Luis Scafati: dibujar es humano

El genial ilustrador estará en Roca desde mañana para dar un seminario en el IUPA. En una entrevista con “Río Negro”, habló del dibujo en tiempos de la fotografía y del consumo voraz de la imagen. Y sostiene: “El dibujo es una manera de ver”.

Luis Scafati (Mendoza, 1947) es un dibujante e ilustrador argentino que comenzó a dibujar en la niñez. Las historietas fueron su principal fuente de aprendizaje. Estudió en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Cuyo y desde muy joven publicó sus trabajos en las revistas Humor, Tía Vicenta, Noticias, El Periodista, Péndulo, los diarios Clarín, Sur, El País de Uruguay, ADN el suplemento cultural de La Nación, entre otros.

Scafati, así firma, experimenta con el dibujo en diversas variantes, el humor gráfico y el cómic tiñen su imagen, desarrollando un estilo ecléctico donde confluyen la tinta, el lápiz, carbón, acuarela, témpera, pastel. Incursionó en el grabado, hace serigrafía, aguafuerte y litografía. Ha ilustrado textos literarios y sus obras fueron expuestas en Barcelona, Frankfurt y Madrid; integran colecciones de importantes museos, entre ellos, el Sívori, Nacional de Bellas Artes y de Arte Contemporáneo de Argentina; la House of Humour and Satire de Bulgaria; Collection of Cartoon de Suiza y la Universidad de Essex en Inglaterra; y se publicaron en Buenos Aires, Mendoza, Rosario, Córdoba, Barcelona, Frankfurt, Madrid, Corea, Francia, República Checa, Inglaterra, Grecia, Italia, Turquía y México.

En los últimos años incursionó en la escultura, realizando tallas en madera y terracotas policromadas. Casado con la artista plástica Marta Vicente, tienen tres hijos, actualmente vive y trabaja en Caballito, donde dialogó con “Río Negro”, con largas escapadas a un lugar cercano a la cordillera de los Andes.

Sostiene Scafati: “Fellini dijo en un momento que sentía su cine ‘demoroso’ para el espectador común, comparado con lo que ya veía en televisión, que era mucho más rápido… Yo siento que hoy estamos en una época vertiginosa, donde todo ocurre con una rapidez cada vez mayor, haciendo perder la posibilidad de estar presente en la situación”. Comienza a desarrollar Luis su mirada, y dice: “Veo que hay mucha ausencia, todo es demasiado rápido, efímero y superficial”.

P- El dibujo, concretamente, necesita tiempo de elaboración, pero también de observación.

R- Dibujar una imagen quieta, requiere una concentración particular del que observa, Es casi como visitar un museo donde podés pararte ante una obra, de acuerdo a tu necesidad interna. Lo mismo pasaba cuando leía historietas y me detenía en un cuadrito, seguía y volvía a él, eso que hoy te dan masticado en el cine con un flashback (vuelta repentina y rápida al pasado) y tu presencia pareciera hasta no ser esencial.

P- ¿Cómo se compite contra esta imposición desde tu lugar de dibujante?

R- Dibujar es un requerimiento básico del ser humano, yo lo veo, es algo que produce placer. Si bien hay cosas que pasan de largo y nos hacen bien, como una mañana de sol, contemplar un árbol, caminar, la necesidad humana de la imagen está profundamente arraigada. No sabría decir por qué, pero está y hoy se manifiesta en la fotografía. No es casual que los celulares tengan cámara incorporada, para dejar constancia de mirar. El dibujo, lo digo y lo subrayo, es una manera de ver…

Los chinos dicen que para dibujar hacen falta tres cosas, la mano, la mirada y el corazón; sin una de ellas, no funciona. Es tal cual, las tres son esenciales para ver. Cuando uno dibuja, está indagando, reflexionando sobre lo que se tiene enfrente. Esa necesidad, hoy, casi la reemplazamos con la foto. Pero no es lo mismo porque podés acumular doscientas de un paseo y luego no las ves detenidamente. Es un ejercicio bastante común.

P- Tanto como seguir un recital por la pantallita del teléfono, cuando el vivo está a solo metros de distancia.

R- Es una manifestación de esa gran angustia que es la ausencia. He dado cursos en facultades de arte, a la de Mendoza he ido con cierta frecuencia, y registro cómo ha ido cambiando la atención del alumno: Le cuesta muchísimo atender, meterse en algo… Cualquiera que se dedique a una actividad artística, debe desarrollar una cultura visual, hay que conocer, no se pueden perder creaciones de otros pintores, dibujantes, escultores.

P- O las hermosas formas de la luz al atardecer.

R- Claro… El que así no ocurra, responde a una ausencia de estar presentes. Estarlo es un trabajo, cuando uno está, asume cosas, se involucra, se juega por ellas, crece con eso, sufre también porque no todas son rosas.

P- Te decía… del modo que ha cambiado la relación de los espectadores con la imagen y su velocidad, cómo te las arreglás para inculcar en tus alumnos lo bello que es tomarse tiempo y contemplar?

