Planificar la eficiencia para poder competir en 2026
La cercanía con un sector dinámico como Vaca Muerta genera oportunidades, pero no garantiza resultados. Las pymes de la región enfrentan el desafío de gestionar sin inflación y con apertura: mejorar procesos, revisar costos e invertir, es esencial.
Por Andrés Tejeda (NODO)
El fin de año es siempre un buen momento para pausar y mirar hacia atrás. No solo para cerrar balances contables, sino para hacer algo mucho más profundo y necesario: un balance de gestión. En un 2025 atravesado por expectativas, ajustes y cambios de reglas, las empresas de nuestra región —en especial las PyMEs— tuvieron que convivir con un escenario que fluctuó entre entusiasmo y realidad.
Ahora, cuando el calendario empieza a marcar el cierre, la pregunta ya no es qué pasó, sino qué hacemos con lo aprendido para prepararnos mejor de cara a 2026.
Durante el año que termina quedó claro que no alcanza con estar vinculados a un sector dinámico como Vaca Muerta. La actividad genera oportunidades, pero no garantiza resultados por sí sola.
Se proyecta que hacia mediados del próximo año podría comenzar la exportación de shale oil desde la planta de Punta Colorada, un hito largamente esperado que renueva expectativas. Sin embargo, esa “explosión” de la que tanto se habla depende de múltiples variables, y una de las más determinantes es el precio internacional del petróleo.
Las proyecciones para 2026 no son especialmente optimistas: distintos análisis ubican al barril Brent en un rango de US$ 50 y 60. En ese contexto, la rentabilidad del shale oil en Neuquén dependerá cada vez menos del volumen y cada vez más de la eficiencia.
Hoy, los costos de equilibrio de Vaca Muerta son competitivos frente a otros yacimientos no convencionales, pero con precios bajos cualquier ineficiencia queda rápidamente expuesta.
Esto obliga a un ejercicio que muchas empresas todavía postergan: mirarse puertas adentro. Revisar procesos, estructuras, costos, formas de trabajo y niveles de profesionalización. Porque cuando el contexto acompaña, los errores se disimulan; cuando el margen se achica, se vuelven evidentes.
La extensión del RIGI
En este escenario aparece un elemento relevante: la extensión del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) a todo el upstream de petróleo y gas, incluyendo perforación, completación y desarrollo de pozos. El objetivo es claro: dar previsibilidad, atraer inversiones de largo plazo y acelerar proyectos que requieren grandes desembolsos iniciales.
Para la actividad en general, el RIGI puede significar más inversiones, mayor continuidad en los desarrollos y reglas de juego más estables. Para las PyMEs proveedoras, el impacto será indirecto pero profundo: más proyectos implican más demanda, pero también mayores exigencias en costos, calidad, cumplimiento y gestión.
Cuando la inflación deja de esconder errores, la gestión pasa a ser el verdadero diferencial. El desafío no es cerrarse, sino abrirse con inteligencia.
El régimen de incentivo a las inversiones puede empujar la actividad, pero no reemplaza lo esencial: empresas ordenadas, eficientes y preparadas para competir.
La apertura y la eficiencia
La apertura de importaciones pone aún más presión sobre las PyMEs. Es cierto que el consumidor no debería hacerse cargo de sobrecostos derivados de ineficiencias productivas. Pero también es cierto que los aranceles y regulaciones no pueden convertirse en un refugio para ocultar desinversiones o malas prácticas de gestión. Con una inflación mucho más contenida, ya no hay distorsiones que maquillen errores.
El desafío no es cerrarse, sino abrirse con inteligencia: mejorar procesos, revisar estructuras de costos, invertir en gestión y, al mismo tiempo, exigir que el Estado acompañe eliminando burocracia y facilitando la creación y el crecimiento de empresas más competitivas. Cuando la inflación deja de esconder los errores, la gestión pasa a ser el verdadero diferencial.
Planificar 2026
En este contexto, más que nunca, planificar se convierte en una necesidad concreta e imperiosa. Herramientas que muchas veces se mencionan de forma superficial pueden ser grandes aliadas si se usan correctamente.
El análisis PESTEL permite entender el entorno macro: factores políticos, económicos, sociales, tecnológicos, ambientales y legales que impactan en el negocio. Ayuda a dejar de tomar decisiones aisladas del contexto y a anticipar escenarios posibles.
Planificar no es adivinar el futuro. Es prepararse para competir. El contexto externo importa, pero lo que hace la diferencia es la capacidad de gestión.
Las Cinco Fuerzas de Porter permiten analizar la competitividad real de un sector: el poder de clientes y proveedores, la amenaza de nuevos competidores, los productos sustitutos y la rivalidad existente. En un mercado más abierto, este análisis es clave para entender dónde se presionan los márgenes.
El FODA, bien trabajado, ayuda a identificar fortalezas y debilidades internas, pero también oportunidades y amenazas externas. No como un cuadro decorativo, sino como base para decidir qué reforzar, qué corregir y qué dejar de hacer.
Finalmente, los OKR (Objectives and Key Results). Una metodología surgida del mundo tecnológico pero que, actualmente, muchas empresas más tradicionales han incorporado. Esta herramienta ayuda a traducir la estrategia en objetivos claros, medibles y compartidos por el equipo. No se trata solo de definir hacia dónde ir, sino de alinear a toda la organización y hacer seguimiento real de los avances.
En definitiva, planificar 2026 no es adivinar el futuro. Es prepararse para competir de verdad. El contexto externo importa —y mucho—, pero lo que verdaderamente podemos gestionar y lo que hará la diferencia, será nuestra capacidad de gestión.
Un balance de fin de año, honesto y profundo, es la mejor herramienta para arrancar un nuevo ciclo con una hoja de ruta más clara, realista y sostenible. Porque en los años que vienen, no sobrevivirá el que más facture, sino el que mejor gestione.
Por Andrés Tejeda (NODO)
El fin de año es siempre un buen momento para pausar y mirar hacia atrás. No solo para cerrar balances contables, sino para hacer algo mucho más profundo y necesario: un balance de gestión. En un 2025 atravesado por expectativas, ajustes y cambios de reglas, las empresas de nuestra región —en especial las PyMEs— tuvieron que convivir con un escenario que fluctuó entre entusiasmo y realidad.
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