Y un día abdicó

MIGUEL ÁNGEL ROUCO (*) DyN

La administración Kirchner está empeñada en ocupar el centro de la escena y en marcar la agenda diaria. Sin embargo, y a pesar de las fastuosas presentaciones en escena, la actividad económica no registra los esfuerzos del gobierno nacional por maquillar la realidad. Esta vez, el gobierno no puede decir que lo dejaron solo pues tuvo la necesaria compañía de una oposición que se dedicó a cometer todo tipo de errores y que le permitieron a la señora Kirchner y al oficialismo hacer el montaje de la fiesta. El frustrado debate por el presupuesto y la no derogación de los superpoderes dieron rienda suelta a los festejos. El Poder Ejecutivo arremetió con el primero de los decretos, por el cual se modificaron las partidas del presupuesto 2010, con el objetivo de “engordarlas” y que el ejercicio 2011 comience a ejecutarse con montos abultados. Pero faltan más decretos para llevar adelante la celebración de cara a los comicios del 2011. Ahora, el gobierno apunta a asegurar el pago de la deuda con reservas del Banco Central, para lo cual utilizará los mismos argumentos que en enero pasado cuando se produjo la destitución de Martín Redrado al frente del organismo. La situación es distinta. En el BCRA, ya no está el díscolo Redrado. Ahora está la dócil Mercedes Marcó del Pont que se empeña en negar que la emisión monetaria genera inflación. Sin embargo, Marcó del Pont sostiene la teoría que indica que el aumento de los agregados monetarios genera un incremento en la actividad. Si esto fuera así, ¿por qué razón todos los países no emiten dinero para mantener o aumentar su nivel de actividad? Con eso se solucionarían todos los problemas de empleo y crecimiento. La utilización de reservas para el pago de la deuda es esencial para el gobierno porque de lo contrario deberá salir a buscar financiamiento en el mercado. Y mientras el BCRA debe girar reservas y las utilidades por la colocación de esas reservas al Tesoro, la autoridad monetaria continúa emitiendo moneda espuria y emitiendo bonos para absorber los excedentes monetarios con un costo elevadísimo. Al pasarlo a números mientras el BCRA coloca las reservas a un interés del 1 por ciento anual, le paga a los inversores 14 por ciento anual de interés por las Lebac y Nobac. Y mientras caen las reservas (activos) y aumentan los pasivos monetarios de la entidad, su patrimonio neto comienza a tambalear. El festival continúa. Y la demagogia también. Con la suma única de 500 pesos para más de 4,5 millones de jubilados, el gobierno termina de consolidar no sólo su política de despilfarro sino también su política de castigo para quienes cumplieron con la ley. Aquellos pasivos que perciben más de 1.500 pesos no reciben un centavo y en muchos casos hicieron los aportes legales con más de 30 años de aportes. Aquellos que se beneficiaron con un régimen de excepción sin cumplir los años de aportes mínimos reciben el premio navideño. Lesivo, irritante. La suma no soluciona el problema del poder adquisitivo de los pasivos y complica al sistema de precios relativos en un mes estacionalmente agudo. Con esta decisión, se vuelcan al mercado casi 2.300 millones de pesos que impactarán de lleno en los precios y en la inflación. Todo es efímero y se esfuma en apenas 15 días. Con 550 millones de dólares se podrían haber solucionado unos cuantos problemas de los jubilados, en especial, de su sistema de salud que está bastante deteriorado. Con ese monto, ¿cuántos hospitales se podrían haber construido para la atención de la clase pasiva? Llegan las fiestas y con ellas, los fuegos artificiales. La negociación con el Club de París no alcanzó el impacto que el ministro de Economía quería. Es más, la fiesta estuvo a punto de naufragar cuando el joven Boudou quiso minimizar el rol del FMI. Como una letanía de Néstor Kirchner, Boudou remató de manera poco urbana y limítrofe con lo procaz, su pretensión de no negociar con el organismo el pago al Club de París. Pero fatalmente para el ministro, las puertas en Washington comenzaron a cerrarse. El delegado argentino ante el FMI, Alfredo Mc Loughlin, comunicó a la presidenta que el FMI no avalaría las negociaciones con el Club de París a menos que el país se someta a la auditoría del Artículo IV. Ante tamaño problema, Boudou ideó el pedido de asistencia técnica al FMI para confeccionar un nuevo índice de precios que en los hechos, encierra la revisión exhaustiva de la economía argentina. En otros términos, el disfraz del Indec sirve para que el FMI desembarque y realice la auditoría del Artículo IV aunque no garantiza que la deuda con el Club de París se pueda financiar. Eso dependerá de los resultados de la auditoría ya que ese nucleamiento exige a los países deudores un programa contingente con el FMI para acceder a una financiación de la deuda. Lejos quedó el argumento falaz de Néstor Kirchner de cancelar la deuda con el FMI con el objeto de apartar al organismo del país. Finalmente, la administración Kirchner abdicó y se someterá ante los técnicos del FMI. La alfombra roja está lista. (*) Analista económico


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