Raíces y “Plan B”
Sugerencias para lograr una larga convivencia armónica.
Hoy voy a finalizar esta serie de notas que he dedicado al problema que crean las raíces de los árboles de la vereda. Las consultas más frecuentes que he recibido a este respecto es qué árbol se puede plantar que garantice no tener este problema. Invariablemente se piden referencias de árboles que crezcan rápido pero no invadan. O sea, se busca un par de zapatos “chiquitos por fuera pero grandes por dentro” … algo medio “dificilongo”. Por eso, nuestro infografista buscó resumir las causas y las sugerencias para minimizar los efectos y yo aportaré lo mío. CRECIMIENTO ESPEJO A mayor volumen foliar, mayor extensión radical. Esa es una ley natural imperturbable … un fresno americano tiene más copa y más masa radical que un crespón. Ergo, en lugar de plantar dos fresnos en una vereda para cubrir 12 metros, se pueden plantar tres crespones. Lo que a mi juicio importa aquí es la masa total de follaje, que podrá tener la misma capacidad de purificar el medio ambiente y, al ser de copas menos voluminosas, sus raíces se extenderán menos. Además también se debe considerar el temor que muchas personas sienten al tener árboles de gran tamaño frente a sus viviendas, debido a los fuertes vientos patagónicos. Independientemente de que eso va a depender en gran medida del tipo de conducción que se les hace, lo concreto es que las mutilaciones están a la orden del día … se patea la pelota afuera pero el partido continúa. HABITOS VEGETATIVOS No todas las especies de árboles grandes tienen el mismo efecto invasor de sus raíces. El olmo ya está descartado en nuestras ciudades por ese motivo, pagando precio a su vigor y capacidad de resistencia. El plátano, otro de gran tamaño, es menos invasivo por tener un sistema radical que, a mi juicio y a la vista de muchos ejemplares, tiende a profundizarlas (pivotantes). Los fresnos y arces, si bien en menor medida que el olmo, también provocan daños con sus raíces y son impiadosamente castigados -mutilados- por crecer con vigor. La pregunta es qué sentido tiene plantar plantas altas si luego se las mutila … la lógica dice que en ese caso se debería optar por especies de menor altura y volumen de copa, como los ya nombrados crespones (Lagerstroemia indica), árbol de Judea (Cercis siliquastrum), arce tridente (Acer buergerianum) o incluso acacia de Constantinopla (Albizia julibrissin). CREENCIAS ERRONEAS Hay una creencia generalizada en el sentido de que, al plantar un árbol -fresno, por caso- a mayor profundidad, en el futuro las raíces ocasionarán menor daño. Permítanme refutarlo. Las raíces se extienden para buscar “sopa nutritiva” y dar sostén, entre dos variables … agua y aire. En nuestras ciudades del norte de la Patagonia, por debajo encuentran una freática salada y también en ciertos lugares un “piso indio” que le llaman (greda o tosca endurecida) que les impide profundizar y por arriba el oxígeno que entra es escaso por suelos compactados o veredas selladas con cemento. AVANCE DE LAS RAÍCES Según la “ley del menor esfuerzo”, por la que se rige la naturaleza en general, las raíces aprovechan el suelo removido por los zanjeos de los ductos subterráneos y sumado -en zonas áridas como la nuestra- el atractivo del agua de buena calidad con el que se riegan los jardines. Una vez que toman este camino, el empuje es irresistible y cuando topan con algún obstáculo no pueden retroceder porque desde atrás el empuje continúa y se produce lo que se ha dado en llamar “trampa de densidad” … la presión aumenta, tal como sucede con una muchedumbre que se encuentra con una salida cerrada. SUGERENCIAS (O “PLAN B”) Obviamente no tengo (ni hay) recetas infalibles pero podemos tratar de minimizar los inconvenientes. 1) Elegir árboles de menor volumen de copa compensando la masa foliar con menor distanciamiento entre ellos. 2) Rellenar los zanjeos con sustratos que se compactan, como por ejemplo bentonita, o armar barreras verticales con cemento, bentonita o brea en el límite de las veredas con los edificios. 3) En lugar de hacer veredas con baldosas y cemento, usar baldosones o placas de cemento colocadas sobre un relleno total de arena de construcción que, al ser mojado, se compacta pero permitirá el paso del aire y el agua. Si hubiese daños por raíces, será sencillo y barato subsanarlo sin romper.
