Daray y el porqué de las tragedias viales: “No le damos bola a nada”
El afamado expiloto dio una clase magistral de prevención en Viedma
Marcelo Ochoa
VIEDMA (AV).- El desapego a la leyes por parte de los argentinos también se nota en la forma en que se conduce un vehículo. El expiloto automovilístico Rubén Daray reivindica que esta apreciación la sigue repitiendo “como un loro” en las más de 170 conferencias de seguridad vial que ha brindado por el país, porque “manejamos muy mal” y además “creemos que lo hacemos bien”. El multicampeón de varias categorías nacionales y con vigencia de 27 años en los medios televisivos a través del programa “A todo motor”, estuvo en Viedma para brindar, ante más de medio millar de asistentes, una amena y divertida clase magistral sobre técnicas simples de cómo portarse bien desde el habitáculo de un auto para entender un tránsito complicado y evitar los riesgos. A su entender, la personalidad influye en la forma de conducir, dado que relativiza el cumplimiento de las normas de tránsito. Se preguntó “cómo puede ser que se entreguen licencias de conducir y no nos enseñen a frenar”. Para fortalecer la poca preparación técnica para manejar de manera responsable, mostró que el asiento debe estar en vertical y los pies deben llegar al piso del torpedo para poder apretar a fondo el freno ante una emergencia. Insistió: “Llevo realizadas muchas charlas pero en este país no le damos bola a nada” y entonces “te acostumbrás a tener 21 muertos por día, que no se conocen en los noticieros televisivos”. Lamentó que veamos como “catástrofe” lo ocurrido con las inundaciones en La Plata, aunque las víctimas del temporal representan poco más de dos días de muertos en siniestros viales. ¿Qué pasa con los equipos de gas”, preguntó “Río Negro”. Respondió que no está “en contra” de esos equipos pero enfatizó que se opone “a modificar los autos porque fueron pensados durante cinco años por 1.500 ingenieros de una fábrica y luego nos aparece alguno diciendo que si le sacamos o le ponemos algo (en referencia a los ‘tuneados’ con alerones, malacates delanteros, paragolpes exagerados) funcionará mejor…” ¿Se controlan los equipos de GNC?, fue la siguiente pregunta. Y respondió: “Hace poco llevé mi auto a la verificación técnica y adelante mío entregaban certificados de ‘observados’ a aquellos vehículos con vidrios oscurecidos que están prohibidos por ley. Y nadie entiende que si ese auto mata a alguien, el abogado de la otra parte te hace un gran agujero. Me imagino que con los tubos pasa lo mismo, si no miran, si el ajuste es correcto… si la manguera… si la presión… no lo sé”. Luego se lo consultó sobre aquellas estadísticas judiciales que dan cuenta de que el 90% de los mal llamados “accidentes” son fallas humanas, y por lo tanto qué debiera tomarse en cuenta. Daray se mostró entonces convencido de que se deben respetar las leyes de Tránsito “al cien por cien” y el rigor “no significa pegarle a alguien un palo en la cabeza”. Puso como ejemplo que “si hay una indicación de desplazarse a 40 kilómetros por hora, es 40 y no 45, y después le decimos cualquier cosa al inspector de Tránsito. En la provincia de Buenos Aires existe una norma que establece que los paragolpes deberían estar a 30 centímetros del piso, por lo tanto invito a ver qué pick-up fabricada en la Argentina lo tiene. Si me paro en la puerta de una fábrica me hago 400 multas por día y solucionamos el tema, pero no se hace… es un misterio…”. En su arte de enseñar, el expiloto indicó que no se valora que en una calle el auto se posa sobre cuatro “manos” (la superficie de las cubiertas), y comparó con “dos monedas” la superficie de apoyo de una moto. “Si le mostramos a una familia que viajan cuatro en una moto, que van apoyados sobre dos monedas, salen disparando y se darán cuenta de que a un niño en un choque se le viene el cuerpo del padre de 90 kilos encima de él y lo aprieta contra el manubrio”. Al mostrar imágenes proporcionadas por las fábricas automotrices sobre cómo se comporta un cuerpo dentro de un vehículo en un choque a 40 km/h, Daray precisó que las manos al volante también se “abren” a esa velocidad y por eso, por ejemplo, las embarazadas deben llevar doble cinto. En las calles “un 90% ciento de los conductores no lo usan”, cuestionó, y lamentó el déficit de campañas sobre las consecuencias de la falta de protección. Señaló como un contrasentido que los vehículos modernos están diseñados para hacer “volar” a un eventual peatón atropellado pero se le coloquan accesorios que retienen a la víctima embestida, como con un portaequipajes o un paragolpes adicional.
Marcelo Ochoa
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