El flete, una salida laboral en Neuquén

Cuando las posibilidades de trabajo se cierran, por la edad o falta de conocimientos para alguna tarea específica, hacer fletes es poco menos que un salvavidas. En Neuquén el servicio está normatizado, pero la mayoría no reúne los requisitos para prestarlo.

Hasta hace unos años era sólo una “changa”, un “rebusque” para salir del paso o sólo para reforzar los ingresos habituales, casi siempre escasos. Pero desde que la situación económica se complicó, se paralizaron o disminuyeron su ritmo algunas actividades y como lógica consecuencia de ello se fueron cerrando fuentes de trabajo, el taxifletes se convirtió en una salida laboral no sólo circunstancial, sino que pasó a convertirse en un modo de subsistencia.

En Neuquén proliferan desde las nobles Ford F-100 o Chevrolet C/10, muchas de ellas con más de 40 años de uso, desvencijadas y quemando aceite, hasta las Ranger o los utilitarios Iveco con el clásicos cartelitos de “Fletes” o “Mudanzas” y un número de teléfono pintado en los laterales.

Los más cautos dicen que hay más de un centenar dando vueltas por el sector céntrico y los barrios de la ciudad. Pero no faltan los que se aseguran ese número es largamente superior, porque incluyen a los “ladrilleros”. Precisamente, es común ver en lugares estratégicos, esto es en cercanías de los corralones de materiales de construcción, en las colectoras de la Ruta 22, o calles que concentran la circulación vehicular, la oferta de este servicio.

Un servicio que si bien tiene una regulación mínima por parte de la dirección de Transporte del municipio, en los hechos de desarrolla prácticamente sin controles. Y entre la carencia de verificaciones y una actividad en la que intervienen sólo el oferente y el cliente, mientras entre ellos no surjan desencuentros, se genera un ámbito particular que orilla la ilegalidad.

En ese panorama ni las autoridades municipales –que no tienen la infraestructura para efectuar controles rigurosos–, ni los prestadores –la gran mayoría sabiendo que no cumplen todas las normas–, se miran de “reojo” pero sin llegar a provocarse.

La actividad está reglada por la ordenanza 11.751, que determina que quien quiera desarrollar la actividad debe solicitar la respectiva habilitación y precisa los requisitos.

Con la habilitación del solicitante el municipio debe asignar las paradas donde prestará el servicio. En la práctica eso está desdibujado.

En los registros municipales sólo hay 48 personas, y sus respectivas unidades, habilitadas. Pero como advirtió el subsecretario de Transporte, Fernando Palladino, no quiere decir que sigan en la actividad y, también admitió, puede haber quienes no formalizaron su inscripción. (Ver aparte)

En cuanto a los lugares habilitados dijo que hay seis, entre ellos dos corralones y un hipermercado de la Ruta 22 y la calle Sarmiento casi Láinez.

Entre los fleteros consultados la mayoría dijo que trabaja en el rubro por la necesidad de generarse el ingreso para el sustento familiar y que lo hace como tarea habitual, incluso dedicándole nunca menos de diez horas diarias. Varios trabajan domingos y feriados.

Pero no todos lo hacen por la necesidad del ingreso. Algunos son jubilados que, admitieron, trabajan “para no quedarme todo el día en la casa” o “si bien no es determinante, nunca está demás una ‘platita’ extra, como es el caso de Raúl, expetrolero, de 73 años.

O Alcides (66), también jubilado: “Algo tengo que hacer y a mi edad no tengo muchas oportunidades de trabajo. Es una alternativa que sirve para mantenerse, porque si bien hay días que se trabaja aceptablemente, en otros no se llega hace ni un viaje”.

En otro extremo se ubicó Dionisio. Tiene una Ford 98 y trabaja de lunes a sábado a la salida de un corralón de materiales. “Me inicie después de que cerrara el aserradero donde trabajaba. Por la edad no es fácil conseguir un trabajo y más ahora que te exigen tener conocimientos que uno no tiene, como manejo de computadoras”, señaló.