TEODORICO HILDEBRANDT ELJARDIN@RIONEGRO.COM.AR
jardinería
Hoy voy a finalizar esta serie de notas que he dedicado al problema que crean las raíces de los árboles de la vereda. Las consultas más frecuentes que he recibido a este respecto es qué árbol se puede plantar que garantice no tener este problema. Invariablemente se piden referencias de árboles que crezcan rápido pero no invadan. O sea, se busca un par de zapatos “chiquitos por fuera pero grandes por dentro” ... algo medio “dificilongo”. Por eso, nuestro infografista buscó resumir las causas y las sugerencias para minimizar los efectos y yo aportaré lo mío. CRECIMIENTO ESPEJO A mayor volumen foliar, mayor extensión radical. Esa es una ley natural imperturbable ... un fresno americano tiene más copa y más masa radical que un crespón. Ergo, en lugar de plantar dos fresnos en una vereda para cubrir 12 metros, se pueden plantar tres crespones. Lo que a mi juicio importa aquí es la masa total de follaje, que podrá tener la misma capacidad de purificar el medio ambiente y, al ser de copas menos voluminosas, sus raíces se extenderán menos. Además también se debe considerar el temor que muchas personas sienten al tener árboles de gran tamaño frente a sus viviendas, debido a los fuertes vientos patagónicos. Independientemente de que eso va a depender en gran medida del tipo de conducción que se les hace, lo concreto es que las mutilaciones están a la orden del día ... se patea la pelota afuera pero el partido continúa. HABITOS VEGETATIVOS No todas las especies de árboles grandes tienen el mismo efecto invasor de sus raíces. El olmo ya está descartado en nuestras ciudades por ese motivo, pagando precio a su vigor y capacidad de resistencia. El plátano, otro de gran tamaño, es menos invasivo por tener un sistema radical que, a mi juicio y a la vista de muchos ejemplares, tiende a profundizarlas (pivotantes). Los fresnos y arces, si bien en menor medida que el olmo, también provocan daños con sus raíces y son impiadosamente castigados -mutilados- por crecer con vigor. La pregunta es qué sentido tiene plantar plantas altas si luego se las mutila ... la lógica dice que en ese caso se debería optar por especies de menor altura y volumen de copa, como los ya nombrados crespones (Lagerstroemia indica), árbol de Judea (Cercis siliquastrum), arce tridente (Acer buergerianum) o incluso acacia de Constantinopla (Albizia julibrissin). CREENCIAS ERRONEAS Hay una creencia generalizada en el sentido de que, al plantar un árbol -fresno, por caso- a mayor profundidad, en el futuro las raíces ocasionarán menor daño. Permítanme refutarlo. Las raíces se extienden para buscar “sopa nutritiva” y dar sostén, entre dos variables ... agua y aire. En nuestras ciudades del norte de la Patagonia, por debajo encuentran una freática salada y también en ciertos lugares un “piso indio” que le llaman (greda o tosca endurecida) que les impide profundizar y por arriba el oxígeno que entra es escaso por suelos compactados o veredas selladas con cemento. AVANCE DE LAS RAÍCES Según la “ley del menor esfuerzo”, por la que se rige la naturaleza en general, las raíces aprovechan el suelo removido por los zanjeos de los ductos subterráneos y sumado -en zonas áridas como la nuestra- el atractivo del agua de buena calidad con el que se riegan los jardines. Una vez que toman este camino, el empuje es irresistible y cuando topan con algún obstáculo no pueden retroceder porque desde atrás el empuje continúa y se produce lo que se ha dado en llamar “trampa de densidad” ... la presión aumenta, tal como sucede con una muchedumbre que se encuentra con una salida cerrada. SUGERENCIAS (O “PLAN B”) Obviamente no tengo (ni hay) recetas infalibles pero podemos tratar de minimizar los inconvenientes. 1) Elegir árboles de menor volumen de copa compensando la masa foliar con menor distanciamiento entre ellos. 2) Rellenar los zanjeos con sustratos que se compactan, como por ejemplo bentonita, o armar barreras verticales con cemento, bentonita o brea en el límite de las veredas con los edificios. 3) En lugar de hacer veredas con baldosas y cemento, usar baldosones o placas de cemento colocadas sobre un relleno total de arena de construcción que, al ser mojado, se compacta pero permitirá el paso del aire y el agua. Si hubiese daños por raíces, será sencillo y barato subsanarlo sin romper.
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