Magnolia, y las heridas que empiezan a cicatrizar

Hace un año, su ex pareja le disparó. Un jurado lo declaró culpable por femicidio en grado de tentativa. Ella se recupera, cursa el secundario, y cría a su hijo.

Las heridas de Magnolia Salas comenzaron a cicatrizar el 28 de septiembre, cuando un jurado popular terminó de deliberar a las 20:30 y volvió al recinto de la sala de audiencias para declarar culpable a Alejandro Lagos.

El hombre es un policía de 33 años, expareja de Magnolia, el que la quiso matar de cuatro tiros, la noche del 27 noviembre de 2016. Esa madrugada, a las 4.10, Soto disparó diez balas: con seis, mató al hombre que estaba con Magnolia, con las otras cuatro hirió gravemente a ella. Su bebé dormía en la habitación de al lado.

La joven lleva consigo las marcas del intento de femicidio. Su historia encarna el significado de la violencia de género, pero su camino la volvió fuerte y por eso eligió salir adelante.

Todavía le cuesta recuperarse de las secuelas, tiene una bala alojada en la pierna que le hace difícil caminar los días de frío y humedad, como el jueves pasado.

A pesar del dolor, Magnolia mostraba una sonrisa de oreja a oreja cuando se sentó para dar comienzo a la entrevista. Con la pregunta “¿cómo estás?” la cara de la joven se iluminó y respondió, con la voz tímida que la caracteriza: “ahora estoy muy bien, estoy feliz”.

Con la misma voz, pero con menos vergüenza, Magnolia le dijo a quienes sufren violencia de género que “hay que luchar y a las personas que pasen por eso, a las mujeres, les digo que como mínimo tenemos que denunciar, que no esperemos al ojo negro y a la muertes, menos a eso. Yo tuve miedo a denunciar y esas cosas porque él todo el tiempo con el arma me sometía o me decía que él se iba a hacer algo”.

La joven decidió dar un vuelco en su vida y emprendió nuevamente los estudios.

Transita el primer año de la secundaria con promedio de diez, salvo matemáticas que “la tengo con siete”.

A su lado, Celina Fernández, una de las abogadas que actuó como querellante en el juicio resaltó que “cuando Magnolia decidió empezar la escuela nos pusimos muy contentas porque fue lo primero que decidió hacer por ella misma. Con Jorgelina -Montero, su otra abogada- la llenamos de los libros que teníamos en nuestras casas”.

Sobre todo lo que ocurrió desde el 27 de noviembre en adelante, la joven señaló que “fue re groso. Me marcó de por vida, es algo que todavía recuerdo y me vienen todos los momentos de esa noche. Va a ser un año pero es muy reciente, fue re fuerte”, subrayó, y aseguró que Lagos le “arruinó la vida”.

“¿Qué te sacó adelante?” se le preguntó, y la respuesta de Magnolia fue contundente: “mi hijo. Mi hijo es lo único que tengo, lo único que me da fuerzas a seguir, porque mi familia no me acompañó”.

“Hay que luchar, y a las mujeres que pasen por eso les digo que tenemos que denunciar, que no esperemos al ojo negro “.

Magnolia Salas, víctima de violencia género.

Línea de denuncia

gratuita

Si conocés o sufrís alguna situación de violencia de género llamá las 24 horas de forma gratuita a la línea provincial 148 o nacional 144.

El caso,

en la voz de la abogada querellante

Sobre lo ocurrido, la abogada que actuó como querellante, Celina Fernández contó que junto a su colega pudieron reconstruir parte de la historia de la joven y “ella pudo verse a sí misma como víctima de violencia de género”.

“A ella le costó mucho llegar a ese camino, no sólo por la manipulación de él sino también por el entorno que ella tenía”, detalló Fernández.

“Ella lo conoció cuando tenía 14 años, cuando iba al colegio y Lagos se tomaba el mismo colectivo. Era un hola y chau, después le mandó la solicitud de amistad en Facebook”, narró la abogada.

