Sin los patitos en fila
Creer o reventar, de eso se trata…Es el 22 de noviembre de 2022, son las 6 y tengo una cita de honor con la selección nacional. Es el día del debut en el Mundial de Qatar y quiero ver la entrada en calor, las alineaciones, el canto del himno … todo. Circunstancialmente me encuentro en Brasil, donde existe un gran fervor popular por la verde-amarela. Estoy sentado en un sillón a unos 120 cms. del TV, el relato es en portugués. El partido es un monólogo argentino, aun cuando la Scaloneta no hilvana un buen juego y desperdicia varios goles en offside. A pesar de ello, alcanza para que Argentina se vaya al descanso en ventaja, con gol de penal de Lionel Messi.
A partir de allí se desata el maleficio. La curiosidad me lleva a acercarme a una pantalla gigante ubicada a cinco cuadras del lugar. Cuando llego al local, el dueño, un señor de bigotes que bostezaba, ignoraba la existencia del encuentro. Apiadándose de mí, enciende el enorme artefacto para comprobar lo increíble… ¡Argentina perdía 2-1¡ ¡Los árabes, que no habían pateado un solo tiro al arco en todo el primer tiempo, habían hecho dos goles en esas malditas cuadras¡
El partido prosiguió monótono. El bar se fue llenando poco a poco de parroquianos, motivados por la derrota de su archirrival. Los brasileños celebraban nuestra derrota diciéndose unos a otros en un forzado español: ¿che boludo, que pasó?
La lacerante daga quedó clavada durante 4 días, hasta llegar al partido con México, donde ya no quedaba margen para el error. A esa altura, la idea de que los comportamientos personales algo podían influir sobre los resultados, no parecía tan absurda.
En eso coincidían miles de argentinos que ponían papeles con nombres del rival en el freezer, buscaban coincidencias en fechas y números con los títulos del 78 o del 86 y seguían cábalas variadas. Una legión de compatriotas viajó a Medio Oriente, haciendo verdaderos malabarismos frente a una de las más graves crisis económicas de la historia .
En tren de no modificar el lugar donde ver el partido y para que el cotejo con los aztecas no me encuentre en pleno vuelo, debí cambiar el pasaje y permanecer horas en Aeroparque. Argentina logró un sufrido 2-0.
Estaba probado ¡La realidad demostraba que había que quedarse en un lugar quieto, mientras más impertérrito mejor! Tan es así, que a partir del tercer juego cada uno de los miembros de la familia, quedamos fijos como estacas en el living de casa. Hasta el perro, un viejo labrador que, mediante un operativo cerrojo, permaneció en el mismo ambiente partido tras partido.
¿Qué incidencia podía tener la ubicación de cada persona? es incomprobable. Lo única certeza era que cuando hubo cambios, la fórmula falló y los play offs no eran momento para estar corriendo riesgos innecesarios.
Los cruces con Polonia y con Australia llevaron al barco hacia adelante, con la mejoría de Messi y las trascendentes apariciones de Enzo Fernández, Julián Álvarez y Alexis Mac Allister. El modus operandi familiar se repitió ante Países Bajos, donde todo casi se va al demonio, a no ser por las manos salvadoras de Emiliano Martínez en los penales.
Mientras tanto, la providencia daba una mano adicional a nuestro representativo. Croacia dejaba a Brasil en el camino, Francia a Inglaterra y Marruecos a España y a Portugal. Argentina, luego de dos contragolpes electrizantes y una jugada descomunal de Messi vencía a los croatas por 3 a 0.
Ya estábamos en la final. Pero con los franceses, no alcanzaba con un ritual tan simple. Faltaba una confirmación personal, una señal que ahuyentara el fantasma de Mario Götze y que inhibiera la temible maquinaria de Mbappé, Griezmann, Giroud, Dembelé y Cía. Fue difícil conciliar el sueño. Ya en domingo, había que encontrar un indicio de que todo andaría bien…
Así fue como caminando temprano a la vera del Limay, observo sobre la orilla una pareja de patos con seis pichones. Luego de algunos intentos, uno de los adultos se lanza al río abierto seguido por los demás y es allí donde uno de los críos es arrastrado por la corriente. Tanto la madre como el padre salieron a su rescate, comprimiendo la formación. Por un momento los perdí de vista para reencontrarlos, triunfales, minutos más tarde, sobre la orilla de enfrente.
Allí estaba la señal. Muchos dirán: producto de la sugestión y con cero rigor académico.
Así la ciencia afirmará con toda razón, que para que un resultado consecuente se vincule con un hecho antecedente tiene que existir un nexo causal, es decir lo que suele suceder según el curso regular y ordinario de las cosas, por lo que nada, absolutamente nada tienen que ver, una situación con otra que acontece a más de 13.000 kms de distancia.
Mientras estas inapelables conclusiones venían a la mente, Argentina se floreaba ante el campeón con un primer tiempo inolvidable y un gol de antología de Ángel Di María. Luego llegaría el infartante empate francés, el alargue y la salvada milagrosa de Dibu. Los penales, la atajada y la merecida coronación de la Scaloneta.
La implacable regla dirá que el equipo que logró imponer condiciones y marcó más goles, es el que ganó el partido.
Conservaré por siempre en mis retinas la imagen de Messi alzando la ansiada tercera copa. Por de pronto, desde el 18 de diciembre, guardo como fondo de pantalla la imagen de una curiosa familia de patos.
*Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario.
Creer o reventar, de eso se trata…Es el 22 de noviembre de 2022, son las 6 y tengo una cita de honor con la selección nacional. Es el día del debut en el Mundial de Qatar y quiero ver la entrada en calor, las alineaciones, el canto del himno … todo. Circunstancialmente me encuentro en Brasil, donde existe un gran fervor popular por la verde-amarela. Estoy sentado en un sillón a unos 120 cms. del TV, el relato es en portugués. El partido es un monólogo argentino, aun cuando la Scaloneta no hilvana un buen juego y desperdicia varios goles en offside. A pesar de ello, alcanza para que Argentina se vaya al descanso en ventaja, con gol de penal de Lionel Messi.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios