Mitos de la Segunda Guerra derrumbados

Frente a episodios de la historia que se instalan como una creencia compartida, los historiadores Olivier Wieviorka y Jean Lopez deconstruyen algunas de esas verdades sostenidas en el tiempo en su libro “Los mitos de la Segunda Guerra Mundial”.

Que todos los británicos apoyaban a Winston Churchill antes y durante la guerra, que el conflicto bélico escapa a la intervención de las mujeres, que el ejército italiano era malo, que Pearl Harbor significó una victoria japonesa o que Alemania perdió la guerra por Adolf Hitler son ideas incorporadas al imaginario colectivo, sin demasiada información al respecto. Sobre esa y otra veintena de mitos escritos en un lenguaje claro, accesible y en textos muy bien sintetizados exploran los capítulos de “Los mitos de la Segunda Guerra Mundial”, libro publicado por la Editorial El Ateneo bajo la dirección de Olivier Wieviorka y Jean López, ambos historiadores, quienes reúnen a especialistas en distintos temas vinculados a la contienda más investigada de la historia mundial.

Olivier Wieviorka, historiador y profesor francés, miembro del Instituto Universitario de su país y especialista en temas de Resistencia y de la Segunda Guerra Mundial, visitó la Argentina en el marco del lanzamiento de la publicación y dialogó con Télam.

P- La Segunda Guerra Mundial es tal vez el capítulo de la historia más investigado, sobre el que siempre se vuelve y además acompañado por una gran producción cultural; de algún modo representa aquella idea de que “la historia siempre está en debate” ¿cuál es su lectura?

R- No hay un debate de lo que pasó, lo que hay son distintas maneras de ver el pasado. Tenemos más puntos de vista, los hechos son los mismos. Por ejemplo, hace 30 años nadie se preguntaba sobre lo que ocurrió con los homosexuales o el rol de las mujeres, sin embargo, ahora en el marco de una agenda política y social distinta, sí es una pregunta y hay que dar respuestas. Otro elemento para ver ese pasado es que tenemos nuevo material: se abrieron los archivos soviéticos. No sabemos por qué el gobierno soviético está más dispuesto a dar información que antes, tal vez porque está más flexible o porque hay países que antes pertenecieron a la Unión Soviética, como Estonia, Lituania y Estonia, que también abrieron sus archivos.

P- En este libro desandan más de veinte mitos instalados a lo largo de los años, ¿cómo se construye un mito?

R- Yo creo que un mito se construye de dos elementos: el primer elemento es la propaganda, pero para que un mito tenga vida y se sostenga con éxito el segundo elemento es que la gente crea. La propaganda tiene la habilidad de tocar algo en el corazón y en la mente de las personas. Pero si la gente no cree no hay mito. Por ejemplo, está la idea de que la economía de Alemania era muy poderosa, eso es un mito y tuvo consecuencias porque cuando atacaron Francia en el año 1940, los franceses los pensaron invencibles. O lo que ocurrió con Hiroshima: los norteamericanos mostraron a Hirohito como un gran perdedor pero en verdad eso le permitió al emperador mostrarse como un pacifista para preservar a su pueblo de los bombardeos atómicos. La derrota la explicó no por sus errores estratégicos sino acusando a los norteamericanos de que habían usado armas inhumanas.

P- Es un mito entonces aquella expresión de que “la historia la escriben los que ganan”…

R- ¡Es un mito! Porque en muchos casos la historia la escriben los perdedores. Un mito que escribieron perdedores es sobre la derrota de la invasión a Rusia en 1941: los generales alemanes instalaron la idea de que perdieron porque la invasión se demoró y por la llegada del invierno, pero en realidad lo que negaron es reconocer que los soviéticos estaban mejor preparados, eran mejores generales, tenían mejores armas y una mejor estrategia de guerra. Los generales alemanes montaron una poderosa propaganda y la gente la creyó.

P- Ahí aparece lo recíproco en la construcción de un relato falso.

R- Sí, por ejemplo cuando el Ejército Rojo entró en Alemania quiso construir el mito de que iban a liberar al pueblo alemán, de que estaban en contra del nazismo y que eran amigos de los judíos, pero ese mito era imposible de construir porque ningún alemán pensó que el Ejército Rojo podía ser amigo. Mucha violencia, muchas violaciones y asesinatos no permitieron que la gente lo creyera.

P- ¿Qué personajes de la guerra fueron sobrevalorados o subestimados?

R- Bernard Law Montgomery y Erwin Rommel fueron sobrestimados, en verdad no fueron tan grandes generales como se dice. Eso es producto de la propaganda. Rommel, conocido como “el zorro del desierto”, un hombre joven buen mozo, un muy buen candidato; y a Montgomery le encantaba ser reconocido y desplegaba estrategias en todos los sentidos. Por ejemplo, usaba una boina que lo hacía destacarse a lo lejos, eso no fue azaroso. Mongtomery conocía además muy bien el poder de la fotografía, lo cual también contribuyó a esa propaganda sobre su figura. En cambio un personaje no tan reivindicado es el general Dwight. D Eisenhower, que fue muy bueno en lo suyo, pero como personaje para propaganda no era tan bueno, era demasiado cortés, atento, burócrata, organizado. Es muy difícil hacer una película de Eisenhower, en cambio sí es más atractivo con George Patton, que estaba siempre con sus pistolas y tenía una carácter fuerte.

P- ¿Cree que tuvo alguna influencia la industria cultural en el fortalecimiento de algunos mitos?

R- Si, las películas y novelas hicieron gran parte en la construcción de esos mitos, probablemente mucho más que la historia, porque las películas tienen un poder de atracción más fuerte que un libro de historia. Si vos ves “El día más largo” de 1962 o “Rescatando el sargento Ryan” de 1998 lo que se ven son los soldados americanos como los únicos héroes, no hay franceses, ni británicos ni mucho menos alemanes.

P- ¿Cómo explica el interés que suscita este conflicto?

R- Creo que tiene que ver con los grandes temas de los seres humanos: la Segunda Guerra Mundial nos habla de las pasiones, del coraje, también de la cobardía, de la inteligencia pero también de la ceguera. Es una verdadera tragedia griega. Con la Primera Guerra Mundial no ocurre lo mismo. ¿Qué nos dice la Primera Guerra Mundial? Para mucha gente es absurda: cuatro años de pelear en la trinchera y nada más. Pero sobre la Segunda Guerra nadie sostiene que es una guerra estúpida, todo el mundo piensa “dónde hubiera estado yo en esa época, hubiera participado de la Resistencia o hubiera sido colaboracionista”. Es un tema que nos toca muy de cerca y nos ponemos en alguna posición. Eso lo hace más interesante.


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