Jacques Bedel: Tempestades en la catedral

“Deus ex Machina” es el nombre de la muestra de trece fotos que el artista y arquitecto argentino expone en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén. De visita en la ciudad, se entrevistó con “Río Negro” para hablar de esta serie que permanecía inédita.

Es nada. La sombra es nada”, dice Jacques Bedel, mientras despega una de sus fotos colgada de la pared blanca del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén. Revela un secreto que para el no es tal. “No hay secretos”, insiste. “Es solo una foto iluminada y un juego de sombras. Solo eso”. Pero no es sólo eso, es mucho más.

“Deus ex machina”, las trece fotos iglesias italianas que el reconocido artista argentino aporta a la primera Exposición de Arquitectos Artistas de Neuquén, que inauguró el jueves pasado y que puede visitarse en los próximos dos meses, es una serie inédita de trabajos, una composición fotográfica de templos católicos, tormentas y mares embravecidos que proponen circunstancias inquietantes. Dios o su enemigo número uno, no lo sabemos, pero es evidente que alguien perdió la paciencia en esos templos. El montaje propone una vista central del interior de ciertas iglesias italianas sumergidas en un mar tempestuoso y bajo un amenazante cielo cubierto de nubes. Los tres elementos fotográficos están impreso sobre un policarbonato transparente, y es cuando aparecen la luz y la sombra. Apenas despegadas de la pared, el juego de las luces generan sombras que dan tridimensionalidad a las imágenes.

Jacques Bedel (Buenos Aires, 1947) es arquitecto egresado en abril de 1972 de la Universidad de Buenos Aires. Pero antes de eso ya era un artista dedicado a la escultura, la pintura y el diseño. En casi cincuenta años, participó en 14 Bienales de Arte internacionales, en más de 400 exposiciones y recibió más de 40 premios nacionales e internacionales. En 1972 fue invitado a ser parte del Grupo CAYC, fundado por Jorge Glusberg, junto a artistas de renombre como Víctor Grippo, Clorindo Testa y Luis Fernando Benedit, entre otros.

Recién llegado a Neuquén, un día antes de la inauguración, Jacques Bedel se entrevistó con “Río Negro” mientras instalaba la muestra y buscaba las sombras.

P- En sus palabras, ¿cómo definiría la muestra?

R- En principio, la muestra tiene un carácter vinculado a la arquitectura dado que este ciclo convoca a arquitectos artistas. Las fotografías en sí marcan espacios sagrados, son catedrales e iglesias donde propongo una escenografía de tempestades. Lo que planteo es el contrapunto de una situación violenta en un espacio de meditación y recogimiento. Una especie de catástrofe interna. El título de esta muestra es “Deus ex Machina”, una expresión latina que se aplica en general al teatro y es un artilugio que se utiliza cuando en la escenografía hay un callejón sin salida, entonces aparece una divinidad y se arregla.

P- Viendo las imágenes, parece un Dios enojado…

R- Hay una situación de confusión, de algo que no encaja. Están tomadas de un punto de vista central, son especulares, a la misma distancia del eje.

P- ¿Las fotos fueron tomadas especialmente para este trabajo?

R- No, las tengo en un inmenso archivo que luego uso. Estoy sacando fotos todo el tiempo. Pero este trabajo de montaje lo comencé en 2009.

P- En este caso metió mano en ese archivo para romper con la paz de las iglesias…

R- Exacto. Tanto el agua como el aire dos cosas como inasibles. La parte de arriba donde está la nube es como un agujero en el techo del edificio.

P- ¿Es un momento particular lo que está ocurriendo en las imágenes? ¿Algo que usted imagina que está ocurriendo en esas iglesias?

R- No, lo dejo al criterio de cada observador.

P- Son inquietantes las imágenes.

R- Sí. Nos muestran que algo no encaja. El agua está puesta a la altura de la nariz. Está hecho como si yo me estuviera ahogando. No está por arriba el protagonista. No tienen horizonte las imágenes.

P- ¿Cómo están trabajadas las fotos?

R- Con Photoshop impresas sobre policarbonato transparente. Es un mosaico fotográfico para conseguir en este formato la definición que tienen. Está la toma central del eje y después tres o cuatro tomas para cada lado. Incluso hay fotos donde se ven personas en el fondo que estaban justo allí al momento de tomar la foto.

