En camello por el océano

El surfista sale del agua y deja la tabla sobre la arena; el mar está demasiado tranquilo. “Las mejores olas las encuentras allí. Si quieres yo te llevo”, le dice un camellero mientras señala hacia el otro extremo de la playa. Y el camello se pone en marcha lentamente. Poco a poco Esauira desaparece en el fondo. Tan sólo se ve la imponente muralla de esta ciudad costera, tras la cual se encuentra la medina.

El casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. Las fachadas encaladas de blanco y azul evocan el pasado portugués de Esauira. Las calles huelen a artículos de cuero, especias, té de menta y, naturalmente, a pescado, que a menudo se prepara y sirve en un tajín en los numerosos restaurantes.

Esauira se convirtió en el paraíso de practicantes de windsurf y kitesurf, que hace ya algunos años conquistaron la costa al norte y al sur de la ciudad.

“Los constantes vientos alisios y las agradables temperaturas que reinan durante todo el año atraen a surfistas de todo el mundo”, asegura un marroquí que gestiona en el pueblo costero de Imsouane una escuela de surf con algunos dormitorios.

Imsouane pertenece, junto con Esauira, Safi, Taghazoute y Sidu Kaouki, a los lugares más conocidos para practicar surf y kitesurf de la costa atlántica marroquí. Allí apenas hay puestos de playa o barcos turísticos. Pero además de los amantes de los deportes acuáticos, cada vez son más los veraneantes que se entusiasman con las kilométricas playas naturales del sur de Marruecos, aunque todavía no hay turismo de masas.

La playa de Lalla Fatna atrae con sus aguas claras y su soledad. Luego, en la kilométrica playa de arena del cabo Tafelney sólo nos cruzamos con pescadores locales.

Y cuanto más al sur se avanza, más solitario se vuelve. La vegetación va disminuyendo poco a poco, la cercanía del Sahara es palpable. A partir de Sidi Ifni, una antigua plaza militar española, las playas son cada vez más largas, solitarias y desérticas. Los españoles mantuvieron aquí una base para el comercio de esclavos y la pesca desde 1476 hasta su retirada en 1968, por lo que muchos habitantes mayores todavía hablan español.

La costa atlántica de Marruecos tiene 2.000 km. Hacia el norte, Rabat, la capital, es uno de los lugares de la costa a menudo más subestimados. La mayoría de los turistas conoce Marrakech y Fez, pero Rabat tiene más que ofrecer. El mercado del zoco es una verdadera atracción, la ciudad antigua tras la muralla de la fortaleza es un fascinante laberinto de callejuelas en azul y blanco con jardines de estilo andalusí y morisco y estupendos cafés.

Cuándo viajar y qué documentos llevar

Los veranos en Marruecos pueden ser muy calurosos, por lo que la mejor época para viajar es de septiembre a noviembre y entre marzo y principios de junio.

Numerosas compañías aéreas vuelan desde Europa a Rabat, Marrakech, Casablanca y Agadir. En estas ciudades se puede alquilar un coche para recorrer el lugar.

Sólo se necesita un pasaporte con una validez de seis meses a partir del comienzo del viaje.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios