Llegó el ansiado ascenso… ¿y ahora?

¿Quién no sueña con un ascenso laboral? Es el primer objetivo que uno traza cuando ingresa a una empresa. Y no importa si ésta es líder a nivel mundial o simplemente un emprendimiento o un comercio local, esa meta le permite al empleado estar siempre atento a mejorar su calidad de prestación en el lugar que le fue asignado y, a la vez, predispuesto a perfeccionarse para ejercer un nuevo lugar en la organización que le sea asignado y así no defraudar a sus empleadores ni a sí mismo.

“En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su máximo nivel de incompetencia” es el célebre principio de Peter, formulado en 1969 en el libro homónimo por el catedrático de la Universidad del Sur de California Lawrence J. Peter. La frase de este estudioso de las organizaciones sigue siendo citada con frecuencia por los expertos en liderazgo, quizá porque tras su ingenioso enunciado subyace una realidad vigente: no siempre las personas que acceden a una promoción están preparadas para liderar.

Ceferí Soler, profesor del departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade, afirmó que es un error extendido “pensar que un buen experto será, por el mero hecho de serlo, también un buen jefe. Pero dirigir es algo muy distinto, y las empresas no suelen preparar a sus empleados para ese reto”. Un problema que es más acusado en perfiles técnicos, en los que se acostumbra a primar los conocimientos y la especialización sobre la capacidad para dirigir equipos. Soler reclama que desde las organizaciones se inviertan más recursos y se imparta más formación para que sus mejores jóvenes puedan asumir ese liderazgo. De lo contrario, advierte, “habremos convertido a un gran experto en un mediocre supervisor”.

Ejercer el liderazgo

Esa falta de preparación es la razón por la cual muchos profesionales viven su ascenso no como la oportunidad laboral que representa, sino como una fuente de estrés y un motivo de infelicidad en el trabajo. “Promocionar a alguien supone sacarle de su espacio de confort. El profesional se encuentra con que debe pasar del ‘hacer’ aquello en lo que era bueno y por lo que se le valoraba a ‘hacer que otros hagan’, y no todos saben cómo afrontar ese cambio”, señala Miriam Ortiz de Zárate, socia directora del Centro de Estudios del Coaching.

¿Cómo se reacciona?

“Muchas veces, arremangándose y haciendo lo mismo que hacía antes pero más deprisa. Se siente desbordado, con la sensación de que el equipo no le sigue y de que debe hacerlo todo personalmente”, lamenta.

La incapacidad para delegar es uno de los defectos más comunes en los jefes novatos. Inseguridad, ganas de demostrar o falta de costumbre pueden estar detrás de esta carencia. Ortiz de Zárate recuerda que “para subir, antes hay que soltar. Soltar conocimiento técnico y control, y aprender a confiar en que otras personas serán capaces de hacer lo mismo que hacías tú antes, pero a su manera, no a la tuya”.

La incapacidad para delegar

La responsabilidad del nuevo cargo es una de las cosas que más atenaza al líder inexperto. Un peso que, observa Alejandro García Vinagre, director de Recursos Humanos para África y Sur de Europa de Aecom, “provoca que en muchas ocasiones se piense de manera reducida, con el foco centrado en los límites y no en las posibilidades”.

Un miedo que es necesario superar, ya que ser capaz de decidir en situaciones que implican incertidumbre es una de las cualidades que definen al buen directivo. “Sentirse intimidado ante una toma de decisión difícil es algo normal para cualquier persona sensata, especialmente si es nueva en el puesto. Ahora bien, el aprendizaje y la experiencia deben hacer que vaya superando esa inseguridad. Si no ocurre así es que le han promocionado indebidamente”, sentencia Juan San Andrés, consultor en productividad, organización y factor humano.

Otra de las fobias habituales de los recién promocionados viene provocada por el vértigo de pasar a dirigir a los que hasta hace muy poco tiempo eran sus iguales. Un cambio de papel que puede generar envidias y malentendidos. Según Javier Ontiveros, socio director de Quid Qualitas, “ser compañero es una cosa, ser líder, otra distinta. La complicidad o cercanía deben existir, pero no conviene confundirlas con la intimidad o la amistad”. A favor del nuevo jefe, agrega Alejandro García Vinagre, juega el hecho de que “los profesionales valoran las promociones internas y que se busque el talento dentro de la organización antes que traerlo de fuera”.

