Romper con la cultura política de la chicana fácil

Redacción

Por Redacción

La iniciativa Argentina Debate

Es una cultura, largamente arraigada en nuestro país, que tiene forma de gambeta. Una larga gambeta. Un esquive por aquí, otro más allá. Nuestros candidatos a la Rosada, siempre eludiendo dar un franco debate de cara a las elecciones. Por una razón o por otra, la política argentina blande, junto a la República Dominicana, el dudoso honor de ser uno de los países de Latinoamérica en que no hay debate de ideas entre los aspirantes a la presidencia.

Recién ahora, tras más de 30 años de retorno a la democracia, surge la posibilidad de que, antes o después de las PASO, los candidatos tengan que confrontar sus ideas y sean medidos por la sociedad. ¿Qué ha impedido a hoy que ese espacio, destinado a que la sociedad explore el pensamiento de los candidatos sobre las más gravitantes políticas públicas, no haya prosperado aquí?

La respuesta está en la superficie. No requiere de complejos mecanismos de inversión intelectual para colocarla en superficie. Toma forma desde dos realidades de larga data.

Veamos:

• La histórica predisposición de la dirigencia argentina a no debatir ideas.

• La histórica predisposición de la dirigencia argentina a vulgarizar el discurso político mediante chicanas, prejuicios, ausencia de espíritu crítico a la hora de referirse a los adversarios.

“Así ha transcurrido la transición, en cuanto al trámite de campaña, lugares comunes y todo lo irrelevante, aquello que hace a la ‘viveza’ criolla, que puede causar gracia en mucha gente y por un instante y nada más. Pero que no resuelve los interrogantes que la gente tiene sobre lo que los candidatos piensan sobre éste o aquel problema”, señala Marcos Novaro, historiador, doctor en Filosofía y académico con prestigio en el plano intelectual.

Con esta visión coincide Eduardo Fidanza, sociólogo, titular de la cátedra del Pensamiento de Max Weber en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

“Tampoco hay que cargar las tintas sólo sobre los candidatos a presidente. El tema hace también a la sociedad: no hay conciencia del valor que puede adquirir un debate presidencial. Y esto se corresponde con la ausencia de presión, de creación de corrientes de opinión para que se concrete”, destaca Fidanza.

Pero si el aliento a instituir el debate presidencial no llega desde la sociedad, no es menos cierto que a lo largo de años son numerosas las organizaciones que han trabajado en esa dirección. Una, Poder Ciudadano. Otra, el Cippec.

De la convergencia de intereses -sueltos en un lapso y reunidos luego- y con el aporte de otros planos del pensamiento, fue emergiendo lo que hoy es Argentina Debate.

Se define desde lo plural, multisectorial y no partidario cuyo objetivo claro, preciso es: promover el debate presidencial sobre prioridades de desarrollo del país.

Hernán Charosky lidera hoy, en nombre de Argentina Debate, la organización del primer cara a cara de los candidatos a presidente de Argentina. Se concretará tres semanas antes de la elección del mandatario.

En uno de sus documentos liminares en dirección a definir su rol, su mirada sobre el tema, Argentina Debate señala: “El viejo apotegma local según el cual ‘el que va ganando no debate’ siempre ha triunfado por sobre la inexistente expectativa y la débil demanda ciudadana por un debate y la falta de tradición e institucionalidad de los debates en el sistema político. Además, la inexistencia de un liderazgo ejemplificador por parte de los candidatos para someterse a la instancia del debate más allá de los condicionamientos individuales ha perpetuado el equilibrio negativo”.

Un equilibrio negativo que quizá en octubre comience a ser historia.

Carlos Torrengo

carlostorrengo@hotmail.com

Carlos Torrengo


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