“Quedé shockeado”
“Le contaré algo: el general Galtieri, al ocupar la presidencia (noviembre del ’81, o sea a cinco meses de que la Argentina entrara en guerra por las Malvinas con Gran Bretaña) señaló la difícil situación de las finanzas del Estado y decidió recortar los gastos del mismo. Incluso las Fuerzas Armadas debían restringir sus gastos y esto significó que se dispusiera que el presupuesto militar debía ser recortado como mínimo en un diez por ciento en valores reales. “Recuerdo que en una oportunidad me llamaron desde la Jefatura IV, Logística (se trata del entonces Comando General del Ejército que, con democracia, su designación fue cambiada por la de Estado Mayor General del Ejército). Estaba todo el mundo: el general Espósito, jefe de ese comando; los comandantes logísticos de arsenales, intendencia, etc. Me dijeron que el Ejército no podía seguir instruyéndose como lo hacía normalmente porque debían disminuir gastos. Entre otras cosas, debía acortarse el período de instrucción (N de R: existía el servicio militar obligatorio). Contesté que como jefe de Operaciones no podía aceptar eso, que me ponían entre la espada y la pared. Por un lado estaba mi convicción de que era correcto recortar los gastos del Estado y, por el otro, mi responsabilidad como jefe de Operaciones. Si se disminuía el tiempo de instrucción iría en detrimento de la capacidad operacional del Ejército. Teníamos entonces que hablar con el comandante en jefe del Ejército (Leopoldo Fortunato Galtieri, que también era presidente) y aun con el ministro de Relaciones Exteriores (Nicanor Costa Méndez) para decirles que nos cuidáramos bien durante los próximos años de meternos en ningún problema porque no estaríamos suficientemente capacitados. Porque al soldado se lo puede preparar en poco tiempo pero no a los conjuntos: las secciones, las compañías… la gente se debe acostumbrar a trabajar junta, cada uno en su rol de combate y los tenientes coroneles con sus regimientos, poniendo toda esa maquinaria a punto. “Esto que cuento, sumado a lo que le he dicho respecto de una guarnición de 500 hombres y un par de barcos y aviones (N. de R: Esto era lo decidido para mantener las islas bajo control), marcaría que la Junta Militar (Galtieri por Ejército, Elbio Anaya por la Armada y Basilio Lami Dozzo por la Fuerza Aérea) no esperaba, aparentemente, una respuesta militar importante por parte de Gran Bretaña. “Yo estaba, creo que es comprensible, emocionalmente “shockeado” así que no pregunté mucho, guardé mis cosas y me retiré de la reunión. Por supuesto, todo debía ser mantenido en el más absoluto secreto. Traté de ahí en más de seguir con mi vida normal, pero me quedé pensando –era diariamente motivo de pensamiento– en este tema”. (Declaraciones del general Mario Benjamín Menéndez en el libro de Carlos Túrolo “Malvinas, testimonio de su gobernador”; Edt. Sudamericana, Bs. As, 1983, págs. 12, 13 y 149)
“Le contaré algo: el general Galtieri, al ocupar la presidencia (noviembre del ’81, o sea a cinco meses de que la Argentina entrara en guerra por las Malvinas con Gran Bretaña) señaló la difícil situación de las finanzas del Estado y decidió recortar los gastos del mismo. Incluso las Fuerzas Armadas debían restringir sus gastos y esto significó que se dispusiera que el presupuesto militar debía ser recortado como mínimo en un diez por ciento en valores reales. “Recuerdo que en una oportunidad me llamaron desde la Jefatura IV, Logística (se trata del entonces Comando General del Ejército que, con democracia, su designación fue cambiada por la de Estado Mayor General del Ejército). Estaba todo el mundo: el general Espósito, jefe de ese comando; los comandantes logísticos de arsenales, intendencia, etc. Me dijeron que el Ejército no podía seguir instruyéndose como lo hacía normalmente porque debían disminuir gastos. Entre otras cosas, debía acortarse el período de instrucción (N de R: existía el servicio militar obligatorio). Contesté que como jefe de Operaciones no podía aceptar eso, que me ponían entre la espada y la pared. Por un lado estaba mi convicción de que era correcto recortar los gastos del Estado y, por el otro, mi responsabilidad como jefe de Operaciones. Si se disminuía el tiempo de instrucción iría en detrimento de la capacidad operacional del Ejército. Teníamos entonces que hablar con el comandante en jefe del Ejército (Leopoldo Fortunato Galtieri, que también era presidente) y aun con el ministro de Relaciones Exteriores (Nicanor Costa Méndez) para decirles que nos cuidáramos bien durante los próximos años de meternos en ningún problema porque no estaríamos suficientemente capacitados. Porque al soldado se lo puede preparar en poco tiempo pero no a los conjuntos: las secciones, las compañías… la gente se debe acostumbrar a trabajar junta, cada uno en su rol de combate y los tenientes coroneles con sus regimientos, poniendo toda esa maquinaria a punto. “Esto que cuento, sumado a lo que le he dicho respecto de una guarnición de 500 hombres y un par de barcos y aviones (N. de R: Esto era lo decidido para mantener las islas bajo control), marcaría que la Junta Militar (Galtieri por Ejército, Elbio Anaya por la Armada y Basilio Lami Dozzo por la Fuerza Aérea) no esperaba, aparentemente, una respuesta militar importante por parte de Gran Bretaña. “Yo estaba, creo que es comprensible, emocionalmente “shockeado” así que no pregunté mucho, guardé mis cosas y me retiré de la reunión. Por supuesto, todo debía ser mantenido en el más absoluto secreto. Traté de ahí en más de seguir con mi vida normal, pero me quedé pensando –era diariamente motivo de pensamiento– en este tema”. (Declaraciones del general Mario Benjamín Menéndez en el libro de Carlos Túrolo “Malvinas, testimonio de su gobernador”; Edt. Sudamericana, Bs. As, 1983, págs. 12, 13 y 149)
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