A 16 años del femicidio de Alejandra Zarza, habló su sobrina

La joven va a cumplir 25 años, la misma edad que tenía su tía cuando la asesinaron en Neuquén. Es feminista, está a favor del aborto y el 8 de marzo se unirá al paro internacional de mujeres

El 19 de febrero de 2002 Yasmín Perroni tenía ocho años y le había pedido a su tía, María Alejandra Zarza, que la llevara con ella.

“Me acuerdo que la noche que desapareció, ese día, yo me había puesto re encaprichada en que quería ir. Yo en ese momento no entendía que era una cena de una pareja, una charla, yo quería ir a todos lados. “Yo quiero ir, yo quiero ir, llévame, llévame” (le decía). Y ella: “no, no te puedo llevar”, recuerda.

Nicolás Rinaldi pasó a buscar a Alejandra por la casa de Irigoyen 565 en un Volkswagen Polo. La joven de 25 años estaba embarazada de ocho meses. Fue el último que la vio con vida.

Su cuerpo violentado apareció siete días después semisumergido en el barrio Valentina Sur, en inmediaciones del acceso a Balsa Las Perlas. Lo encontró un puestero de apellido Acuña. La autopsia reveló que había muerto por una asfixia mecánica infligida antes de terminar el trabajo de parto, que se abría iniciado a partir de un golpe que recibió en su cadera izquierda. No se halló rastro alguno del embarazo. La beba que esperaba Alejandra era hija de Nicolás, insistía su familia.

“Yo era su preferida. Ella me crió. Mi papá y mi mamá trabajaban todo el día. Yo a ella le decía “Ale” y ella me decía “pollo”, “Yasmita”, “hija” también por ahí me decía, pero más “pollo”. Ninguno de nosotros le decíamos tía, porque tía era como más de adulto. Le empezamos a decir tía Ale después de lo que pasó”, relata.

Claudia, la mamá de Yasmín, acompañaba a su abuela, que hoy tiene 86 años

 

Lo que pasó fue un femicidio, del que mañana se cumplen 16 años. La más perfecta muestra de la pedagogía de la crueldad.

“Me acuerdo de mi mamá y mi tía desesperadas porque no había llegado, y era muy raro todo. Es más, me acuerdo mi mamá llamándolo a la casa, a Rinaldi, diciéndole: “te vas a comer una denuncia si Alejandra no aparece”. Esas palabras las tengo re grabadas”, sostiene Yasmín.

Asegura que lloró a Ale con sus primos, sin saber muy bien que era lo que le habían hecho. Diez años después lo supo. “A los 18 años la lloro, cuando me entero de lo que había pasado, en detalle. Ahí largue realmente el llanto, la tristeza mía”, señala.

En la capital hay una placa, maltratada por el tiempo, colocada en el monumento a la Madre. Con esfuerzo se alcanza a leer: “María Alejandra Zarza en la memoria y en el corazón por una vida con verdad y justicia, febrero de 2003.” Al año siguiente Rinaldi fue absuelto. El Tribunal Superior de Justicia revocó la decisión, y en 2005 se lo condenó como partícipe del crimen. El año pasado se le otorgó la libertad condicional.

Claudia Riquelme, la mamá de Yasmín, afirma que el sitio donde encontraron a Alejandra “está prácticamente prohibido” para la familia. El femicidio no sólo deja huellas en lugares físicos.

La autopsia determinó que Alejandra murió por asfixia mecánica antes de terminar el trabajo de parto.

 

“La primera vez que ella va a bailar, que ya no estaba Alejandra, la fuimos a dejar y cuando nos volvíamos mi marido me vio la cara y me dice: “¿Querés que vayamos a buscar un mate?” Bueno, fuimos a buscar el mate a casa, y nos quedamos hasta que ella salió del boliche. Llamó: “mamá ya estoy, ¿nos venís a buscar?” Sí, estamos acá afuera”, cuenta Claudia.

El próximo 8 de marzo Yasmín se unirá al paro internacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans, y marchará junto al cartel con el rostro de Alejandra. Para andar libre, sin miedo. Explica que ser feminista la ayudó a entender lo que sucedió. Le permitió encontrar las palabras, dejó de ser una experiencia individual, la de la familiar de una víctima, y pasó a ser colectiva. Para luchar, como dice la canción, “porque se lo debemos a las pibas que nunca volvieron”. Como Ale.

“No solo la tengo que recordar en mi casa. Cuando yo me metí en el feminismo, ahí pude darle el nombre de femicidio al crimen de mi tía. Rinaldi no es un asesino cualquiera, es un femicida. Acá está el grupo de mujeres que lucha por mi tía, que lucha por todas las que no están y por las que estamos”, precisa.

