Tres días para remar y dejarse llevar

Es el turno del Mascardi en la recorrida de Jimena y Andrés en kayak por los lagos de la región. Una aventura de 60 km en las cercanías de Bariloche para disfrutar los paraísos patagónicos desde el agua.

Por Jimena Sánchez

lavidadeviaje@gmail.com

La primera vez que le vimos la cara al lago Mascardi fue desde el balcón de la Ruta 40 hace unos años atrás. Veníamos recorriendo la Patagonia en bicicleta y así nos conocimos: nosotros sobre tierra firme mareados de tantas curvas pero extasiados de naturaleza; él estático, tímido y rodeado de coihues que con sus ramas y hojas lo escondían de la mirada humana. Era como estar frente a un rostro a medio ver.

Tiempo después volvimos a Bariloche y nos reencontramos. Esta vez sabíamos que lo íbamos a conocer en detalle porque ya no estábamos sobre ruedas ni tampoco con intenciones de estar en tierra: ahora la aventura sería en kayak para remar sus aguas, dormir en sus costas y completar la foto parcial de aquella vez.

El Mascardi está muy cerca de la ciudad de Bariloche, entre los lagos Gutiérrez y Guillelmo. De los tres es el más grande, tiene forma de V, una isla llamada Corazón y el solemne cerro Tronador en su único brazo.

Llegamos a la cabecera norte del lago casi al mediodía. Es durante los minutos previos a la salida cuando cargar los kayaks se convierte en un verdadero juego de ingenio: qué ponemos en el tambucho de adelante, qué bolsas secas pesan más y cuáles menos, cuáles son las de la comida para dejarlas a mano, qué no vamos a usar durante el día para que quede en el fondo del tambucho de atrás.

El resultado: un tetris de bolsas azules, rosas, amarillas y verdes ideal para aquellos que necesitan ejercitar la memoria.

La primera sensación que nos descoloca de esta forma de viajar, es el breve instante en el que hay que levantar y arrastrar el bote al agua para empezar a remar: el kayak pesado se vuelve una pluma, se desliza confiado en la superficie que lo sostiene y queda flotando a la espera de alguien que sea su motor.

Una vez arriba, todo cambia: las formas de las nubes, el calor del sol, la distancia entre nosotros y las montañas, el vuelo de los cauquenes que se ralentiza, la textura de las piedras, el largo de los muelles, los sonidos del viento, los aromas del aire, los colores (el azul noche, el turquesa brillante, el verde esmeralda), los movimientos del cuerpo, la velocidad del tiempo.

Somos seres de tierra: las plantas de nuestros pies nacieron con raíces y con ese sello observamos el mundo. Pero en el agua lo conocido se vuelve nuevo. Y desde ese lugar todo lo que sucede a nuestro alrededor se transforma, como el árbol hundido con cuerpo de sirena y cabeza de animal o la pared de piedra que dibuja un mapa con sus grietas.

El primer día remamos 18 km en total. El pronóstico anticipaba que el viento iba a ser solo una brisa, pero las ráfagas no nos dan tiempo ni para pestañear: el soplido que siempre es del oeste vaya uno a saber en qué cerro rebota para que la ola nos acerque cada vez más a la costa.

Este es el día de la contemplación. El ritmo del viento que modifica el sentido del agua, el movimiento del cuerpo que copia el traqueteo de las olas, las islas de piedra que emergen de la nada.

El segundo día remamos 17 km. Las nubes le suman textura al cielo que hasta ayer estaba limpio. Como algo que no tiene importancia en lo cotidiano, en el agua se convierte en un actor principal. Mientras avanzamos nos damos cuenta que dejamos atrás la costa llena de casas y lanchas estacionadas: estamos por primera vez en lugares que casi no fueron intervenidos por el hombre. Aprovechamos que el lago está planchado para cruzar en diagonal hacia la isla Corazón. La rodeamos y almorzamos en su costa acolchonada de hojas y troncos hasta que el viento sacude el agua y nos apura a salir.

El segundo día es el de la atención. Ver la punta del kayak y concentrarnos en los movimientos. Olvidarnos de los pájaros, las palabras y las fotos y gritarle “pido” al viento: de golpe las ráfagas se tranquilizan y nos quedamos flotando en el agua con la atención puesta en el Tronador, uno de los cerros más altos de la Patagonia. Si en algún momento del viaje las pupilas se dilatan, es en este instante.

El tercer día remamos 25 km. Hoy no hay nubes, pero sí vacas pastando sobre la costa. Hoy tampoco hay sonidos, pero sí reflejos sobre el agua. Hoy no remamos cerca del bosque, pero sí por el medio del lago: está tan sereno y el Tronador tan fotogénico que rompemos la linealidad de la travesía. El tercer día es de la consciencia. Consciencia del tiempo presente, de lo que estamos haciendo, de que remar es tan espectacular como diferente a todo. Consciencia de la plenitud que sentimos y de la belleza primitiva que nos rodea.

Llegamos al punto de partida y no queremos que la travesía se termine, pero sabemos que la próxima será seis veces más grande y por el cuarto lago más importante de Argentina. La próxima será por el titánico Nahuel Huapi durante 17 días y 400 km.

Voy + Travesías

Acampe improvisado a orillas del lago.

Navegando la costa de la isla Corazón.

El Mascardi. Olas y viento.

Desayuno en una playa escondida.

Consejos para que lo recorras por tu cuenta

Dónde dormir si vas solo o con amigos

Cómo hacerlo si no tenés un kayak

Datos

Si contás con el equipo y la experiencia necesarios, podés darle la vuelta completa al lago en tres días.
Equipo necesario: kayak de travesía, carpa, bolsa de dormir, bolsas secas (para la comida y ropa técnica), GPS de aventura y celular para llamadas de emergencia. Es obligatorio llevar todos los elementos de seguridad: chaleco salvavidas, cubre copick, silbato, espejo y navaja.
Revisá el pronóstico en forma periódica en windguru.com
Camping Relmu Lafken: área agreste con costa de lago abierto durante la temporada de verano. Ubicado en la cabecera norte del Mascardi, tiene fogones y se puede practicar pesca y náutica. No hay luz eléctrica. Más info: Fb camping.relmulafken
Camping Los Rápidos: tiene seis hectáreas para acampar y un hostel albergue. Ubicado en la cabecera sur, cuenta con proveeduría, comedor y playas de arena sobre el lago y costa sobre el río Manso. Más info www.losrapidos.com.ar
Senzalimiti Adventures: la expedición tiene una duración de tres días y dos noches. El nivel de exigencia es medio/alto y se hace de octubre a abril con guías, logística, comidas, equipo de camping y cocina. Más info y tarifas : slimiti.com
Pura Vida Patagonia: la travesía tiene una duración de dos días y una noche. Incluye kayaks, equipo de remo, guías bilingües, comidas y equipo de camping (excepto bolsa de dormir y aislante).
Más info y tarifas: puravidapatagonia.com.ar

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