A treinta años del estreno en la Argentina, «Z» sigue viviendo
La película de Costa Gavras fue un hito en el cine de carácter político. Se estrenó en la Argentina en un momento muy particular, un tiempo en que la violencia comenzaba a a calar hondo en la vida del país. Ives Montand, Irene Papas, Jean-Louis Trintignant, Charles Denner, Yago, Vago... la música de Mikis Teodorakis, desde la pantalla deslumbraron poniendo un ritmo intenso a un filme magistral y parejamente estructurado.
Tiene un argumento sencillo y casi mecánico en su desarrollo.
Un despliegue que permite prever por dónde marcharán los acontecimientos.
Desde esa perspectiva, no hay mayores posibilidades de sorpresa.
Incluso no resulta aventurado afirmar que en lo concerniente a sus secuencias, la película se estructura en términos muy conservadores. Lineales.
No hay genialidades que contengan la respiración.
Tampoco golpes de efecto.
Nadie se come la pantalla.
La cámara no tiene ningún preferido.
Sólo por un momento la impecable serenidad de Yves Montand o el rostro de cejas varoniles de Irene Papas o el imperturbable Jean -Louis Trintignant, amagan robarse la cámara.
Un simple amague, no más.
Pero nada de todo esto conspira contra la fuerza avasallante que define a «Z», aquella película de Costa Gavras que dentro de pocos días hará 30 años que llegó a la Argentina.
Y que llegó con la intensidad de la música de un Mikis Theodorakis que se encargó de inyectarle al argumento un ritmo arrollador.
Basta recordar el frenético escape de Manuel perseguido con decisión de asesinato por un Peugeot 403.
Carrera interminable. Manuel con legua afuera, corbata al aire. Paragolpes pegados acariciando las pantorrillas.
Y los músculos que se aflojan cuando Manuel se salva.
Manuel murió hace tres años. Se llamó Charles Denner.
Argumento con historia es el de «Z». Costa Gavras se inspiró en lo sucedido el 22 de mayo del «63 a Georges Lambrakis, catedrático de medicina de la Universidad de Atenas. Miembro de la Unión de Izquierda Democrática de Grecia.
Aquel día – en Salónica – Lambrakis preside un encuentro de «Amigos de la Paz». Habla contra el armamentismo. Y contra la instalación en Grecia de una base norteamericana de misiles nucleares.
Con respaldo de la policía, grupos de derecha hostigan el acto.
Lambrakis sale. Un ciclomotor con dos lumpen a bordo, avanza. Una cachiporra hace el resto: tritura el cerebro de Lambrakis.
Tres días después, muere. Entonces será «Z», que en griego antiguo significa «vive».
En el «68 el escritor Vassilis Vassilikos transforma en novela el asesinato de Lambrakis.
Desde hace un año en Grecia mandan los coroneles. Hay tortura, asesinatos y censura.
Se prohíbe a Ionesco, Becket, Gorki, Sartre – por supuesto -, los Beatles y romper copas a la rusa…
Ese año Costa Gravas se pone a trabajar en el guión de lo que será «Z». Un español republicano que asqueado del dogmatismo ha abandonado el PC, le ayuda a sistematizar ideas: Jorge Semprún.
El 26 de febrero del «69 la película se estrena en París. Algo más de un año después, en el Rex de Buenos Aires.
El «70, tiempo con sabor a violencia en la Argentina… El Cordobazo había destrozado los sueños de poder largo y duro de un general de pensamiento obtuso: Juan Carlos Onganía.
La guerrilla ya serpenteaba por el país. Y en mayo de ese «70, un hombre que recuerda a sangre es secuestrado y asesinado: Pedro Eugenio Aramburu…
Asesinato producto de un complot cuyos alcances aún no han sido develados, aunque los miserables Montoneros asuman su responsabilidad. ¡Aquí, era el año apropiado para «Z»!…
Ives Montand como Lambrakis; Irene Papas su mujer, cuya admiración con su marido la torna involuntariamente indulgente con la infidelidad a que está sometida…
Y Manuel y Matt, los colaboradores de Lambrakis… sinónimos de la política «acción, acción», como la definió Dantón…
Y también un general, un coronel y sus matarifes, los marginales Yago, Vago…
Y un juez de Instrucción que buscará y llegará a la verdad…
A 30 años de su estreno, «Z» vive..
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Carlos Torrengo
Tiene un argumento sencillo y casi mecánico en su desarrollo.
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