Quedó ciega y espera la hora de la venganza
El indecible horror padecido por una iraní
Está decidida a vengarse, pero la hora de la verdad parece cada vez más lejos. La iraní Ameneh Bahrami obtuvo de un tribunal iraní el derecho de cegar al joven enamorado que, despechado por su rechazo, le robó la visión con un ataque con ácido.
Según el principio «ojo por ojo», una sentencia obliga a la mujer de 30 años a vengarse de su agresor y cegarlo echando gotas de ácido en sus ojos. Ameneh vive desde hace cuatro años en Barcelona y ahora espera que llegue el día de la ejecución de la sentencia. «El tribunal había fijado la fecha para el 15 de abril», contó. «Pero no pude volar a Teherán porque tenían que operarme en Barcelona».
En verano a la joven le esperan nuevas operaciones. «Calculo que al menos pasarán cuatro meses hasta que pueda estar en condiciones de viajar a Irán». El rostro de Ameneh está devorado por el ácido: su piel está llena de cicatrices y tensada. Su ojo derecho es de vidrio, y el izquierdo está cubierto por un trozo de piel. Los médicos no tienen apenas esperanzas de que algún día pueda volver a ver.
Ameneh ya tiene a sus espaldas 18 operaciones en los ojos y el rostro. Hace pocos días los médicos le transplantaron piel del cuello en la cara y aún quedan más intervenciones. «El ataque destrozó mi vida», cuenta. «He perdido prácticamente todo, mi rostro, mi vista, mi trabajo».
En septiembre de 2004, la técnica en electrónica fue parada en la calle de Teherán por un compañero de estudios cinco años menor que ella. Mayid Mowahedi le lanzó a la cara ácido sulfúrico que había comprado en una droguería por unos tres euros.
Antes, la joven había rechazado una propuesta de matrimonio del estudiante que éste había transmitido a través de su madre. «No le conocía apenas», cuenta Ameneh. «No era ni mi amigo ni mi novio. Sólo lo había visto un par de veces en la universidad».
Tras el ataque recibió tratamiento en diversas universidades. «Entonces los médicos me dijeron que no podían hacer nada más por mí y me recomendaron tratarme en Barcelona», recuerda.
En la costera ciudad española los médicos lograron restituir la vista en uno de sus ojos, pero sufrió una infección, posiblemente a consecuencia de la falta de higiene en un asilo para gente sin hogar, y volvió a quedarse totalmente ciega.
Pese a su sufrimiento, la iraní no parece amargada: su voz es suave y amigable. Sin embargo, cinco años después del ataque está firmemente decidida a ejecutar la sentencia. «No tiene nada que ver con venganza», opina. Más bien, cuenta, pretende lograr un efecto disuasor. «Quiero hacerlo por las mujeres en Irán, me gustaría contribuir a que ninguna mujer tenga que sufrir lo que yo sufrí de manos de un hombre».
La mujer logró tras apelar a varias instancias el derecho de cegar a su agresor en ambos ojos. Originalmente los jueces sólo aprobaron que lo hiciera en uno de ellos. «Según la ley islámica o sharía los dos ojos de una mujer sólo valen un ojo de un hombre», cuenta. Al contrario que ella, el condenado, que se encuentra en prisión en Irán, no sentirá dolor durante el ataque.
«Será anestesiado cuando le echen las gotas de ácido en los ojos. En la medida de lo posible me gustaría hacerlo yo misma. Pero mi madre y mis amigos dicen que no estoy en condiciones, debido a mi ceguera. Sin embargo, hay muchas personas que lo harían por mí».
Ameneh podría perdonar a su agresor y aceptar una disculpa, pero no quiere, afirma. En el derecho islámico el principio de la venganza está contemplado para determinados crímenes.
En este caso, sin embargo, incluso instituciones iraníes intentaron que la víctima cambiara de opinión y renunciara a ejecutar la sentencia, quizá debido a la brutalidad del caso
El derecho occidental no permite el principio de venganza y lo que Ameneh hará con su agresor sería, según esas leyes, un atentado contra los derechos humanos. (DPA)
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