Qué hay que tener en cuenta al aceptar el nuevo desafío

Hablar de un ascenso laboral no sólo implica mejorar su puesto laboral, sino asumir un mayor número de obligaciones o esperar un aumento salarial. Ese paso es saber que se va a enfrentar una gran responsabilidad y por eso se necesita una preparación y dedicación especial ante las adversidades que están por llegar.

Muchas de las preguntas que llegan a la cabeza después de decir “sí, acepto” son varias, pero se pueden destacar: ¿podré enfrentar el nuevo empleo? ¿En verdad tengo las capacidades para este trabajo? ¿Seré un gran líder? ¿Cómo debo relacionarme con mis colaboradores ahora que soy su jefe?

De acuerdo con Katia Villafuerte, profesora de la Licenciatura en Administración y Negocios del Tecnológico de Monterrey, México, para todas estas preguntas se necesita una respuesta: “Inteligencia emocional”.

“Aceptar un mejor puesto es convertirse en un líder para cada uno de nuestros colaboradores, pero para enfrentar esto se necesita ser una persona emocionalmente inteligente, una persona que sepa desarrollarse y desarrollar, debemos entender a nuestra gente para que ellos comprendan las necesidades de la organización (…) para algunos expertos, a esto se le llama ‘terminar con la era del líder’”, comenta la experta.

Pero… ¿cómo llegamos a este estado emocional? Según la especialista del Tecnológico de Monterrey, encontrar balance y reciprocidad cuando iniciás un ascenso sólo se logra a través de las cinco dimensiones de la inteligencia emocional.

1. Empatía

Llegar a un mejor puesto de trabajo no significa que uno sabe todo. Si bien es cierto que uno de los por qué del ascenso fue el conocimiento, también es cierto que la mejor característica que encontraron en el candidato es la habilidad para ser un gran guía.

2. Habilidades Sociales

Ser el nuevo jefe debe disfrutarse. Se necesita tener bien puestos los pies en la tierra y cuidar de no caer en la soberbia. Un líder no es aquel que sabe más, sino el que sabe sacar lo mejor de los demás.

3. Autoregularse

Al momento de tomar decisiones debe saber enfrentar los resultados y las consecuencias. La mejor manera de hacerlo es con paciencia y dedicación.

4. Autoconsciencia

Evita tomar decisiones de manera impulsiva, antes de hablar hay que verificar cuáles serían las consecuencias de las acciones y si éstas son las más convenientes para el sector.

5. Motivación

Hay que emplearla de manera personal y con la gente. Uno de los grandes compromisos del nuevo líder es saber cuánto reconocer y cuándo es momento de una charla productiva.

El miedo a la responsabilidad y a no estar a la altura aflige a los nuevos jefes. En muchas ocasiones se centran en los límites y no en las posibilidades.

Los secretos que encierra el crecimiento en una empresa

El ascenso implica la realización de funciones de un nivel superior. Este acceso a un puesto superior es definitivo, quedando el trabajador consolidado en esta posición hasta acabar su relación laboral o hasta el siguiente ascenso. Los convenios colectivos suelen establecer con gran detalle los sistemas de ascenso. De entre los sistemas más utilizados, pueden indicarse: antigüedad, selección por méritos o conocimientos y libre designación del empresario.

El primero está pensado para ascensos a puestos de trabajo de poca especialización o dificultad, el segundo para los cambios definitivos de funciones de mayor cualificación y el tercero, para cubrir los puestos de confianza en las empresas.

Si se realizasen tareas superiores a las del grupo profesional (por un periodo superior a seis meses durante un año o a ocho meses durante dos años), el trabajador podrá reclamar el ascenso, sin perjuicio de solicitar la diferencia salarial correspondiente, se señala en el sitio www.elaboralista.com.

El ascenso por concurso es lo más habitual y será que el convenio contemple un sistema de ascensos en el que se tenga en cuenta no sólo la antigüedad, sino además, y principalmente, los méritos y conocimientos aportados por el trabajador. Y, todo ello, generalmente mediante un concurso-oposición al que puedan concurrir otros empleados de la empresa. En definitiva, se reconoce al trabajador que desempeñe tareas de categoría superior, un mero derecho a reclamar el ascenso, pero no el de obtenerlo sin más. Obviamente, mientras el trabajador desempeñe estas funciones de superior rango deberá percibir el salario correspondiente a esa categoría. En cualquier caso, contra la negativa de la empresa a ascenderlo, el trabajador siempre podrá reclamar ante el Juzgado de lo Social.

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El miedo a la responsabilidad y a no estar a la altura aflige a los nuevos jefes. En muchas ocasiones se centran en los límites y no en las posibilidades.

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