Caminata de primavera en el cerro Mirador

Un trekking de 4 horas para llegar con raquetas o esquíes de travesía hasta el hito de frontera, a 47 km de Villa La Angostura. A sólo 150 metros del lado chileno accedés al sendero para empezar el ascenso.

Todo es blanco. Nieve, cielo y viento. Así comienza el sendero. El pronóstico decía que iba a estar despejado y que la temperatura llegaría a los 14 grados. Todo lo contrario: frío intenso y una nube espesa que apenas permite ver a los compañeros.

A metros del estacionamiento donde dejamos el auto (del lado argentino), se abre el sendero (en territorio chileno). Un cartel nos indica el lugar. Como partimos desde 1.315 metros sobre el nivel del mar, todavía la nieve se conserva y antes de ingresar a la senda nos colocamos las raquetas de nieve. En el caso de los esquiadores, serán los esquíes de travesía que tienen una “piel de foca” en la base y fijaciones especiales que les permiten caminar.

En la cabeza resuena la frase (para nosotros, una promesa) de nuestro guía Darío Remorino: “En el Mirador está la mejor vista de todas”. El tiempo no parece estar de acuerdo, pero la esperanza de esa postal hace olvidar el frío y el viento.

La trepada es suave y progresiva. En el inicio un pequeño bosque de lengas, y luego una planicie nívea que intimida.

La nieve se siente “primaveral”, algo pesada, y ya promediando el kilómetro y medio el cuerpo entró en calor. Es necesario ir hidratándose eventualmente –aunque por el frío y la nieve no sintamos sed–, y picar alguna almendra, nuez o pasa de uva durante el trayecto. Renueva la energía automáticamente.

Hasta el hito que separa arbitrariamente la Argentina de Chile son unos 2 km, tal vez un poco más. Darío nos cuenta que en Toponimia del Nahuel Huapi, de Martín de Biedma, se menciona que antiguamente –antes de que existiera la traza de la ruta actual– ese sendero era el paso más transitado de la zona.

Rodeamos dos morros de piedra y llegamos a un mojón de hierro antiguo. El cartel de un lado dice “Argentina”, del otro “Chile”.

En ese momento, la paradoja irrumpe: alguna vez, en esa paz que sólo se siente en la montaña , por ese “límite” casi vamos a una guerra. Durante el conflicto con Chile en 1978 en las inmediaciones de la zona ubicaban las trincheras argentinas y chilenas.

Superada la paradoja y tomada la reglamentaria foto en el hito, unos metros más adelante nos ubicamos en un estratégico pozón de nieve para almorzar, momento importante de toda excursión.

Ya repuestos –circuló de mano en mano hasta una cerveza artesanal – emprendemos el regreso. El viento parece despejar el cielo y el celeste asoma tímido.

De pronto, la promesa comienza a ser realidad. Subimos un morro y, como esperándonos, el cielo se abre. Aparece detrás del telón una interminable y espectacular Cordillera de los Andes. Desde allí a lo lejos se pueden ver nueve volcanes de la zona (Tronador, Pantojo, Puntiagudo, Osorno, Casablanca, Puyehue, Mocho Choshuenco, Villarrica con su fumarola y el Lanín). Del lado chileno, si las nubes lo permiten, el valle del río Gol Gol, el lago Puyehue y hasta la cordillera de la costa.

En el último tramo, el sol aparece pleno y el paisaje cambia. Si bien regresamos por el mismo sendero, parece que fuera la primera vez. Los esquiadores sacan la piel de foca y se deslizan por las suaves pendientes.

Nosotros, con raquetas, volvemos a paso lento para poder aprovechar el sol que se nos había negado, y ese paisaje que se impone.

El precio

“El cartel de un lado dice Argentina y del otro Chile. Por ese límite alguna vez aquí había tropas y casi vamos a la guerra. La paradoja: la paz que se siente en la montaña”.

La travesía es de exigencia moderada. El premio: una panorámica espectacular de la cordillera de los Andes. A lo lejos, se ven nueve volcanes.

Equipate como si

fueras a esquiar

Un cerro ideal para el esquí de travesía

Estacionás en Argentina y subís en Chile

Voy + Travesías

Voy

Datos

$ 200
por persona en el marco del ciclo de salidas de la Biblioteca Popular. El guía es Darío Remorino. En travesías particulares, dependerá de los integrantes del grupo.
“El cartel de un lado dice Argentina y del otro Chile. Por ese límite alguna vez aquí había tropas y casi vamos a la guerra. La paradoja: la paz que se siente en la montaña”.
La travesía es de exigencia moderada. El premio: una panorámica espectacular de la cordillera de los Andes. A lo lejos, se ven nueve volcanes.
En el invierno o en los comienzos de primavera hay que ir equipados como si fuésemos a esquiar.
Calzado impermeable los que raquetean. Los que van sin raquetas, también polainas.
Otra para los que van sin raquetas: pantalón interior y cubre pantalón, si no pantalón de esquí, remeras térmicas, polar, cortavientos.
Si son friolentos capa de campera de plumas y /o sintético.
No olvidar guantes, gorros, lentes para el sol o antiparras de esquí y bastones (2), protector solar, celular y/o cámara de fotos y, claro, una buena mochila.
Comida: agua (un litro), vianda para el almuerzo, barritas de cereales o algo energético para picar durante la caminata (frutos secos, cereales), termo con algo caliente.
Si vas en verano: mucha agua, protector y gorra (no hay sombra).
No es necesario ser un eximio esquiador para disfrutar de sus suaves pendientes. Se puede hacer un descenso muy tranquilo. Consejo: ir con alguien que conozca el lugar por la formación de aleros peligrosos en algunas zonas.
La Aduana argentina está a 27 km de La Angostura. El hito fronterizo, a unos 20 km de la Aduana y a otros 20 de la chilena. Para acceder al sendero al cerro Mirador estacionás del lado argentino, donde los carteles indican el límite. Caminás unos 150 metros al costado de la ruta y, ya en Chile, a la derecha se toma el sendero señalizado. En invierno la nieve no dejá ver las marcas. Usá el GPS.
Se recomienda ir con guía. La excursión es de unas 4 horas, según el ritmo.
La cumbre del cerro Mirador, más exigente, está a 1.845 m.

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