Sandra Mihanovich crece

La cantante, que mañana cumple 50 años, habló con "Río Negro" sobre su disco, "Creciendo", que presentará en agosto en Neuquén.

Sandra Mihanovich ya inició su gira nacional, que la traerá a Neuquén en agosto, en el teatro Opera de Bunos Aires, para mostrar «Creciendo»,un disco que grabó en vivo en el mismo teatro durante noviembre de 2005. Ninguna de las voces grabadas hace año y pico, fueron retocadas por Blas Caballero y Gustavo Del Pont, quienes durante todo el 2006 produjeron, editaron, mezclaron y masterizaron junto a Sandra un material que incluye «Ahora tengo que pensar un poco en mí», «Como el juez a la verdad» y «Soy lo que soy». Un repaso por los treinta años de música para una mujer que mañana cumple cincuenta.

«Creciendo significa, en principio, el transcurso del tiempo, ese crecimiento cronológico imparable. Por lo pronto, es el título de una canción de mi adolescencia, una de esas que se cantan en familia, cómodamente»

Tu hermano Iván, entre ellos.

Vane, otro chico que se llama Willy Artime y Vittorio Olivini; un encuentro de amigos concretó ese tema. Han pasado muchos años y sucedieron, por suerte, unas cuantas cosas. Cuando por primera vez tuve una guitarra en la mano y pude cantar, entendí que iba a ser mi manera de expresarme.

Recién dijiste que pasaron, por suerte, unas cuantas cosas, enmarcando tu situación personal. Del '70, '71 en adelante, sucedieron en el país hechos que nos dejaron tambaleando. Dictaduras, desaparición de personas, la guerra en Malvinas…

Cumplo cincuenta, o sea que viví lo que todos sufrimos, aunque de distintas maneras, claro. Estaba en el secundario cuando murió (Juan Domingo) Perón; me tocó la época en que empezaban los secuestros y el uniforme de mi escuela (Northland) que era privada cambió para que no fuéramos tan identificables, por ejemplo. Me tocó ir al Conservatorio de Arte Dramático y que cambiaran las autoridades, intervenido por el golpe militar… Pero esa historia me tocó un poco de costado. Por un lado, porque tuve la fortuna de empezar a trabajar desde muy chica y evidentemente no fui considerada un peligro porque no fui agredida, nadie me impidió hacer lo que tenía ganas. Yo no era militante política y quizá no tenía conciencia, la tuve de todo lo que pasó, después. Para mí, en aquella época, lo más fuerte fue empezar a encontrar las canciones para cantar. Justamente, una parte del «Creciendo» se relaciona con eso. Fui encontrándome con músicos; en el '78 conocí a Lerner, a Celeste (Carballo), en el '80 a Marilina (Ross), al Negro (Rubén) Rada que cantaba en el mismo boliche que yo. Al Negro (Horacio) Fontova lo conocí mucho después de grabar «Me contaron que bajo el asfalto», un tema suyo.

«A la vez sigue Sandra tuve la posibilidad de trabajar como actriz porque conocí a Alejandro Doria, a quien admiro, quiero y respeto muchísimo. El me dijo, con esa cara tenés que ser actriz… Y me convenció. Esa primera parte de los '80 hice cuatro películas en las que sufrí mucho porque tenía miedo. Cantar nunca me ocasionó temor alguno, siempre me generó placer. Lo de la actuación fue mucho más conflictivo porque lo sentía como una especie de psicodrama. Para que alguien creyera lo que el personaje sufría, debía sufrir yo. Pero fue importante conocer a Doria, en principio, que hasta hoy es un amigo-papá-referente, muy buena gente, lo quiero muchísimo. Y grabé muchos discos también. Pasé de cantar en los boliches a hacerlo en Obras. Vos mencionabas las Malvinas e indudablemente son algo muy fuerte para mí. Lo nacional estaba bastante acotado en los medios y el 2 de abril del 82 desapareció la música en inglés de todas las radios. Eso generó un espacio gigantesco para todos nosotros. Y aparecimos un montón, todos juntos, en malón.

Porteños, rosarinos…

La plaga rosarina (ríe), fantástica. Fue una época de salir para afuera de un modo muy fuerte y creo que con bastante inconsciencia, alegría. El '83 fue un año glorioso en el que pude estrenar mi DNI… estábamos felices porque había terminado el jardín de infantes, nos habíamos recibido con la democracia. Terminamos de repetir. A pesar de que no estaba todo resuelto, ni lo está hoy, fue un primer pasito adelante bien importante.

Tu voz es fácilmente reconocible.

Eso es una parte y se relaciona con la identidad. Pesa, sí. La identidad siempre la busqué a través de mi forma de cantar. Ese es un punto de encuentro, del reconocerse. Después, el idioma en común, diciendo cosas que todos decimos, del modo en que las decimos, permite que la información llegue, que la emoción se transmita. Uno aprende a cantar, a actuar, va a estudiar música, pero qué hace que se logre una comunicación semejante, es un signo de interrogación grande. Quizá sea la mezcla de todas esas cuestiones. Pero una gran parte está relacionada con algo innato; otra, con la energía que pongo en juego. Yo soy frontal y también franca, y la franqueza tiene mucho rédito en nuestro país, donde hay tanta hipocresía. Siempre hemos estado rodeados de hipócritas y cuando alguien manifiesta algo franco y honesto, se agradece. Por algo «Soy lo que soy» fue tan popular. Cualquier persona podía identificarse, asumirse mucho más allá de identidades menores, sexuales, o de cualquier tipo de ghetto. Todos podemos y debemos elegir con libertad. A esta altura, los humanos sabemos que somos seres únicos, que podemos elegir, que no hay roles impuestos.

 

EDUARDO ROUILLET


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