P- ¡Un feligrés atrapado en la tormenta!

R- ¡Claro! Si está al fondo queda tapado por la ola y si está en uno de los costados, está con la cabeza hacia arriba porque mira la edificación de la iglesia y da la sensación de escaparle al mar. El observador pasea con su mirada la obra y va descubriendo detalles de las fotos y las significaciones que adquieren en el contexto del montaje.

P- En cuanto a la propuesta visual, las sombras complementan la obra, leas dan un volumen y una proyección interesantes.

R- No hay ningún secreto en eso, es lo más simple que hay. Es una foto en transparencia iluminada y levemente separada de la pared. La idea es conseguir más con menos. Es nada, la sombra es nada.

P- Pero las sombras terminan de darle a las fotos tridimensionalidad que definen los trabajos.

R- Bueno, eso viene de mi formación como arquitecto y escultor en el modo de trabajar los espacios. Lo ideal es que la luz esté desplazada para que las sombras se desplacen y den la perspectiva correcta.

P- ¿Es un trabajo reciente?

R- El año que viene cumplo cincuenta años haciendo arte y mis primeros trabajos fueron con sombras. Eran esculturas móviles que proyectaba sus sombras sobre la pared. O sea que la sombra es una constante en mis trabajos. La sombra es extraordinaria, uno no se da cuenta de eso. El mundo no existiría no hubiera sombras, sería un mundo plano. La sombra no existe, no es tangible.

P- ¿Qué lugar ocupa la fotografía en su basta obra artística?

R- Al principio nada, pero me fui enganchando. Permite una redimensión de la imagen muy veloz y con muchas posibilidades. Es un medio que responde al tiempo que vivimos. Me divierte crear situaciones como las que propongo acá. Y tener un archivo. Por ejemplo, estas tormentas que usé están tomadas desde un avión a 10 mil metros, no están sacadas desde abajo. Cambia la luz y la sombra. Son fotos tomadas a la misma altura de la nube.

P- Esta convocatoria responde a arquitectos artistas, ¿qué le aportó el arquitecto al artista?

R- Siempre el mismo problema, el de crear algo. A mi el arte me da libertad. En cambio, como arquitecto uno hace lo que quiere el cliente y opinan todos. Tenés que lidiar hasta con los códigos de edificación. Haciendo arte no hay nada de eso.

P- No todos los artistas son arquitectos, ¿qué hay en sus obras que lo identifiquen como arquitecto?

R- Yo no tengo formación artística, mi formación es como arquitecto. El arte no se aprende, sí determinadas técnicas, pero no el arte como tal. Yo estoy en contra del tipo que va a aprender al taller de fulano. Ser artista es procesar toda la información que uno recibe.

Alguien perdió la paciencia en esos templos, sí. Pero ¿y si no se trata de un Dios impaciente y enojado ni del Mal pateando tableros en la casa de Dios? ¿Y si en vez de ellos se trata del artista? “Fui creyente durante cincuenta años hasta que tuve una contraepifanía y me convertí en ateo. Y ahora estoy mucho más complicado que antes” confiesa Bedel. ¿Por qué? “El ateo no tiene las expoliaciones tranquilas, serenas, calmas del creyente con su religión. Si no tenés religión estás frito”.

“Lo que planteo es el contrapunto de una situación violenta en un espacio de meditación. Una especie de catástrofe interna”,

explica Jacques Bedel sobre la serie de fotos incluidas en “Deus ex Machina”.

“Arquitectos artistas”

en tres museos

La muestra “Arquitectos artistas”, inaugurada el jueves pasado, se desarrolla en el Circuito Expositivo de la ciudad de Neuquén, conformado por el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Gregorio Álvarez y la sala Saraco. Exponen arquitectos de la región y de Buenos Aires. Entrada libre.

“El observador recorre la obra con su mirada y va descubriendo detalles de las fotos y las significaciones que adquieren allí”,

avisa el artista acerca de las tomas fotográficas y sus protagonistas inesperados.

Datos

“Lo que planteo es el contrapunto de una situación violenta en un espacio de meditación. Una especie de catástrofe interna”,
“El observador recorre la obra con su mirada y va descubriendo detalles de las fotos y las significaciones que adquieren allí”,

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