No son tiempos para indiferentes
Ricardo Villar*
Todos nos debemos preparar para “arremangarnos” y hacer propia la reconstrucción, siempre pensando en el bien general

A cuatro meses de haber establecido las primeras restricciones, en la provincia comienza a quedar en claro el impacto que está recibiendo el cuerpo social neuquino. Y desde ese punto, aproximado a lo que será lo definitivo, se empieza a dimensionar lo que habrá que hacer para la reconstrucción, reparación o reanimación. Será una tarea enorme. No debemos usar ambigüedades ni subterfugios para enmarcar lo que se proyecta como una catástrofe.
Si no sinceramos la situación, erraremos en las recetas a elaborar y las herramientas a utilizar. Hay daños en todos lados, algunos irreversibles; otros remediables, aun cuando haya que mutar de roles o reinventar actividades; y en otros casos habrá que realizar algo diferente, con todos los riesgos y traumas que implican los cambios estructurales, tanto en lo individual como en lo colectivo.
Desde lo económico y financiero el Estado neuquino ya venía haciendo agua, antes del último marzo. La excesiva dependencia de los hidrocarburos y el alto gasto público empezaron a colisionar cuando los ingresos por aquella explotación comenzaron a menguarse, por medidas nacionales e internacionales, muy lejanas a la capacidad decisoria de los neuquinos.
La pandemia y la consecuente y renovada cuarentena potenció el problema, lo amplió a todos los sectores y en parte diluyó las responsabilidades de un fenómeno que avanzaba sin frenos.
Hoy estamos tratando de contener a un virus “sotreta” y huidizo a los apurados avances de la ciencia, por un lado, y, paralelamente, viendo cómo evitamos que se sigan cayendo actividades, que se expandan las necesidades elementales, con un Estado que deberá seguir fabricando plata para atender a demandas que crecen día a día.
Si se comprende que esta convocatoria no busca salvar la ropa de un gobierno y que el objetivo es superior y noble, hacia toda la sociedad y el futuro, entonces el proceso será productivo.
Desde este escenario debemos mirar hacia el futuro, porque el virus será controlado, y seguramente convivirá con nosotros como otros bichos; las libertades de movimientos serán recuperadas por los hombres y mujeres, y todos querremos vivir con normalidad, es decir estudiar, trabajar, formar una familia, militar en política y aspirar y llegar a cargos de gobierno y otras rutinas.
Con lo enunciado antes -suponiendo que se ajuste a lo que ocurrirá, o ande muy cerca-, fácil es suponer que la tarea será ciclópea, con forma de epopeya, como lo son todas las reconstrucciones luego de desastres naturales, bélicos o sanitarios como es este caso.
Tan grande que excederá las capacidades y posibilidades de un gobierno que se preparó para administrar otro tipo de provincia, con factores económicos, sociales y políticos complicados, pero conocidos en su esencia.
Por eso, adhiero a la convocatoria multisectorial que está realizando el gobierno del señor Gutiérrez. No me estoy subiendo a la ola. Lo escribí en una nota publicada por Río Negro el 5 de mayo pasado.
Se trata de un desafío a dos puntas. Para el gobierno, porque deberá tener en cuenta los aportes que reciba, aun cuando sean contradictorios con su pensamiento, siempre y cuando apunten al bien común. Se trata de un reto complicado para gobernantes acostumbrados a manejar poder con sus propios criterios. Del otro lado estarán los sectores convocados -políticos, gremiales, sociales, empresarios, religiosos, étnicos y hasta los desocupados-, algunos de los cuales no aceptarán el convite, pero otros -tal vez la mayoría- aprovechará para hacer conocer sus propuestas.
Si se comprende que esta convocatoria no busca salvar la ropa de un gobierno y que el objetivo es superior y noble, hacia toda la sociedad y el futuro, entonces el proceso será productivo.
Pero no hay que esperar soluciones mágicas ni rápidas. Será el comienzo de un camino que nos debe depositar en los cimientos de una provincia y una sociedad con mayores virtudes, más armónica en su crecimiento y desarrollo, más justa en la vida de sus habitantes, más equilibrada en el aprovechamiento de oportunidades, más transparente en el manejo de sus instituciones, más sana en lo ambiental.
Aseguran que la pandemia provocará cambios estructurales a nivel mundial. Aspiro a que eso también se produzca en mi provincia, que se vaya desarrollando un cambio cultural en donde se milite por derechos pero también se prediquen las obligaciones, en donde los jóvenes se formen mirando un abanico de oportunidades creativas y dignificantes y que tomen al petróleo y el conchavo en el Estado como una opción más, no exclusiva para cumplir sus sueños.
Todos nos debemos preparar para “arremangarnos” y hacer propia la reconstrucción, siempre pensando en el bien general. De esos aportes multisectoriales (que también deben ser intergeneracionales, para que se sustenten en el tiempo) deben surgir propuestas atractivas, convocantes y con amplio consenso que deben alumbrar el camino. Debería ser una especie de épica neuquina, alimentados en un pasado de luchas contra las adversidades y las lejanías y en las figuras de los dos líderes contemporáneos, como Felipe Sapag (por su visión y estrategia para vitalizar un territorio desvalido) y Jaime De Nevares, por su compromiso con lo social y la justicia.
La convocatoria está en marcha. La oportunidad para hacer algo importante empieza a madurar. Creo que no es tiempo para indiferentes, piense como piense.
*Periodista, exdiputado neuquino por la UCR
Todos nos debemos preparar para “arremangarnos” y hacer propia la reconstrucción, siempre pensando en el bien general

A cuatro meses de haber establecido las primeras restricciones, en la provincia comienza a quedar en claro el impacto que está recibiendo el cuerpo social neuquino. Y desde ese punto, aproximado a lo que será lo definitivo, se empieza a dimensionar lo que habrá que hacer para la reconstrucción, reparación o reanimación. Será una tarea enorme. No debemos usar ambigüedades ni subterfugios para enmarcar lo que se proyecta como una catástrofe.
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