Cien días de»súper Sarko»

Apenas había asumido el cargo y ya le colgaron las etiquetas de «súper Sarko», «omnipresidente» y «hiperpresidente», mientras los caricaturistas le colocaron dos pequeños cuernos de diablo. Nicolas Sarkozy había anunciado una «ruptura», pero el dinamismo del presidente de Francia, que juró el cargo en mayo pasado, ha sorprendido a muchos franceses.

Mañana cumplirá 100 días en el poder. En este tiempo ha quedado claro que Sarkozy tiene sobre todo una cosa en mente: resultados rápidos y mediáticos. Y las cuentas le han salido bien, pues la mayoría de los franceses está entusiasmada.

A nivel internacional, la mitigación que conlleva el inicio de una nueva etapa tras el fin del anclado régimen de Jacques Chirac ha pasado poco a poco a un escepticismo por la marcha en solitario de Francia.

Uno de los primeros proyectos del nuevo presidente fue la desarticulación de la oposición.

Cada vez más figuras destacadas de la izquierda cambiaron de chaqueta y se sumaron al gobierno de Sarkozy. El caso más llamativo es el de Bernard Kouchner, el nuevo ministro del Exterior, y con ello el nuevo rostro enemigo de sus camaradas socialistas.

El ex ministro de finanzas Dominique Strauss-Kahn fue alejado al proponerlo como candidato para el Fondo Monetario Internacional, que en breve dejará el español Rodrigo Rato. Sarkozy además incorporó a su gabinete más mujeres que nunca, entre ellas una joven negra, y convirtió a la hija de una familia de inmigrantes argelinos en ministra de Justicia.

A nivel europeo, Sarkozy tuvo un debut brillante con el acuerdo para una simplificación del Tratado Constitucional. Tras el no en el referéndum a la que iba a ser la Carta Magna de los 27, el país vuelve a ser considerado un interlocutor serio.

La pretensión de liderazgo se consolidó el día de la fiesta nacional de Francia, cuando hizo desfilar diversos contingentes de países europeos por los Campos Elíseos.

Al igual que en la presentación de su equipo de gobierno, el resultado fue una colorida imagen de fuerte simbolismo.

El crédito que Sarkozy consiguió ante sus socios europeos se lo jugó rápidamente cuando envió a su esposa Cécilia a Libia.

Poco antes de la puesta en libertad de las enfermeras búlgaras, que habían sido sometidas a tortura y fueron condenadas por haber contagiado intencionadamente a niños del país norteafricano con el virus del sida, Cécilia se involucró en las negociaciones sin que ello se acordase antes. Sarkozy ofreció ayuda financiera a su ricos amigos del Golfo interesados en el Airbus y las enfermeras salieron del país en el avión presidencial junto a Cécilia.

Un logrado golpe mediático, apuntaban medios franceses.

Los socios europeos sin embargo no estaban tan entusiasmados, sobre todo cuando Sarkozy viajó de inmediato a Trípoli y prometió una central nuclear al líder de la revolución libia, Muammar al Gaddafi, considerado hasta hace poco un incitador del terrorismo. Hasta sus vacaciones las utilizó para seguir con su política de gestos mediáticos.

Casi nadie considera que fuese una casualidad que el lugar escogido por el presidente para pasar las vacaciones estuviese a 80 kilómetros de la residencia familiar de su homólogo estadounidense, George W. Bush. Pese a todos los esfuerzos de convertir la barbacoa con los Bush en un encuentro informal, para ambas partes estaba claro que Sarkozy iba a inaugurar un nuevo capítulo en las relaciones franco-estadounidenses.

A su regreso a Francia enseguida estalló la polémica. Un convicto pederasta fue acusado de volver a incurrir en el mismo delito y haber abusado de un menor de cinco años.

Tras su detención se le encontró una caja sin estrenar de Viagra, un estimulante de la erección masculina. Sarkozy anunció ante la prensa medidas más duras contra los delincuentes sexuales y abogó por la «castración química». Antes, había recibido al padre y al abuelo del niño y conversado con ellos.

Algunos comentaristas en Francia se preguntan si Sarkozy podrá seguir a este ritmo.

El presidente se mantiene en forma corriendo y es conocido por no probar el alcohol.

Sin importar de qué parte están los franceses, muchos de ellos están aliviados de ver que finalmente corren aires nuevos en el Elíseo.

 

ULRIKE KOLTERMANN

DPA


Apenas había asumido el cargo y ya le colgaron las etiquetas de "súper Sarko", "omnipresidente" y "hiperpresidente", mientras los caricaturistas le colocaron dos pequeños cuernos de diablo. Nicolas Sarkozy había anunciado una "ruptura", pero el dinamismo del presidente de Francia, que juró el cargo en mayo pasado, ha sorprendido a muchos franceses.

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