Brotes demorados

Al contrario del cambio climático, que parece adelantar los tiempos de maduración de las plantas, en nuestras economías regionales los anunciados “brotes verdes” del crecimiento tardan en aparecer. Mientras en las zonas centrales del país se anuncia un incremento de entre el 4% y 5% de la actividad por tercer mes consecutivo, indicando que se consolida la reactivación, las principales actividades económicas de nuestra región muestran una situación heterogénea y complicada.

El propio presidente Mauricio Macri admitió hace poco en La Rioja que la recuperación “no llegó a todos” y que “no todas las regiones pueden despegar a la vez”. Y algunos informes conocidos en esta semana parecen confirmarlo. Al menos dos consultoras señalaron que la fruticultura del Alto Valle seguirá en problemas durante esta temporada, debido a sus dificultades estructurales de costos de producción internos y una baja en los precios internacionales de las commodities, entre ellos peras y manzanas. Otro sector en problemas es el Idevi, donde bajarán casi un 30% las hectáreas para producción, en medio del desaliento de los productores por los problemas climáticos, los bajos precios para las verduras que producen y las malas ventas consecuencia del menor consumo. En Neuquén, las estadísticas del Ministerio de Trabajo señalan que los anuncios de millonarias inversiones en Vaca Muerta demoran en llegar a la economía real, donde se han perdido más de 3.000 empleos privados en el último año. Las asociaciones de comercio aseguran que el consumo sigue mostrando vaivenes. El cierre de seis fábricas tradicionales de distintos rubros grafica la compleja situación.

Pese a que se está en el comienzo de las actividades para la próxima temporada frutihortícola, son pocas las medidas adoptadas en los distintos niveles de los gobiernos nacional y provinciales, más allá de paliativos como subsidios y fondos para tareas culturales aportados por el Ejecutivo nacional.

La mayoría de los economistas coincide en que se deben generar condiciones para bajar los costos de producción que permitan a diversos sectores recuperar competitividad. Como muestra, un reciente informe de este diario reveló que, en el caso de la fruticultura, mientras un chacarero recibió 4,3 pesos por cada kilo de fruta producida el Estado se quedó durante la pasada temporada, vía impuestos nacionales y provinciales, con cerca de 8,4 pesos por kilo, casi el doble. Y que el monto que se evade por distintos eslabones de la cadena comercial llega a los 4,3 pesos por kilo de fruta colocado en el mercado minorista, es decir lo mismo que percibió el productor tranqueras adentro. En este contexto, cabe tomar con prudencia los anuncios realizados en la semana para poner bajo riego y producción unas 73.000 nuevas hectáreas en las dos provincias, en las zonas rionegrinas como Negro Muerto, en Valle Medio, y Mari Menuco, en Neuquén, mediante un sistema de alianzas público-privadas. Según sus impulsores, la mayor escala de los emprendimientos y su orientación hacia actividades en recuperación, como la ganadería, garantizarían que no se repitan crisis como las que enfrentan hoy el resto de los valles.

En medio de una campaña electoral se hace difícil adoptar medidas estructurales que ayuden a revertir la situación. Pero sin cambios estructurales que tomen en cuenta las particularidades locales y permitan mejorar la competitividad de las actividades económicas será difícil que se consolide una recuperación económica en la región. No sólo una reforma impositiva que alivie la presión sobre los costos de producción, sino también mayor trasparencia en los mercados y mecanismos efectivos de premios y castigos para eliminar los elevados niveles de informalidad, la evasión y las altas tasas de empleo en negro. Y sobre todo planificaciones estratégicas que permitan abrir mercados y reconvertir producciones, entre otros aspectos hoy postergados en el debate político en todos los niveles.