Una universidad de la música es posible y necesaria

En una ciudad donde los músicos y estudiantes superan la media nacional, la formación es indispensable. Tres años atrás Hernán Lugano elaboró un proyecto para crearla y acá lo explica en detalle. Una propuesta que no pierde vigencia.

“El talento es un recurso económico y como tal debe fomentarse; donde hay una necesidad, hay un derecho; el Estado debe participar, promover y sostener lo que el mercado no incluye, apoyándose en los ejes esenciales de equidad, inclusión, soberanía, identidad, integración, progreso, derecho y diversidad”. Conceptos en los que el músico Hernán Lugano basó su proyecto para la creación de un Centro para las Artes Musicales y Universidad Nacional de Música de Bariloche.

A casi tres años de su formulación, el diagnóstico de la actividad cultural y musical en particular continúa vigente, sin indicios de superación. Ciudad en la que el índice de músicos y estudiantes de música por habitante supera la media nacional, “no brinda posibilidades de formación, desarrollo y capacitación que potencie este recurso humano. No posee auditorios, al no haber educación (específica), tampoco se promueve la actividad laboral ni la producción de sus contenidos artísticos. La vida musical deviene de emprendimientos comerciales privados, o bien de eventos autogestionados por los propios artistas, que al carecer de recursos, no perviven en el tiempo”, reseña.

Ante la ausencia de proyectos sostenibles de desarrollo o planes a mediano plazo que reflejen “la problemática social y artística haciéndose eco de demandas y necesidades de la ciudad”, Lugano propone unir eslabones –educación, producción y trabajo– para promover el talento con “la incorporación de la carrera de música a la Universidad Nacional de Río Negro y la creación de un espacio físico con infraestructura específica”. Un polo productivo que contemple investigación histórica y etno-musicológica zonal, biblioteca/mediateca y archivo, estudios de grabación de audio y video con sus respectivas transmisoras de radio y TV, fabricación de instrumentos, imprenta y fondo editorial, sello y catálogo discográfico propios y la creación de un auditorio de conciertos multimedia.

Las orquestas frecuentemente ensayan en espacios sin infraestructura adecuada, egresados del bachillerato público con orientación musical deben migrar para continuar sus estudios, sumándose a músicos sin fuentes laborales. La universidad propuesta sería “herramienta cultural, educacional y social estratégica”, evalúa.

Una comunidad “que se reconoce eminentemente artística y posee una voz musical propia” minimiza esta cualidad ante la imagen estereotípica creada con propósitos de promoción turística. Rescatar el folclore musical patagónico, brindar acceso a estudios universitarios y conferir autonomía educacional y productiva a un pueblo, “también tienen que ver con su soberanía e identidad”. El legado musical de los pueblos originarios junto al de los inmigrantes y primeros pobladores, merece “una base de datos, estudios de investigación y recopilación musicológica para su preservación, difusión y análisis estadísticos que documenten la historia y el presente musical local”, infiere.

En números

Parte del proyecto

Una industria propia generará fuentes de trabajo, autoabastecimiento de recursos y producciones auténticas, más allá del mero interés del consumo comercial masivo.

Datos

5.400
personas se dedicarían a la actividad musical: 800 músicos profesionales, 2.700 aficionados, 1.500 estudiantes
y 400 coreutas.
alumnos integrarían la matrícula de la ciudad y zona de influencia, según la propuesta.

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