Vélez se sacó de encima un partido ‘chivo’

Luchó y derrotó al equipo azteca, con goles en el ST de Obolo e Insúa.

Incómodo como pocas veces se lo vio a Vélez en su cancha y ante su gente. Chivas de Guadalajara corrió y metió como nunca, pero El Fortín encontró su segundo triunfo (3-0) en la Copa Libertadores gracias a la voracidad goleadora de Mauro Obolo y la insistencia de Federico Insúa -2-, que liquidaron el partido en 17’. Así, el equipo de Ricardo Gareca suma perfecto en estas dos fechas y es único líder del grupo 7, ya que Defensor suma 3 puntos, y Chivas y Deportivo Quito, 1. Quedó muy claro en los 45’ iniciales que el cotejo no sería nada sencillo para el dueño de casa. Vélez salió con la propuesta de costumbre: jugar a ras del piso, ser incisivo por las bandas y lastimar con su juego colectivo por el piso, y con las pelotas paradas en las alturas. Pero Chivas no le dio tregua. Perdido en los puestos intrascendentes del torneo mexicano, el conjunto de Ambriz intenta apuntar sus cañones a la copa. Firmeza en defensa, equilibrio y cierta irreverencia en algunos de sus jugadores fue una buena carta de presentación. Vélez llegó al minuto de juego al arco rival con un centro del Pocho Insúa que terminó en un mal disparo de Cubero y todos los presentes en el Amalfitani presagiaron un monólogo local. Fue así en los 10 primeros minutos, el tiempo que le costó al criterioso Marco Fabián en apropiarse de la mitad de la cancha. Fue él quien manejó los hilos y quien generalmente buscó, y encontró, a Omar Arellano, la pesadilla de Poroto Cubero en los primeros 45’. La carta ofensiva más importante de un enojado Ricardo Gareca fue Insúa. El Pocho se movió y generó chances de peligro, que desperdició él mismo a los 30 y Seba Domínguez a los 33. Chivas olfateó el nerviosismo de Vélez y se atrevió a atacarlo por el lado de Cubero y así tuvo dos chances: la primera a los 28 con un buen disparo de Fabián que rechazó al corner Barovero; y la segunda a los 36, con otro desborde de Arellano que no alcanzó a conectar Jesús Sánchez. Regresaron del descanso y el fútbol de Vélez continúo preso de los sabuesos mexicanos. Flojo Augusto Fernández, desconocido el Burrito Juan Manuel Martínez y con intermitencias el Pocho Insúa, la peligrosidad de El Fortín se redujo a las pelotas paradas. Así casi convierte José Zapata, aunque a los 9 su cabezazo se fue por arriba del horizontal. El local tuvo una clarísima a los 14 cuando Insúa volvió a encontrar por donde infiltrarse, envió un centro, Mauro Obolo no alcanzó a tocar al gol y, en segunda instancia, Martínez pifió la pelota. Y dos minutos más tarde el Burrito sí la hizo bien en una combinación con Papa, pero salvó justo un defensor visitante. La explosión local, tan esperada, se produjo a los 21, cuando de un lateral rápido y bien hecho Francisco Cerro encaró y metió un pase en cortada que capitalizó de la mejor forma Obolo. El delantero hizo la diagonal, se tiró al piso, impactó el balón y salió a gritar su cuarto tanto desde su vuelta a Liniers. Desde ahí Vélez hizo lo que sabe: se paró bien en el fondo, manejó el balón y pegó dos veces con Insúa, a los 36 y 38. Liquidó un duro pleito en 17 minutos y armó la fiesta en Liniers.

Augusto Fernández no fue desequilibrante como en otros partidos, pero Vélez igual encontró las vías para lastimar a su rival.


Incómodo como pocas veces se lo vio a Vélez en su cancha y ante su gente. Chivas de Guadalajara corrió y metió como nunca, pero El Fortín encontró su segundo triunfo (3-0) en la Copa Libertadores gracias a la voracidad goleadora de Mauro Obolo y la insistencia de Federico Insúa -2-, que liquidaron el partido en 17’. Así, el equipo de Ricardo Gareca suma perfecto en estas dos fechas y es único líder del grupo 7, ya que Defensor suma 3 puntos, y Chivas y Deportivo Quito, 1. Quedó muy claro en los 45’ iniciales que el cotejo no sería nada sencillo para el dueño de casa. Vélez salió con la propuesta de costumbre: jugar a ras del piso, ser incisivo por las bandas y lastimar con su juego colectivo por el piso, y con las pelotas paradas en las alturas. Pero Chivas no le dio tregua. Perdido en los puestos intrascendentes del torneo mexicano, el conjunto de Ambriz intenta apuntar sus cañones a la copa. Firmeza en defensa, equilibrio y cierta irreverencia en algunos de sus jugadores fue una buena carta de presentación. Vélez llegó al minuto de juego al arco rival con un centro del Pocho Insúa que terminó en un mal disparo de Cubero y todos los presentes en el Amalfitani presagiaron un monólogo local. Fue así en los 10 primeros minutos, el tiempo que le costó al criterioso Marco Fabián en apropiarse de la mitad de la cancha. Fue él quien manejó los hilos y quien generalmente buscó, y encontró, a Omar Arellano, la pesadilla de Poroto Cubero en los primeros 45’. La carta ofensiva más importante de un enojado Ricardo Gareca fue Insúa. El Pocho se movió y generó chances de peligro, que desperdició él mismo a los 30 y Seba Domínguez a los 33. Chivas olfateó el nerviosismo de Vélez y se atrevió a atacarlo por el lado de Cubero y así tuvo dos chances: la primera a los 28 con un buen disparo de Fabián que rechazó al corner Barovero; y la segunda a los 36, con otro desborde de Arellano que no alcanzó a conectar Jesús Sánchez. Regresaron del descanso y el fútbol de Vélez continúo preso de los sabuesos mexicanos. Flojo Augusto Fernández, desconocido el Burrito Juan Manuel Martínez y con intermitencias el Pocho Insúa, la peligrosidad de El Fortín se redujo a las pelotas paradas. Así casi convierte José Zapata, aunque a los 9 su cabezazo se fue por arriba del horizontal. El local tuvo una clarísima a los 14 cuando Insúa volvió a encontrar por donde infiltrarse, envió un centro, Mauro Obolo no alcanzó a tocar al gol y, en segunda instancia, Martínez pifió la pelota. Y dos minutos más tarde el Burrito sí la hizo bien en una combinación con Papa, pero salvó justo un defensor visitante. La explosión local, tan esperada, se produjo a los 21, cuando de un lateral rápido y bien hecho Francisco Cerro encaró y metió un pase en cortada que capitalizó de la mejor forma Obolo. El delantero hizo la diagonal, se tiró al piso, impactó el balón y salió a gritar su cuarto tanto desde su vuelta a Liniers. Desde ahí Vélez hizo lo que sabe: se paró bien en el fondo, manejó el balón y pegó dos veces con Insúa, a los 36 y 38. Liquidó un duro pleito en 17 minutos y armó la fiesta en Liniers.

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