El valor de vivir para contarlo

Madrid (EFE).- La “clásica” pregunta sobre qué es el bien, qué es el mal y cómo se enfrentan está en el origen de “El demonio y la señorita Prym”, la última novela de Paulo Coelho con la que el escritor brasileño finaliza una trilogía dedicada al amor, la muerte y el poder.

El libro, publicado en español por Planeta, transcurre en Viscos, pequeño pueblo imaginario, adonde llega un extranjero “que trae la tentación de hacer algo criminal solo por dinero”, señaló el autor.

Mediante una sencilla historia, Coelho muestra la reacción de los habitantes ante esa tentación desde dos aspectos distintos, “uno refleja la ética personal y el otro la de la sociedad”, añadió.

Considerado por la crítica internacional como uno de los escritores de más éxito del mundo, el autor de “El Alquimista” da por finalizada con esta novela una trilogía de la que forman parte “A orillas del río Piedra me senté y lloré” (1994) y “Veronika decide morir” (1998).

El espíritu de estas obras ha sido el de reflejar el cambio que puede producirse en las personas cuando se les ofrece la oportunidad de experimentarlo.

“Siempre escucho que hay que esperar el momento, que no están preparados. No debe ser así, en la vida la posibilidad se presenta en una fracción de segundo y los cambios son drásticos si uno tiene valor”, señaló el autor, que eligió el amor, la muerte y el poder para tratar “los temblores de tierra provocados por mujeres en las tres novelas”.

En “El Demonio y la señorita Prym” el bien y el mal se mezclan.

Sentir intensamente

“Todos tenemos un ángel y un demonio a nuestro lado. El demonio sólo tiene el poder de la tentación, no puede actuar pero sí tentar. Saber elegir cuando escuchamos las dos voces es lo importante para el desarrollo personal y social”, señala Coelho.

Pero las tentaciones reflejadas por el escritor brasileño no son solo las clásicas “que la sociedad nos impone como buenas o malas, son el conformarse, la incapacidad de ir hacia delante, el miedo de amar”.

Ante las tentaciones “no se puede transferir la responsabilidad a la sociedad. Sabemos lo que hacemos, pero nos disculpamos diciendo que los otros también lo hacen”, opina Coelho, para quien las relaciones amorosas son las más complicadas. “Tenemos la idea de que el amor es algo muy solido en el que nada cambia y no es verdad”.

Tanto en esta novela como en las anteriores, el principal objetivo del autor es compartir y provocar una emoción en el lector, “intento ‘sacudir’ visiones ya cristalizadas por el hábito, dar al lector la posibilidad de que piense o reaccione, que no tenga miedo de sus emociones, que sea valiente para vivir intensamente”. Coelho reconoce que esa provocación también su produce en él mismo, ya que “soy el primer lector de mis libros y éstos suponen para mí un acto de autodescubrimiento”.

Para lograr el cometido de llegar a los lectores es importante su estilo sencillo y claro, al que llegó “después de mucho trabajo. Mis primeros borradores son muy complicados, tengo la tendencia de explicar mucho las cosas, pero el lector es inteligente y no necesita descripciones detalladas”, según reconoció el autor.

A pesar de contar con más de 27 millones de libros vendidos en más de cien países, Coelho no se siente comprometido por el éxito.

“Si lo buscara conscientemente, no lo conseguiría. Comencé a escribir sin saber si mis libros iban a ser publicados y ahora cuando estoy ante el ordenador vuelvo a buscar esa inocencia”, subraya.

Tras “El Demonio y la señorita Prym”, publicado con gran éxito en Brasil, Portugal e Italia, Coelho quizá se decida “a escribir de sexo, aunque todavía no me ha salido”, reconoció.