Números oficiales

“Es una actividad

muy particular”

“No, no es que esté sin control, lo que sucede es que se trata de una actividad muy independiente y como tal tiene sus particularidades. Los vehículos se registran cuando piden la habilitación comercial y hacemos inspecciones, pero esporádicas. No son muchos los requisitos con los que tiene que cumplir”, dijo Fernando Palladino, subsecretario de Transporte municipal.

Indicó que las exigencias son comunes a cualquier vehículo, la RTO, seguro y la documentación propia del rodado y el conductor.

“La tarifa es libre, la pacta el fletero con el cliente. El destino, la cantidad de kilómetros, la carga y todos esos detalles los acuerdan entre ellos”, añadió.

Dijo que “no ha generado problemas al municipio esta actividad”.

Un viaje dentro de la ciudad se cobra entre 250 y 300 pesos y uno hasta Senillosa o Cinco Saltos ronda los 800. No incide qué tipo de carga se transporta.

La mirada de los

protagonistas

Critican la falta de controles, porque desvirtúa el servicio

Jorge Gualmes hace 30 años que ofrece el servicio, con parada habilitada en Sarmiento y Láinez, un lugar privilegiado porque es en pleno sector del Bajo, de gran actividad comercial.

“Ahora tengo un camión Iveco con capacidad para 3.000 kilos de carga. Tengo toda la documentación que se exige en regla, desde las que se exigen para la circulación del vehículo, VTO, seguro y del estado general. Hoy, si me lo piden, puedo hacer un servicio de una punta a la otra del país”, dijo.

Tiene una parada asignada por el municipio, que comparte con otros colegas, desde que comenzó en el rubro.

“No sé si hay más de un centenar de fleteros, pero sí que rondan en ese número. El tema es que la gran mayoría son ‘truchos’, no cumplen ni mínimamente los requisitos para prestar el servicio”, comentó.

Eso deriva en varios problemas, según Gualmes, uno es la tarifa. “Porque hacen un viaje por 200 pesos cuando debería cobrarse más. Son quienes no tienen que pagar los gastos que significa los seguros, los controles regulares de verificación técnica, el monotributo y, fundamentalmente, el mantenimiento de la unidad. Es gente que por tomar un servicio lo cobra mal y a los pocos años se queda sin vehículo, porque no puede mantenerlo”.

Otra de las paradas habilitadas está en la calle Saavedra, al lado de uno de los corralón es de materiales más importantes de la ciudad. “Hace 17 años que hago este trabajo, tengo habilitación municipal y hace un tiempo compartía el lugar con otros dos fleteros, pero voluntariamente dejaron de venir”, indicó Santiago Jara.

Destacó que es monotributista y hace facturas C. “Hago viajes con mercadería del corralón y mudanzas, básicamente. Tengo clientes fijos que me conocen de hace tiempo. Hay muchos fleteros, pero somos pocos los que tenemos habilitación”, remarcó.

Datos

48
son las personas registradas por Transporte del Municipio para desarrollar la actividad, en la capital neuquina.
6
son los lugares especialmente reservados para los fleteros, pero la mayoría los elige arbitrariamente.
Un viaje dentro de la ciudad se cobra entre 250 y 300 pesos y uno hasta Senillosa o Cinco Saltos ronda los 800. No incide qué tipo de carga se transporta.
“Las paradas se otorgan cuando el que la pide reúne los requisitos. La mayoría no los cumple. Tampoco con los vehículos”. Jorge Gualmes
“Una ventaja que ofrecemos nosotros es que ayudamos al cliente a cargar, descargar y entrar a la casa lo que le transportamos”. Alcides Torres
“No sólo hago viajes de los clientes del corralón de materiales, también hago mudanzas y me llaman de almacenes y verdulerías”. Raúl

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