Plantea que está a favor del aborto: “mi tía había decidido llevar a cabo ese embarazo, pero porque ella quería ser madre. Si mi tía hubiese decidido no querer serlo, hubiese estado bien también”.

Rinaldi detenido de la casa de Belgrano 2010 en 2002.
Archivo.-

 

“Él no era una enfermo, era una persona que se desarrollaba en la sociedad normalmente. Fue un tipo que no se quiso hacer cargo de un hijo y la solución que encontró fue quitarle la vida. No fue por una cuestión de enfermedad fue, porque sintió el poder de hacerlo, porque sabía que mi tía estaba enamorada de él. Lo único que quería mi tía era que reconociera a su hijo, ella quería formar una familia feliz con este chabón”, apunta.

Trae fotos a la entrevista. La que más me gusta es una en la que está a upa de su tía. Usa un vestido a cuadros celeste con cuello. En marzo Yazmín se va al Lollapalooza, se está preparando para tremendo agite. No hay de qué preocuparse, siempre está en brazos de Alejandra.

El tatuaje con las iniciales de su tía que la joven lleva en la espalda.
Matías Subat.-

 

El día que el tribunal condenó a Nicolás Rinaldi, Claudia, la mamá de Yasmín, dijo: “quiero al entorno que lo protegió. Hay que abrir la causa, seguir la investigación, quiero a todos los que se llevaron a mi hermana.” Eso nunca sucedió, pese a que el fallo hablaba de cómplices.

El entonces juez, Luis Silva Zambrano, aseguró en su voto que Rinaldi: “sustrajo primero a Alejandra de su esfera de protección natural constituida por su núcleo familiar y la entregó a una o más personas, representándose netamente la posible consecuencia letal que se seguiría con ello a la madre y a su propio hijo”.

En 2010, la fiscal Sandra González Taboada junto a Mario Rodríguez Gómez (hoy juez) repasó el caso y manifestó a este diario: “estuvo con uno con dos más por lo menos.” La investigación jamás pudo determinar quiénes fueron.

A Alejandra la torturaron para arrancarle a su beba. Ella deseaba tenerla. Yasmín quiere que no haya maternidad obligatoria, que todas puedan decidir serlo o no, cuándo y cómo.

Así lo explica: “cuando yo me declaro a favor del aborto, muchas personas me vinieron a decir: “pero justo vos que a tu tía le realizaron un aborto forzado”. Bueno, con más razón, mi tía había decidido llevar a cabo ese embarazo, pero porque ella quería ser madre. Si mi tía hubiese decidido no querer serlo, hubiese estado bien también.

El aborto se produjo a fuerza de ella, no es que ella fue a realizarse un aborto. Eso no fue un aborto, fue un crimen, fue un asesinato. No era que estaba de tres meses, estaba de ocho, le quedaba un mes para parir. Ella tenía fecha para su cumpleaños, que era el 31 de marzo.”

  • Femicidio de María Alejandra Zarza:

    Cronología judicial

  • 19 de febrero de 2002

    Nicolás Rinaldi pasó a buscar por su casa a María Alejandra Zarza, quien cursaba un embarazo de ocho meses.

    Su familia asegura que era el padre de la beba que esperaba. Fue la última persona que la vio con vida.

  • 26 de febrero de 2002

    El cuerpo de la joven, en avanzado estado de descomposición y profundamente violentado es hallado por un puestero en Valentina Sur, inmediaciones de acceso a Balsa Las Perlas, sin rastro alguno del embarazo.

  • 25 de mayo de 2002

    Rinaldi fue detenido. Se lo acusó de estar involucrado en el asesinato

  • 27 de abril de 2004

    La Cámara Criminal Segunda, integrada por José Andrada, Emilio Castro y Cecilia Luzuriaga, lo absolvió

  • 17 de diciembre de 2004

    El Tribunal Superior de Justicia declaró nula la sentencia y ordenó un nuevo juicio

  • 29 de septiembre de 2005

    La Cámara Criminal Primera formada por Luis María Fernández, Isolina Osti de Esquivel y Luis Silva Zambrano condenó a Rinaldi a 21 años de prisión por el delito de homicidio simple, en grado de partícipe necesario con dolo eventual.

  • 14 de mayo de 2015

    La jueza de Ejecución Penal, Raquel Gass, le otorgó la libertad condicional. Una de los requisitos que se le impuso fue la prohibición absoluta de mantener contacto con familiares de Alejandra, ya sea en forma personal, telefónica o electrónica

 


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