Piqueteros es igual a piantavotos

Redacción

Por Redacción

Los piquetes en plena efervescencia electoral no le convienen a los políticos. A más de 10 años de su auge, producto de la crisis del 2001, la clase media está hastiada de ellos. Un día después de que el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri inaugurase el Metrobus, los nervios e incidentes violentos retornaron al centro de la Capital. Sucedieron una semana después, de la protesta frente al Ministerio de Trabajo, que hizo levantar la voz al secretario de Seguridad, Sergio Berni: “A la justicia contravencional de la ciudad le importan tres pepinos los miles de automovilistas que se desplazan para ir a trabajar”, espetó. Macri no se calló la boca. Se quejó del método de confrontación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y tras tildar de “macho black (sic) por excelencia” a Berni, le demandó hacer cumplir la Constitución y garantizar la libre circulación. Por la tarde, durante la presentación de la Terminal de Combis del Obelisco, el titular del gabinete macrista, Horacio Rodríguez Larreta, buscó suavizar el cortocircuito, señalando que el desalojo de los piqueteros de la víspera se realizó “siguiendo todos los pasos que marca la ley”. Consciente que el no hacer nada frente a las actitudes fuera de lugar perjudica tanto a los candidatos kirchneristas como antikirchneristas, Rodríguez Larreta optó por conciliar con Berni: “Hicimos la denuncia, actuaron los fiscales de la Ciudad, como lo hacen cada vez que hay un corte, y a partir de entonces intervino la Policía Federal, esta vez haciendo cumplir ese derecho”. Aparentemente, se alcanzó un entendimiento para forzar a los potenciales manifestantes a realizar sus demandas en otros ámbitos. Será difícil hacer entrar en razones a las vertientes gremiales más opositoras. Sin embargo, quizá convencido por quien va primero en su lista de aspirantes a diputados nacionales en Buenos Aires, Francisco De Narváez, el titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano, también trataría de avenirse a no truncar el libre tránsito por rutas bonaerenses y arterias de las ciudades, hasta conocer los resultados de las primarias obligatorias del próximos 11 de agosto, que marcarán una tendencia hacia las legislativas del 27 de octubre. Sergio Massa, empeñado en desbancar al cristinismo, también apuesta a modos de convivencia más racionales. De hecho, ya labró algunos entendimientos por lo bajo con Macri.

arnaldo paganetti Agencia Buenos Aires


Los piquetes en plena efervescencia electoral no le convienen a los políticos. A más de 10 años de su auge, producto de la crisis del 2001, la clase media está hastiada de ellos. Un día después de que el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri inaugurase el Metrobus, los nervios e incidentes violentos retornaron al centro de la Capital. Sucedieron una semana después, de la protesta frente al Ministerio de Trabajo, que hizo levantar la voz al secretario de Seguridad, Sergio Berni: “A la justicia contravencional de la ciudad le importan tres pepinos los miles de automovilistas que se desplazan para ir a trabajar”, espetó. Macri no se calló la boca. Se quejó del método de confrontación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y tras tildar de “macho black (sic) por excelencia” a Berni, le demandó hacer cumplir la Constitución y garantizar la libre circulación. Por la tarde, durante la presentación de la Terminal de Combis del Obelisco, el titular del gabinete macrista, Horacio Rodríguez Larreta, buscó suavizar el cortocircuito, señalando que el desalojo de los piqueteros de la víspera se realizó “siguiendo todos los pasos que marca la ley”. Consciente que el no hacer nada frente a las actitudes fuera de lugar perjudica tanto a los candidatos kirchneristas como antikirchneristas, Rodríguez Larreta optó por conciliar con Berni: “Hicimos la denuncia, actuaron los fiscales de la Ciudad, como lo hacen cada vez que hay un corte, y a partir de entonces intervino la Policía Federal, esta vez haciendo cumplir ese derecho”. Aparentemente, se alcanzó un entendimiento para forzar a los potenciales manifestantes a realizar sus demandas en otros ámbitos. Será difícil hacer entrar en razones a las vertientes gremiales más opositoras. Sin embargo, quizá convencido por quien va primero en su lista de aspirantes a diputados nacionales en Buenos Aires, Francisco De Narváez, el titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano, también trataría de avenirse a no truncar el libre tránsito por rutas bonaerenses y arterias de las ciudades, hasta conocer los resultados de las primarias obligatorias del próximos 11 de agosto, que marcarán una tendencia hacia las legislativas del 27 de octubre. Sergio Massa, empeñado en desbancar al cristinismo, también apuesta a modos de convivencia más racionales. De hecho, ya labró algunos entendimientos por lo bajo con Macri.

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