mismos líderes políticos, se trenzaron esta semana en la Corte de la Haya en un rudo pleito legal por la delimitación de sus fronteras marítimas, luego de más de 40 años sin encontrar un acuerdo.

La disputa es una más de las que han caracterizado las relaciones bilaterales desde que ambos estados se convirtieron en repúblicas independientes en 1821.

Pero, además de las diferencias habituales de una relación que se puede considerar de amor y odio, ¿qué hay detrás de los pleitos legales, algunos de los cuales derivaron en el pasado en ácidas guerras verbales entre sus mandatarios?

Una posible explicación afloró en las actuales audiencias ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que concluyen el 13 de julio: ¿será el petróleo el extraño objeto del deseo?

La respuesta parece estar a la vista: según el diario costarricense “La Nación”, en la escaramuza legalista ante el tribunal ha quedado patente la existencia de 37 bloques, 25 en el mar Caribe y 12 en el océano Pacífico, considerados por expertos de los dos países como importantes yacimientos petrolíferos. Analistas como el académico costarricense Carlos Sandoval consideran que aunque ninguno de los dos países lo diga abiertamente, los pretextos para no alcanzar acuerdos limítrofes sostenidos y confiables entrañan intereses muy profundos. Y el petróleo parece ser uno de ellos.

“Es seguro que si hay indicios de petróleo en ambos mares el tema de los límites cobra otro matiz. Pero también esto sirve a ambos países para obtener réditos políticos y de popularidad. Es un tema de nunca acabar”, observa Sandoval.

Pese a que se mantiene una moratoria en torno a la exploración petrolera como parte de su política ambiental, las pretensiones de Costa Rica sobre las fronteras marítimas con Nicaragua dejarían en su jurisdicción estos 37 bloques, en una zona que además es rica en pesca.

Con el proyecto de construir un canal interoceánico en Nicaragua, impulsado por el gobierno del presidente Daniel Ortega y cuya inversión superaría los 30.000 millones de dólares, quedaron bajo tierra las tesis de que los añejos desacuerdos limítrofes tenían fundamentalmente como trasfondo intereses locales y externos por una vía acuática que le hiciera competencia al Canal de Panamá.

Costa Rica y Nicaragua, que en el presente siglo han estado enfrentados en los banquillos de la Haya en tres ocasiones –y aún quedan pendientes otras diferencias– fueron esta vez al tribunal a petición del gobierno de Costa Rica, que en el 2014 decidió llevar a su vecina a La Haya después de que este país publicara un mapa con bloques petroleros. Éstos, a juicio de San José, están en su territorio.

En el contexto del pleito, que además incluye las diferencias por un tramo de 140 kilómetros del río San Juan, la frontera natural de ambos países, Nicaragua pide a la Corte dejar fuera de los puntos de trazado la península de Nicoya, un brazo o protuberancia en forma de pata de gallo de 1.070 kilómetros cuadrados donde se alojan importantes comunidades costarricenses.

Las áreas marítimas en el Pacífico que Costa Rica considera suyas cubren un área de unos 130.700 kilómetros cuadrados y dejan 72.100 a su vecina.

“Nicaragua pretende ignorar la realidad geográfica a la hora de fijar límites”, dijo, durante los alegatos, Sergio Ugalde, uno de los integrantes del equipo jurídico costarricense, que calificó como “cuentos de hadas” las argumentaciones de su vecino para justificar sus pretensiones fronterizas.

El pleito en la Haya también incluye un reclamo de Costa Rica por la presencia de un campamento militar en un desolado y agreste playón de isla Portillos, un diminuto enclave sobre el cual la Corte otorgó soberanía a San José en el 2015 después de un juicio que Costa Rica elevó contra su vecina por haber invadido ese territorio en octubre de 2010.

Costa Rica dice que es caso juzgado y rechaza las pretensiones de Nicaragua de abrir discusiones sobre ese lugar para definir los trazos para establecer la frontera marítima en el Caribe, donde precisamente se encuentra la mayoría de los bloques petroleros.

Costa Rica y Nicaragua son naciones con lazos inseparables. A raíz de las crisis políticas y económicas que golpearon en el pasado a la vecina nación, al menos medio millón de nicaragüenses emigraron a territorio costarricense en busca de trabajo. Y miles de ellos echaron raíces y formaron familias mixtas. El comercio entre las dos naciones es vigoroso, inversiones van y vienen. Sin embargo, las fronteras siguen siendo la gran manzana de la discordia. (DPA)

Aunque ni Costa Rica ni Nicaragua lo digan abiertamente, los pretextos para no alcanzar acuerdos limítrofes entrañan intereses profundos.

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Aunque ni Costa Rica ni Nicaragua lo digan abiertamente, los pretextos para no alcanzar acuerdos limítrofes entrañan intereses profundos.

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