Señales a los adultos
ENTREVISTA: MABEL DELL’ORFANO
–Los chicos dicen que la droga los “ayuda a salir de sus problemas personales”. ¿Cuáles cree que son esos problemas? –Podríamos decir que el problema es estar atravesando la adolescencia, que implica una crisis en el joven, que genera mucho estrés, ya sea consigo, con sus pares, con las autoridades y sobre todo con los padres, y el consumo los hace sentir más distendidos, más alegres. Problemas pueden ser los amores, el fracaso escolar, conflictos familiares o traumas, como lutos o abusos. Como ejemplo podemos hablar de un chico que a los 14 le empieza a ir mal en el colegio y lo asocia con la mala relación entre sus padres, que lo angustia. Siente que con una postura transgresora será más “respetado” y empiezan las “malas juntas”, rateadas, a fumar y a tomar alcohol. Y sigue con marihuana y cocaína. El consumo va empeorando la rebeldía, el enojo, la angustia, la agresividad. Y cuando los padres entienden que esas manifestaciones ya no son sólo por la adolescencia, y confirman –después de haber negado muchas señales– que hay consumo de drogas, en general ya pasaron dos o tres años. A este punto, el joven ya repitió o dejó el colegio y los deportes y ahora depende de las drogas, por lo cual la resistencia a dejarla es altísima. Piensa “¿Cómo me van a sacar la “novia – droga” que tanto lo acompañó en esos años difíciles?”… –El perfil socio ambiental que surge de la encuesta parece desterrar el mito de que las drogas cunden más entre chicos en condiciones de marginalidad y falta de contención. ¿Cuáles pueden ser los factores que los igualan al inicio del consumo? –La búsqueda de una diversión o placer diferente, la curiosidad o el aburrimiento. Lamentablemente en la actualidad los ambientes favorecen el abuso de alcohol, tabaco y drogas ilegales como un medio rápido y efectivo de diversión. Las drogas actúan sobre el sistema nervioso aumentando la dopamina. Con el tiempo, neurológicamente hay cambios y por eso va aumentando el consumo, llegando en casos a la dependencia, que no es programada por su voluntad sino por esos cambios neurológicos. –La edad crítica para el inicio del consumo parecen ser los 14 años. ¿A qué lo atribuyen? –Considerando la etapa crítica de la adolescencia a partir de los 13 años, no es casualidad que se animen a probar el abuso de alcohol o fumar su primer porro a los 14. Lo más triste es que las personas que consultan para dejar el consumo después de los 20 también iniciaron a los 14 años, o sea que ya llevan más de 5 años drogándose… Si consideramos que la adolescencia es el momento en que la persona inicia el aprendizaje a un caminar adulto y maduro, el consumo de drogas lo considero como ponerle un andador a un bebé y sacárselo a los 6 años… Seguramente sus piernas no estarán fortalecidas para caminar o correr. Con el sistema nervioso pasaría lo mismo. Fisiológicamente, hasta los 21 años el sistema nervioso sufre modificaciones, fortaleciendo algunas conexiones o podando las que no han sido utilizadas. El consumo de drogas altera las percepciones de la realidad, el pensamiento y el ánimo con tristeza, desmotivación y apatía. De aquí la gravedad de un consumo en adolescentes, por el deterioro que adquieren y que además lo van a llevar de por vida. –¿A qué señales deben estar más atentos los adultos? –No es fácil dar una receta. Creo que cuando inician la secundaria los adultos debemos estar totalmente atentos y comprometidos con nuestros hijos. Frecuentemente se piensa: “Ya es grande y sabe lo que no tiene que hacer”. Pero cuando los chicos salen a calle sin tantos cuidados, con toda la libertad a disposición, con amigos que dicen lo contrario, la oferta de drogas es alta y además les dicen “que no hace nada, que la marihuana es medicinal…”. Si no acepta, podría pasar por “tonto” ante los compañeros. A nuestros hijos se les hace muy difícil afrontar eso sin supervisión cotidiana de los adultos. Al inicio los adolescentes, como proceso natural, entran en oposición con enojos e irritabilidad, pudiéndola canalizar con los que más cerca tienen, sus padres. Los adultos, ante esta lucha angustiante y frustrante, no entienden cómo su hijo “era un buen chico/a hasta hace poco” y corren el riesgo de “tirar la toalla” y decir “¡Hacé lo que quieras!”. Grave error. Porque los chicos no saben en realidad qué es lo que quieren y en consecuencia son más vulnerables a los riesgos de la calle. –¿Cómo puede un adolescente advertir que su consumo ha pasado de lo experimental a la dependencia? –Si lograra darse cuenta de que está pensando más en el consumo que en otras cosas placenteras (deportes, amigos, estudios, proyectos); que ya no comparte tiempo con su familia; que no avanza… Pero si el joven vive en un estado de intoxicación por la frecuencia del consumo (por ejemplo la marihuana tarda más de 20 días en limpiarse del cerebro) es difícil que tenga la lucidez de darse cuenta. El paso del abuso a la dependencia es muy pequeño.
ENTREVISTA: MABEL DELL’ORFANO
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