Con la potencia del rock

Componen sus letras y tocan blues y funk, “tirando a una onda medio pesada”.

De Armas Rock apareció en escena por primera vez hace ocho años, en vísperas de Navidad, afuera de una capilla en Intendente Carro y Misiones, al lado de un pesebre. Natalio Muñoz, su guitarrista, tenía por ese entonces el pelo largo hasta la cintura y con su banda tocaban covers de Black Sabbath. “Eran canciones medio diabólicas”, se asombra “el Nata” pero enseguida aclara que les fue bien, que “la música es para todos”. Martín Garrido Makinistián y Sergio “Checho” Medina completan este trío de Neuquén que hace rock, blues y funk, “tirando a una onda medio pesada”. Son jóvenes de entre 19 y 27 años nacidos y criados en la ciudad, todos alumnos de escuela técnica (por pura casualidad) y músicos a medio tiempo, aunque no por elección. “Desde los 18 años he trabajado de carnicero, en un híper, una pinturería, en mensajería y muchos trabajos bajo patrón. Hoy no tengo un trabajo fijo, sino relacionado a la música, armando shows, organizando, buscando fechas, lugares y auspiciantes”, cuenta Martín, quien estudió el pregrado de la Escuela de Música y también aprendió un poco con clases particulares. Hoy es el bajista, cantante y principal compositor del grupo. El Nata vive en el barrio Confluencia “cerca de la comisaría 19, de todo el quilombo, las piedras y los tiros”. Esto le pasa, literalmente, por el costado. Lo de la música lo tenía claro desde chiquito: “No sabía tocar la guitarra pero ya tenía claro que iba a armar una banda”, dice. Su encuentro se dio en el contexto de una banda diferente, pero cuando se dieron cuenta de que sus gustos coincidían decidieron armar otra. El último en sumarse fue Checho, un estudiante de sexto año de la EPET 17 que está en la banda desde hace seis años. Nata, Martín y Checho están preparando su primer material discográfico, que tendrá unas ocho canciones originales. “Todo bancado por nosotros”, aclaran sobre la grabación que pretenden tener lista para noviembre. “Nos falta el arte de tapa y diseño, pero lo demás ya está”, afirman. El trío ha llevado su música a lugares que van desde la plaza del barrio Confluencia, hasta la Capital Federal, pasando por Puerto Madryn, El Bolsón y el interior de Neuquén y Río Negro. Y esa experiencia de conocer otras ciudades les hace ver y valorar el estar en la propia: “Se ve una ciudad limpia, joven, que está creciendo. Lo que sí nos están faltando son más espacios culturales. Hay, pero son chicos y no para todos”. En eso coinciden y a ese deseo le suman otro más, no menos ambicioso: “Hay algo que anhelamos, que es vivir y trabajar de la música”, dice Martín. No es tarea sencilla, aunque advierten: “Cuesta, pero estamos en eso”.

Natalio “el Nata” Muñoz (26), guitarra; Martín Garrido Makinistián (27), bajo, y Sergio “Checho” Medina (19), batería.


De Armas Rock apareció en escena por primera vez hace ocho años, en vísperas de Navidad, afuera de una capilla en Intendente Carro y Misiones, al lado de un pesebre. Natalio Muñoz, su guitarrista, tenía por ese entonces el pelo largo hasta la cintura y con su banda tocaban covers de Black Sabbath. “Eran canciones medio diabólicas”, se asombra “el Nata” pero enseguida aclara que les fue bien, que “la música es para todos”. Martín Garrido Makinistián y Sergio “Checho” Medina completan este trío de Neuquén que hace rock, blues y funk, “tirando a una onda medio pesada”. Son jóvenes de entre 19 y 27 años nacidos y criados en la ciudad, todos alumnos de escuela técnica (por pura casualidad) y músicos a medio tiempo, aunque no por elección. “Desde los 18 años he trabajado de carnicero, en un híper, una pinturería, en mensajería y muchos trabajos bajo patrón. Hoy no tengo un trabajo fijo, sino relacionado a la música, armando shows, organizando, buscando fechas, lugares y auspiciantes”, cuenta Martín, quien estudió el pregrado de la Escuela de Música y también aprendió un poco con clases particulares. Hoy es el bajista, cantante y principal compositor del grupo. El Nata vive en el barrio Confluencia “cerca de la comisaría 19, de todo el quilombo, las piedras y los tiros”. Esto le pasa, literalmente, por el costado. Lo de la música lo tenía claro desde chiquito: “No sabía tocar la guitarra pero ya tenía claro que iba a armar una banda”, dice. Su encuentro se dio en el contexto de una banda diferente, pero cuando se dieron cuenta de que sus gustos coincidían decidieron armar otra. El último en sumarse fue Checho, un estudiante de sexto año de la EPET 17 que está en la banda desde hace seis años. Nata, Martín y Checho están preparando su primer material discográfico, que tendrá unas ocho canciones originales. “Todo bancado por nosotros”, aclaran sobre la grabación que pretenden tener lista para noviembre. “Nos falta el arte de tapa y diseño, pero lo demás ya está”, afirman. El trío ha llevado su música a lugares que van desde la plaza del barrio Confluencia, hasta la Capital Federal, pasando por Puerto Madryn, El Bolsón y el interior de Neuquén y Río Negro. Y esa experiencia de conocer otras ciudades les hace ver y valorar el estar en la propia: “Se ve una ciudad limpia, joven, que está creciendo. Lo que sí nos están faltando son más espacios culturales. Hay, pero son chicos y no para todos”. En eso coinciden y a ese deseo le suman otro más, no menos ambicioso: “Hay algo que anhelamos, que es vivir y trabajar de la música”, dice Martín. No es tarea sencilla, aunque advierten: “Cuesta, pero estamos en eso”.

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