Fuego y virtuosismo en el Llao Llao

La violinista Virginie Robilliard afrontó con aplomo y extraordinario virtuosismo cambios en lo programado, a raíz de un problema de salud del pianista José Luis Juri. La XIV Semana Musical Llao Llao prosigue hoy con una singular propuesta, como es la actuación del Quinteto de Vientos de la Fundación Cultural Patagonia, a bordo de un catamarán.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Una circunstancia imprevista hizo que el concierto que protagonizarían el pianista José Luis Juri y la violinista Virginie Robilliard se convirtiese en una ocasión donde la artista francesa destelló del principio al fin.

La velada del martes en el hotel Llao Llao comenzó con un anuncio que desencantó a quienes esperaban escuchar por primera vez en el ciclo de Semanas Musicales la «Sonata en La Mayor op 13» para violín y piano de Fauré. La explicación brindada por los organizadores fue inapelable. Un problema de salud de José Luis Juri le impidió ensayar debidamente en los últimos días, por lo que la actuación de ambos juntos se redujo a las piezas programadas para la segunda parte.

En lugar de la obra de Fauré al comenzar, Robilliard ejecutó «La Chaconne» de Bach, interpretación que le ha valido premios internacionales desde que tenía sólo 17 años.

Oportuna explicación brindó al público Julio Palacio, el comentarista que tomó la «posta» de Nelson Castro, presentador de los tres primeros días de la XIV Semana Musical. De la introducción quedó claro que para valorar y disfrutar la obra de Bach debía captársela como una estructura, en el sentido arquitectónico más amplio y complejo.

Construcción que Virginie Robilliard desarrolló a partir de una concentración absoluta.

De pie, con los brazos a los costados del cuerpo y los ojos cerrados, inclinó la barbilla hacia el esternón y mantuvo brevemente esa postura. Esa actitud de centramiento total de su yo se mantuvo férrea a lo largo de todo el espectáculo.

En cuanto a «La Chaconne», pese a la advertencia de Palacio acerca de una partitura de no muy fácil aceptación, dejó al público con el aliento en suspenso, tal la magnificencia de la versión brindada por la instrumentista francesa radicada en Venezuela. «La toco desde que tengo 15 años y es la obra que más amo», dijo Virginie sencillamente. A su término, tras los prolongados aplausos, añadió: «Así como veo a Bach como Dios, veo a Paganini como el diablo». Apreciación ratificada de inmediato con la ejecución de los «Caprichos 13 y 1» del virtuoso compositor y violinista italiano, interpretadas con tanto fuego y virtud que hicieron pensar, a raíz de las palabras escuchadas, que el Cielo puede confundirse con el Infierno.

Luego, se sumó el pianista José Luis Juri para una deliciosa «Introduction et Rondo Capriccioso» de Saint Saëns. En la segunda parte, «Poème» de Chausson, y «Tzigane» de Ravel fueron seguidos en el obligado bis por «Salude d'amour» de Edouard Elgard.

Finalizado el concierto, Virginie Robilliard, se refirió a su profesión: «Es un gran compromiso, una cosa sagrada para mí; no

se juega con la música, especialmente con obras como el 'Poème' de Chausson, siento al final algo muy especial, como una resurrección. Habla de emociones muy profundas y, claro, si estoy tocando el 'Rondo Capriccioso' es otro estilo, mucho más con humor. Pero cuando uno actúa, siento que hay que entrar en el rol del carácter, porque la música habla de diferentes emociones. Entonces no veo otra manera de hacerla si no es estar adentro».

Sobre el festival, del que participó por primera vez, dijo estar impresionada «por la calidad y por el público. Me pareció igualito al del Carnegie Hall de Nueva York; muy educado, que aprecia mucho la música, culto. Esto ayuda mucho a la concentración».


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