Fernández agregó que “es un modus operandi bastante común. Magnolia tenía 15 años cuando pasó eso y Lagos tenía 30, padre de tres hijos, policía y ella iba al secundario. Representaba un montón de seguridades que hasta ese momento no tenía. Empezó a salir cuando tenía 16, era chica; hoy sigue siendo chica”, opinó la abogada.

Datos

“Hay que luchar, y a las mujeres que pasen por eso les digo que tenemos que denunciar, que no esperemos al ojo negro “.

El cabo de la policía Alejandro Andrés Lagos (34) llegó a las cuatro de la madrugada de ayer a la casa de Magnolia Aidé Salas (22), su ex novia. Espió por la ventana y la vio que estaba con un hombre. Rompió la puerta de una patada, entró con su arma 9 milímetros reglamentaria, los llevó hasta la habitación y les disparó.

Los seis tiros en la cabeza de Edgardo Javier Soto le provocaron la muerte inmediata. Tres tiros a ella, uno en la pelvis, otro en la pierna y el tercero en el pecho le perforaron los pulmones y le rozaron el corazón. En la habitación, el bebé de ella, de un año y tres meses, lloraba con espanto.

Antes del homicidio. Durante la tarde del sábado, Lagos había estado en esa casa ubicada en la calle Potente en San Lorenzo Norte. Allí había vivido junto a Magnolia hasta hace dos meses. Ella le había pedido un tiempo porque estaba confundida, después de casi dos años de relación, y él se trasladó a la casa de su padre.

Por la noche. Marcelo Muro y su hija estuvieron levantados hasta tarde. “En la madrugada Marcelo sale de su casa y ve a Lagos, vestido de civil, caminar en dirección a la casa de Magnolia, con la mirada desorientada”, relató el fiscal Maximiliano Breide Obeid, durante la formulación de cargos, ayer por la tarde (ver aparte).

Otro vecino de apellido Ceballos, que vive a metros, escuchó ruidos, se asomó por la ventana y vio que a la casa de Magnolia le faltaba la puerta. Pensó en un robo, pero lo vio salir a Lagos con un arma en la mano y corrió en busca de ayuda de la policía.

La policía llegó y según las pruebas reunidas por el fiscal, Lagos les confesó: “Encontré a mi mujer cagándome”, “debería haberlo agarrado a trompadas”, destacó Breide Obeid.

Lejos de ese lugar, Glenda, la madre de Magnolia, cenaba con amigos cuando recibió el llamado con la noticia. “Nunca hubiera imaginado una cosa así. Hace dos años que salían y nunca sospeché nada”, dijo ayer a la tarde entre lágrimas en la puerta de Terapia Intensiva del Castro Rendón.

La habían dejado entrar a ver a su hija hacía unos minutos y no se reponía del estado de nervios. “Está entubada, no pudo contarme nada, lo único que le dije es que esté tranquila que el bebé está con nosotros”, decía Glenda.

Pablo, el hermano de Magnolia, estaba adentro y su cuñada, aportaba las palabras que le faltaban a su suegra. Contaba que la chica había entrado en paro, que le habían hecho una cirugía para reparar el pulmón dañado y que la estaba peleando por su vida.

Ya casi de noche, durante la formulación de cargos, Alejandro Lagos, no dice nada, no llora, no hace gestos, solo mira al juez.

“Lagos le dijo a la policía que su mujer lo había engañado, que debía haberlo agarrado a trompadas y que se quería matar”,

dijo el fiscal Maximiliano Breide Obeid en relación con los dichos del acusado.

Otro caso parecido hace menos de un mes

Juan Ernesto Calello (24) asestó el sábado 29 de octubre una certera puñalada a Patricio Escudero (25) porque estaba junto a su ex pareja ante quien no podía acercarse por orden judiclal.

Femicidio vinculado fue la figura legal para este caso hace menos de un mes en la toma 2 de Mayo.

Datos

“Lagos le dijo a la policía que su mujer lo había engañado, que debía haberlo agarrado a trompadas y que se quería matar”,

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