Crece la clientela en comercios de «todo suelto»

La venta «al peso» tiene cada vez más adherentes en la región y es utilizada como una forma de paliar la crisis. SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La necesidad de continuar alimentando a las mascotas con un presupuesto menor hizo que en los últimos meses proliferaran los comercios dedicados a vender alimentos sueltos, que ahora también ofrecen harinas, avena arrollada y otros productos para consumo humano.

En esos comercios se surten los comedores barriales, varios socios del Club del Trueque y muchas economías domésticas que buscan una solución frente a la crisis. De hecho, se convirtieron en el antiguo almacén de la compra diaria, con la diferencia que ya no entregan alimentos envueltos en papel sulfito con orejitas, sino en bolsas de polietileno.

Son muchos los vecinos que en los últimos tiempos debieron resignar aspectos de su calidad de vida, y ensayan nuevas estrategias para que su nivel no siga decayendo. Algunos conservan el teléfono sólo para recibir llamadas y ya no tienen televisión por cable, mientras que otros debieron cambiar a sus hijos de colegio y vendieron su auto o lo utilizan mucho menos que antes. Lo que no pudieron hacer, por ejemplo, es desprenderse de sus mascotas, aunque debieron buscar alternativas al hueso con carne o a los alimentos envasados.

Hasta hace tres o cuatro años, en las zonas urbanas, la venta de alimentos sueltos se limitaba casi a las especias y legumbres. Ahora, muchos vecinos de distinta condición social y económica hacen largas colas en esos comercios. Uno de los secretos de su éxito radica en que venden mercadería en «mínima escala». «Aquí podes comprar medio peso de azúcar, 1 peso de harina y 30 centavos de sal», algo que no se obtiene en ningún supermercado, explicaron en «Super Suelto». Agregaron que con la crisis y la falta de dinero hay personas que no tienen recursos para abastecerse y por lo tanto concurren cada vez que juntan algunas monedas.

Otra de las ventajas que tienen para lograr menores costos es que no hay envases, todo se vende en bolsitas y cuando se trata de aceites, por ejemplo, el comprador debe traer su propio recipiente. También es habitual vender galletitas sueltas, cereales, frutas secas y miel.

En estos momentos la venta de alimentos sueltos ya es popular, pero uno de los pioneros en la actividad fue Emilio Pérez, quien llegó a Bariloche con su familia en 1999 y estableció la «Antigua Granja» en una pequeña cochera alquilada, ubicada en Tiscornia al 600. Pérez, ayudado por su esposa e hijas, comenzó a vender piedritas higiénicas y alimentos para perros y gatos a mitad de precio de los envasados, y así comenzaron las colas frente a su diminuto local. Siempre vendió especias y legumbres sueltas, pero en los últimos meses, atendiendo a los requerimientos del mercado, incorporó mayor cantidad de artículos de consumo humano con gran aceptación por sus precios. Por ejemplo, vende el kilo de harina de trigo a 1,10 peso y el medio kilo de avena arrollada a 85 centavos, productos que envasados cuestan aproximadamente 1,40 y 2,50 pesos respectivamente. El kilo de alimento para gatos lo vende a 2,20 pesos, y la misma cantidad para perros 1,30 peso, y también atiende a la demanda de galletas de gluten y otros productos dietéticos.

El éxito de Pérez alentó a «gente copiona -según la definió-, como alguna vez pasó con las pizzerías», porque la mayor inversión para instalarse radica en la compra de una balanza electrónica. Todos sus competidores trabajan bien, pero Pérez se jacta de que «ninguno puede igualar mis precios», porque conoce el negocio desde hace muchos años. En Bariloche hay actualmente una veintena de comercios que venden productos al peso.

Una de las clientas de «Antigua Granja» explicó su preferencia y justificó más de media hora de cola exhibiendo sus bolsas llenas: «pagué 14 pesos y llevo cualquier cantidad de cereales y alimentos para los chicos, mientras que en los supermercados cuesta 5 pesos un paquetito», aseguró.

Beneficio para clientes y vendedores

ROCA (AR) .- La grave situación económica que atraviesa el país genera distintas alternativas para afrontar la crisis. Entre ellas, la reciente proliferación de comercios que ofrecen mercaderías «sueltas». En Roca, los comerciantes que expenden productos fraccionados coinciden en señalar que se trata de un beneficio tanto para clientes como para vendedores, y que la calidad no varía demasiado respecto de los productos «de marca».

Hace dos semanas, abrió sus puertas en calle Tucumán un negocio llamado «Todo Suelto», que ofrece productos de limpieza. Su propietario posee comercios similares en Allen y Fernández Oro, y asegura que «tiene la ventaja de poder comprar la cantidad que quieras, desde un cuarto de litro. Como no hay costo de envase ni marca, en muchos casos el producto se abarata hasta casi un 50%. Por ejemplo, un litro de detergente cuesta entre 2,50 y 3 pesos, y acá lo vendemos a un peso el litro».

Pero no sólo los comercios pequeños recurren a la opción de vender productos fraccionados. También lo hacen autoservicios mayoristas, como Corgatelli. «Es algo que venimos haciendo desde hace bastante tiempo. Al cliente le conviene, porque el precio se encarece mucho por el tema del envase. Ofrecemos las dos variantes: productos cerrados y fraccionados», afirmó el gerente.

Otro comercio roquense incorporado a esta práctica funciona en un garaje del barrio Los Olmos y ofrece mercaderías como condimentos, especias, yerba y azúcar. Se trata de productos de buena calidad y se expenden por peso o por cantidad de dinero.