Llamas de hasta 50 metros de altura

Moscú lucha por su pulmón verde

Salven el bosque

En los alrededores de Moscú se libra una bizarra batalla por el pequeño bosque de Chimki, después de que las autoridades decidieran deforestar la zona para construir una autopista. Con ello, los moscovitas, que sufren ya la contaminación de la ciudad, temen ahora la desaparición de una importante parte del “pulmón verde” de la capital rusa.

Y la sangre ya corrió en la lucha por el bosque: a finales de 2008, el director del diario local “Chimkinsker Pravda”, Michail Beketov, fue linchado casi hasta morir. La paliza lo dejó invalido.

En estos días calurosos de verano y coincidiendo con los más graves incendios forestales desde hace décadas en Rusia, la tensión escaló de nuevo. Primero fueron grupos violentos, que gritando lemas nacionalistas asaltaron un campamento de activistas medioambientales. Después extremistas de izquierda enmascarados atacaron con bombas de humo y balas de goma la adminitración de Chimki, al grito de “Salven el bosque ruso”.

Ahora el tema enciende a la opinón pública. Se trata de un bosque de encinas de siglos de antigüedad que quiere sacrificarse para construir una autopista que una Moscú y San Petersburgo. Ya se talaron 7 hectáreas de un conjunto de 1.000.

El proyecto está valorado en 6.000 millones de euros, pero los trabajos son interrumpidos una y otra vez por las protestas. El bosque es parte del importante pulmón verde para los más de diez millones de habitantes de la capital rusa.

Como ocurre con frecuencia en cuestiones de interés nacional, los medios críticos con el gobierno ven en el primer ministro Vladimir Putin a la persona que mueve los hilos. En protesta por la deforestación, los activistas descargaron ante la sede del gobierno de Putin troncos de árboles. El portavoz de Putin, Dimitri Peskov, confirmó que el jefe del gobierno sigue con atención los sucesos sobre Chimki.

“La sentencia de muerte definitiva al bosque se ratificó con el permiso de Putin en 2009 a la construcción en ese lugar de una autopista entre Moscú y San Petersburgo”, explica Jevgeniya Chirikova, de la iniciativa ciudadana “Movimiento para la protección del bosque de Chimki”.

Con sus docenas de compañeros, Chirikova constata una y otra vez lo rápido que el compromiso ciudadano en Rusia se ve obstaculizado.

Ella y los otros activistas, pero también periodistas, fueron con frecuencia puestos bajo custodia policial. Algunos activistas podrían ser acusados conforme a la temida ley de los extremismos, por poner simplemente en tela de juicio con sus protestas pacíficas -que desde hace años cuentan con una mayor presión y participación- que la tala de árboles pueda realizarse realmente siguiendo la legalidad. También denuncian que no se hayan contemplado otras variantes de transcurso de la autopista.

La organización medioambiental World Wide Fund For nature (WWF) criticó en un comunicado que las autoridades rusas moldean según su necesidad las leyes medioambientales, como muestra también el caso de Sochi, el balneario junto al mar Negro donde en 2014 tendrán lugar los Juegos Olímpicos de Invierno. Con frecuencia se falsifican materiales de estudios públicos sobre el impacto en el medio ambiente, asegura Jevgeniya Shwarza, de WWF.

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, prometió una mayor protección medioambiental tras su llegada al poder en 2008. 40 millones de personas en Rusia viven en un entorno insano y un millón de ellas está expuesta a una contaminación peligrosa de su medio ambiente, dijo entonces.

El investigador de conflictos moscovita Boris Kagarlizki ve el motivo de las protestas violentas por Chimki en el hecho de que las autoridades rusas evitan el diálogo con los ciudadanos y con ello desatan de forma innecesaria tensiones sociales.

Y el final de la disputa no está a la vista: la firma constructora rechaza una y otra vez las acusaciones de que carece de los permisos válidos para la deforestación. Los empleados acusan a los activistas de “terroristas ecologistas” y denuncian que sólo pueden trabajar bajo protección policial.

Los defensores del medio ambiente sospechan incluso que las autoridades y la empresa constructora están detrás de los violentos que atacaron brutalmente el campamento de los activistas para que la autopista de peaje se convierta pronto en una rentable realidad.


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