Sólo cinco alumnos del curso de la tragedia volvieron a clases

Natalia, una de las sobrevivientes, regresó ayer a la escuela de Patagones.

CARMEN DE PATAGONES (AV)- No fue fácil volver a transitar los pasillos donde el 28 de setiembre de 2004 un total de 13 disparos terminaron con la vida de tres compañeros y menguaron las esperanzas de otro puñado de adolescentes. Los alumnos de la escuela Islas Malvinas retornaron ayer a las aulas después del receso, aunque fueron menos de los que se esperaban. Es que sólo una sobreviviente y otros cuatro compañeros de Júnior volvieron a las aulas.

Durante el espacio comunitario y de inicio de actividades reinó la curiosidad porque aún se mantienen, oídos adentro, los estampidos y apretujadas la impotencia y la desazón. Pero también las ganas de pensar en otras cosas dejando atrás las imágenes de la tragedia, cuando Júnior empuñó la Browning nueve milímetros que su padre usaba en la Prefectura Naval para ultimar a Sandra Núñez, Evangelina Miranda, Federico Ponce y dejar heridos a cinco chicos más.

La preceptora Graciela Otero se paró frente a casi 300 chicos y leyó algunos párrafos de un texto elegido especialmente para recordar aquel momento. Apenas cinco jovencitos de los 22 que quedaron en el fatídico Primero «B» acudieron a la formación. Entre ellos, tomó coraje y como si fuera un día cualquiera en su vida, apareció Natalia Salomón, una de las heridas de bala aquel día. Los 17 restantes -por decisión de sus padres- se ausentaron ante la falta de respuestas de las autoridades educativas bonaerenses al pedido de reparación del colegio. Pese a lo coqueto del edificio de calle San Lorenzo al 100 hay ventanas atadas con alambre que, incluso, despertaron sorpresas en una visita del ministro Mario Oporto, quien hasta ahora pareciera no haber aportado solu

ciones en ese sentido. Las brochas aparecieron sólo para tres aulas, mientras las aberturas siguen abriendo para adentro.

El minuto de silencio pareció interminable. Adriana Goicochea, la directora, exploró el ambiente casi inmaculado, pues había muchos nuevos cursantes, y envió a los alumnos al trabajo.

«Todo normal, todo normal….», afirmó aunque admitió que el curso del conflicto no tendrá la misma idiosincrasia. A los chicos que ya no caminarán esos pasillos y ni siquiera las calles maragatas, asomó una pequeña deserción.

Pablo Saldías, el que más resultó afectado en el tiroteo y consiguió una milagrosa recuperación, optó por cursar en el Colegio María Auxiliadora, mientras que Rodrigo Torres fue enviado a un instituto privado de Viedma casi a regañadientes, pues algunos allegados habrían deslizado que pretendía seguir codo a codo con quienes compartió alegrías y tristezas.

Por tratarse del primer día y sabiendo que aún restan aceitarse algunos mecanismos en cuanto a los horarios de materias, el minúsculo grupo pidió retirarse y partió rumbo a sus casas quizá para revivir con sus familiares el día del retorno.

A las asignaturas pendientes sobre la infraestructura y apoyo psicológico oficial, se agregó que los integrantes del Primero «B» -hoy en segundo del Polimodal- ya no cuentan con el acompañamiento especial asignado por vía de excepción.

En los momentos más aciagos estuvieron al cuidado de personal de preceptoría que se ajustó a las circunstancias. Una buena experiencia se pudo comprobar con el nuevo profesor de Derechos Humanos Juan Carlos Santayú, quien suplantó al profesor Ruiz, el que debía estar en el curso ese martes y en la actualidad se mantiene con licencia viviendo en el conurbano bonaerense. Hoy cuesta convencer a los poderes decisorios de lo acertada que fue esta medida, como para repetirla y confirmar a ese cuerpo docente.

Natalia: «Hay que seguir adelante»

Natalia Salomón, que en la tragedia recibió un impacto de bala en su brazo derecho, fue la única de las víctimas del ataque de Júnior que ayer concurrió al establecimiento.

«Estoy bien pero sigo haciendo ejercicios de recuperación del brazo, tengo todas las pilas puestas y aunque sé que es un poco duro pienso que hay que seguir hacia adelante» dijo.

Entre los chicos que ayer hicieron su ingreso al primer año del polimodal había rostros de preocupación y uno de ellos, Enrique, aseguró que «es un desafío venir a esta escuela, porque después de lo que pasó el clima acá es distinto».

 

Hay que avanzar juntos

 

Parte de los nervios de todos los chicos, se disiparon cuando empezó el acto formal y tomó la palabra una de las docentes. Ese sencillo acto de reapertura del ciclo escolar contó con un minuto de silencio en homenaje a Federico Ponce, Evangelina Miranda y Sandra Núñez, los tres chicos muertos en la fatídica mañana del 28 de setiembre último. Graciela Otero, una de las preceptoras, pronunció un breve mensaje, en el que consideró que hay que «avanzar juntos y sin tropiezos, lo tenemos que hacer por ellos y porque en lo alto tres luces brillan para alumbrarnos el camino». (Télam)

Júnior también quiere estudiar

Pasaron ya más de cinco meses de la masacre de Patagones. De aquel fatídico 28 de septiembre cuando la sangre corrió en la escuela «Islas Malvinas» y ya nada volvió a ser lo mismo.

Desde ese mes, Júnior, el menor que mató a tres de sus compañeros y provocó heridas en otros tantos, está alojado en El Dique, un instituto de máxima seguridad ubicado en el partido de Ensenada. Júnior tiene una celda que no comparte con nadie. Y para poder preservar su seguridad, las autoridades decidieron no revelar su identidad a los 29 jóvenes internados para evitar agresiones.

 

Terminar el polimodal

 

Pero, tras varios días de encierro, una idea fue madurando en su mente: terminar el polimodal en el instituto para menores.

Ahora, la Justicia debe decidir si Júnior puede completar sus estudios, lo cual no está permitido por el régimen de internación de menores. Algunas de las alternativas en estudio son que el joven concluya su formación media a través del sistema de educación a distancia, o que rinda sus materias con exámenes libres.

Otro colegio para Pablo Saldías

Claudia Kloster es la mamá de Pablo Saldías, uno de los alumnos que ayer dirigieron sus pasos hacia otro establecimiento. Si bien ya no forman parte de la comunidad educativa de la escuela Malvinas, se tomó su tiempo para reflexionar.

«Estamos mejorando, es un largo camino y no es una cuestión de un día en la recuperación del grupo familiar», afirmó. Lamentó la decisión porque «dentro de la sociedad escolar se había insertado muy bien, con lo cual reinsertarse en otro grupo es otro paso».

Explicó que el cambio de escuela respondió a que Pablo «se sentía triste, no quería volver a una escuela donde faltaba gente y entonces le dimos la opción», aunque «se sigue viendo con algunos de sus antiguos compañeros».

En cuanto al primer día de clases en un establecimiento distinto, Claudia comentó que «fue todo muy especial y muy emotivo desde el principio, los momentos previos los vivimos sobresaltados sabiendo que era el primer día de clases» y pensando que «había que confiar en autoridades de otra escuela, sabiendo en qué condiciones lo saqué una vez» de Malvinas.

Destacó que «la vida siempre es una posibilidad» y además «este será un año muy duro para él desde el punto de vista intelectual porque vivió un stres muy importante. Vamos a tratar de reponernos y como sé que tengo un hijo distinto que creció de golpe, yo tengo que ser distinta». (AV)


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