R- Siento que hay una energía, el entusiasmo del quien enseña, que se contagia. Un dinamismo en movimiento que, a la larga, crea un contagio. Siempre trato de armar estrategias para sacar eso que todos tenemos dentro y puede expresarse por una línea escrita o que arme una forma. A veces, esa tarea es más difícil que hacerla, transmitirle al otro algo así. Yo he dado talleres, ahora mismo voy a hacer uno en Roca (en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes) y consiste en brindar ese aspecto, el contagio de mi entusiasmo que es la primera llama que transmite y puede despertar una energía adormecida, encapsulada, latente, pero que existe.

P- ¿Cuánto hace que vivís en Buenos Aires?

R- Como cuarenta años, pero estos últimos pude tener un lugar en Mendoza donde vuelvo con bastante frecuencia. Paso la mitad del tiempo allá, y la otra en Buenos Aires. Siempre lo hablamos con mi esposa, si fuera por elegir, hay sitios más hermosos tal vez, pero la geografía mendocina, el paisaje, la luz, los sonidos, crecieron y han ido madurando conmigo. Muchas veces, me pregunté después por qué volvía a Mendoza, son mil doscientos kilómetros de ruta, y el mejor argumento es la cordillera (sonríe Luis). Está ahí, es como un animal que se mueve, algo muy extraño. No es estática, cambia por la luz, por el día, el frío, el calor, las nubes. Es tan hermosa y potente, energética, impresionante. Estoy en Vistalba (departamento Luján de Cuyo, entre viñedos, cerezos y olivos), un pueblito que se fue armando alrededor de la vid, gran productor de malbec. Cerca de Chacras de Coria donde me proveo de comida o voy cuando quiero ver algo.

P- ¿Aparece en tus dibujos la seducción que te genera aquella zona?

R- Mirá… Siempre digo que hay cuestiones que se meten en lo que hago y no sé decir dónde están. Me sucede mucho con la música. Por ejemplo, cuando dibujé “La metamorfosis” (ver recuadro), no podía dejar de escuchar a un tipo que se llama Arvo Pärt (compositor estonio, 1935) que tiene piezas maravillosas y ahí aparecen. ¿Por qué, cómo? No sé.. Hoy veo los dibujos de nuevo y recuerdo “Tabula Rasa” (77) que escuchaba en aquel momento. Sí, el paisaje, el aroma, el aire que se respira, a veces la angustia, la depresión o una pelea que he tenido, entran en el dibujo, de algún modo.

Cuando ilustro un libro escrito por otro, es mi versión. A la literatura le debo tantísimo porque la disfruto mucho, siempre he sido muy lector, siempre me gustó. Para mí, hoy, ilustrar es un poco trabajar a dúo con otro. Cuando leo el “Informe sobre ciegos” de la novela “Sobre héroes y tumbas” (1961, Ernesto Sabato), me provoca imágenes. La primera cosa que hago cuando encaro un libro, es buscar en qué técnica voy a expresar eso. Cómo empieza a aparecer y qué dibujo me va a brindar. Al hacer “El castillo” de Kafka (1926), partí el plano en muchas de las imágenes, como compartimentos estancos en los que se desarrollaba el mundo de cada personaje. Eso me lo dio el texto, una situación plástica.

Dibujando con Scafati

en el IUPA

Luis Scafati dará desde mañana y hasta el jueves un seminario de dibujo para docentes y alumnos del IUPA y para público en general. El curso buscará entender los lenguajes gráficos como instrumento conceptual de generación y transformación de la forma. Reconocer la potencialidad de los medios gráficos para la comunicación. Potenciar la capacidad de observación.

Con metodología de aula-taller, Scafati desarrollará los siguientes contenidos: La mancha, el gesto, la línea, énfasis, lo expresivo, la comunicación; Dibujo y gráfica; Dibujo y diseño; El dibujo como lenguaje, técnica, expresión autónoma, sistema de representación; como medio de construcción de formas y espacios, diseño y composición; de construcción y comunicación visual de símbolos, signos y señales.

“Los chinos dicen que para dibujar hacen falta tres cosas: la mano, la mirada y el corazón; sin una de ellas, no funciona”,

revela el dibujante mendocino, radicado hace 40 años en Buenos Aires.

“La ciudad ausente”. Scafati ilustró la novela de Ricardo Piglia.

“La necesidad humana de la imagen está profundamente arraigada (…) hoy se manifiesta en la fotografía (…) El dibujo, lo digo y lo subrayo, es una manera de ver”,

asume Luis Scafati acerca del valor del dibujo en tiempos veloces.

Datos

“Los chinos dicen que para dibujar hacen falta tres cosas: la mano, la mirada y el corazón; sin una de ellas, no funciona”,
“La necesidad humana de la imagen está profundamente arraigada (…) hoy se manifiesta en la fotografía (…) El dibujo, lo digo y lo subrayo, es una manera de ver”,

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