La plata es cosa de chicos

Mirando al sur

El 2017 arrancó con varias novedades en el sector bancario, y no sólo por el aumento de las comisiones aplicables a distintos servicios. Una de las más llamativas es que cualquier entidad pública o privada podrá crear cajas de ahorro para menores de 18 años con tarjeta de débito a su nombre, a través de la cual podrán extraer efectivo en cajeros automáticos, abonar compras en comercios o realizar transferencias y pagos por medios electrónicos como homebanking o aplicaciones para teléfonos celulares (smartphones) de manera gratuita.

Un dato importante es que el titular de la caja de ahorro será el padre, la madre o un representante legal del menor. En cada caso, podrán fijarle un límite diario máximo de débitos en una o más transacciones. Incluso, cualquier otro adulto podrá ser titular de esta cuenta, siempre que sea autorizado por aquellos responsables.

La creación de las nuevas cuentas de ahorro y pago para adolescentes fue aprobada por el directorio del Banco Central en el 2016 y está operativa desde comienzos de este mes. En su comunicación oficial, la institución explicó que tienen el objeto de “facilitar sus operaciones económicas cotidianas, estimular la educación financiera de los jóvenes y fomentar la bancarización a través del uso de los medios electrónicos de pago”.

También podrán operar cuentas de ahorro en Unidades de Valor Adquisitivo (UVA) actualizables por CER (equivalente al índice de precios al consumidor del Indec) o Unidades de Vivienda (UVI) ajustables por el índice de costo de la construcción (ICC), “a fin de poner a disposición de los menores un instrumento de ahorro de largo plazo”. Una vez que el menor autorizado cumpla 18 años de edad, la caja de ahorro podrá convertirse en una cuenta convencional cuyo titular podrá ser él mismo, sus representantes o ambos.

A primera vista, podría decirse que estas cuentas constituyen una variante tecnológicamente actualizada de las antiguas libretas de la Caja Nacional de Ahorro Postal, que buscaron fomentar el hábito de ahorrar desde la escuela primaria a varias generaciones de argentinos que hoy peinan canas o ya no tienen qué peinarse.

Sin embargo, la realidad económica del país en las últimas siete décadas hizo trizas el eslogan “Infancia previsora, vejez tranquila” incluido en aquellas libretas de color ocre, donde los alumnos podían pegar en el aula estampillas equivalentes al valor en centavos de unos pocos caramelos, y, al completar cada hoja, la entidad las reconocía como ahorros en pesos con una tasa de interés más bien simbólica.

Es cierto que, por definición, ahorrar significa postergar consumos presentes a cambio de disponer de un mayor capital a futuro. Pero también lo es que, con el correr de los años, la endémica inflación argentina hizo que el peso, moneda nacional de entonces, perdiera nada menos que trece ceros a través de sucesivos cambios de signo monetario y que aquellos teóricos ahorros infantiles equivalgan hoy a una billonésima parte de su valor original. De ahí fue surgiendo el hábito de atesorar dólares para preservar, con altibajos, el poder adquisitivo de los ahorros. Y también el de esconderlos aquí o depositarlos en el exterior para eludir medidas confiscatorias de distintos gobiernos, como acaban de demostrarlo los casi u$s 100.000 millones declarados hasta ahora en el blanqueo que vence a fin de marzo. El único resarcimiento que podrían obtener quienes conservaron sus ajadas libretas de ahorro postal es venderlas como reliquias por internet: en Mercado Libre se ofrecen actualmente a precios que van de $ 50 a $ 1.300 según su fecha de emisión y cantidad de estampillas.

A pesar de los plausibles objetivos señalados por el BCRA, las nuevas cuentas para chicos y jóvenes difícilmente estimulen el ahorro, sino una mejor administración de sus gastos de consumo, cualquiera sea el importe que depositen sus padres. Por lo general no disponen de ingresos propios y las cajas de ahorro bancarias pagan un ínfimo interés, que hoy no alcanzaría siquiera para comprar un caramelo. La única excepción sería que los adultos, como titulares de esas cuentas, decidan constituirles depósitos indexados por IPC o ICC con montos a partir de $ 1.000 para preservar su valor en términos reales (en ciertos casos, más un interés de 1% anual), para lo cual deben permanecer inmovilizados por un plazo mínimo de 180 días. Estos fondos son utilizados por las entidades financieras para el otorgamiento de préstamos hipotecarios con la misma cláusula de ajuste en UVA o UVI.

La nueva operatoria permitiría, en cambio, que el padre o la madre establezca una asignación semanal o mensual para sus hijos, para que éstos se acostumbren a gastarlos sin necesidad –o riesgo– de manejarse con efectivo. Inclusive, con algo más de seguridad si extraen ese dinero de los cajeros automáticos, ya que muchos bancos cuentan con un seguro contra robo sujeto a ciertos límites.

Sin embargo, el problema de fondo es que mientras la Argentina mantenga una inflación de dos dígitos anuales como ocurrió en los últimos diez años, podrá avanzar en la bancarización de los más jóvenes, pero éstos tendrán más propensión al consumo que al ahorro. No por casualidad el sistema bancario local es uno de los más pequeños del mundo, con depósitos equivalentes al 12% del PBI. La “educación financiera” tampoco sustituye la necesidad de bajar la inflación para defender el poder adquisitivo del peso, por más que en el último año las tasas de interés hayan sido positivas en términos reales y también le hayan ganado la carrera al dólar. En buena medida, esto realimenta la clásica “bicicleta” tasas-dólar en función de las experiencias del pasado.

Mientras tanto, el BCRA también transformó en operativos los nuevos medios de pago electrónico aprobados meses atrás para reemplazar el uso de efectivo. Entre ellos se incluye el uso de “dongles” para que monotributistas y pequeños comercios o microempresas puedan cobrar servicios y productos con tarjeta de débito. Estos dispositivos de seguridad se conectan a un teléfono celular y funcionan como un POS móvil, que valida las tarjetas para activar transferencias electrónicas inmediatas, sin costo para el que paga ni retenciones a cuenta para el que cobra. Además, los bancos podrán ofrecer la “billetera electrónica”, que permite transferencias inmediatas con una aplicación del celular y el “botón de pagos” para transferir fondos a través de internet. Si se trata de tecnología, muchos chicos tienen ventaja sobre sus padres.

Una vez que el menor cumpla 18 años, la caja de ahorro podrá convertirse en una cuenta convencional cuyo titular podrá ser él mismo, su representante o ambos.

El único resarcimiento que podrían obtener quienes conservaron sus ajadas libretas de ahorro es venderlas como reliquias: se ofrecen a precios que van de $ 50 a $ 1.300.

Datos

Una vez que el menor cumpla 18 años, la caja de ahorro podrá convertirse en una cuenta convencional cuyo titular podrá ser él mismo, su representante o ambos.
El único resarcimiento que podrían obtener quienes conservaron sus ajadas libretas de ahorro es venderlas como reliquias: se ofrecen a precios que van de $ 50 a $ 1.300.

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