“Esquirlas y efectos colaterales del reclamo policial”
El 8 de diciembre del 2013, Día de la Patrona de la Policía de la provincia de Río Negro, oportunidad en la cual los efectivos en actividad (francos de servicio), retirados y familiares se autoacuartelaron en defensa de sus derechos constitucionales. Se han escuchado críticas serias y responsables, pero también una sarta de imbecilidades como “extorsión”, “sedición”, “amenaza a la democracia”, “paritarias calibre 9 milímetros”, culminando con el discurso del jefe de Gabinete nacional, quien pidió que los gobernadores imiten al gobernador del Chaco de no cumplirse con los acuerdos realizados sobre el tema. No puedo sustraerme del pensamiento de José L. Lobret (del libro “Introducción a la Planificación” de Ezequiel Ander Egg) que dice: “En el gigantismo del esfuerzo humano de hoy, los responsables políticos y económicos se ven llevados a tomar decisiones sin elementos de apreciación. Estas decisiones son, pues, o tomadas al azar, en la oscuridad de intuiciones superficiales o por influencia de intrigantes hábiles en hacer resaltar aspectos parciales de la cuestión, o con un conocimiento mediocre del problema y de los datos. El resultado es un derroche increíble de esfuerzos y recursos, seguido de resultados desproporcionados, cuando no de fracasos”. El sistema social es como el cuerpo humano cuando algo anda mal, se expresa mediante síntomas que si no son atendidos se agravan. Con sólo leer, mirar o escuchar los medios de prensa y prestarle un poquito de atención a las redes virtuales se podía advertir un sinnúmero de artículos y opiniones que estaban evidenciando síntomas de que las cosas estaban mal, y en cualquier momento, por algún lado o de algún modo, tenían que explotar. Es más, el mismo día que asumió el ministro de Seguridad, cuando se dirigía a su despacho se encontró con un grupo de policías retirados que desde hacía meses se concentraban en la plaza frente a la gobernación reclamando por sus derechos. Invitados estos al despacho del ministro le expusieron la situación y le advirtieron que la situación era grave. Los camaradas en actividad no soportaban más la situación. Nada se hizo, se ignoró o se subestimó la problemática planteada, y lamentablemente ocurrió lo inevitable: se tuvo que recurrir al autoacuartelamiento con la responsabilidad de no dejar de brindar en ningún momento prevención y protección a la comunidad. Gracias a Dios se logró consensuar y firmar un acuerdo que descomprimió la situación. El gobierno, para que no vuelvan a ocurrir este tipo de situaciones, debe salir de la inopia en la que está estancado por el tema de la seguridad y arbitrar caminos de encuentro y espacios de discusión no sólo salarial sino del bienestar del personal con el cual se brinda seguridad. Uno es realmente democratizando la institución y, “así como lo hicieron con los presos”, facilitar la sindicalización de la fuerza. Pero también desde la misma institución hay que fijar pautas y roles. No hay que olvidarse de que la Policía tiene un sistema de organización piramidal, o sea, que tiene una base muy amplia y termina en punta. Pues bien, ante un problema coyuntural como el vivido, el primero en ponerse a la cabeza del reclamo tiene que ser el jefe de Policía. Si fracasa, se tiene que ir. Luego sigue el subjefe, los integrantes de Plana Mayor, los jefes de Regionales, y así sucesivamente, porque así es la cadena de mando y ante el caso de tener que irse no se ven perjudicados en su carrera, ya que si ocupan esos lugares es porque tienen los años y jerarquías suficientes para afrontar el retiro sin mayores complicaciones, y esta situación les da la garantía de no ser manipulados ni amenazados, porque ya están en el final de la carrera y tienen la oportunidad de irse por la puerta grande sin mayores consecuencias económicas. Si no lo hacen corren el riesgo de perder autoridad y credibilidad ante sus subordinados. Los megasueldos de los funcionarios y la insuficiencia en los salarios de los policías generaba un estado de discriminación que día a día tomaba mayor efervescencia y la pasividad del Estado arrinconó al personal, que al no tener otra salida optó por el autoacuartelamiento para reclamar por sus legítimos derechos. Por eso es necesario hacerle conocer a la comunidad que se puede quedar tranquila, que este reclamo se hizo por dos razones fundamentales, una por necesidad y la otra por dignidad. Todas las demás hipótesis y conclusiones son meros ensayos de justificar la falta de capacidad y eficiencia para manejar el tema. Hay un hecho histórico, uno de los sucesos más dramáticos de la guerra civil española, que tuvo que ver con la ayuda que Hitler le brindó a Franco: en el mes de abril de 1937, un grupo de aviadores alemanes, La Legión del Cóndor, bombardeó “Guernica”, una ciudad del norte de España, y al cabo del bombardeo un 70% de la ciudad estaba destruida y unas 1.500 personas muertas (en su mayoría niños, mujeres y ancianos). Días después, Pablo Picasso comenzó a pintar el más fuerte testimonio de ese horror: “El Guernica”. Posteriormente, durante la ocupación nazi en París, el embajador alemán visitó el atelier de Picasso y al observar una reproducción del “Guernica” admirado se dirigió al pintor y le dijo: “Así que esto lo ha hecho usted…”, a lo que Picasso le respondió: “No, esto lo hicieron ustedes” Agustín Bonillo San Antonio Oeste
Agustín Bonillo San Antonio Oeste
El 8 de diciembre del 2013, Día de la Patrona de la Policía de la provincia de Río Negro, oportunidad en la cual los efectivos en actividad (francos de servicio), retirados y familiares se autoacuartelaron en defensa de sus derechos constitucionales. Se han escuchado críticas serias y responsables, pero también una sarta de imbecilidades como “extorsión”, “sedición”, “amenaza a la democracia”, “paritarias calibre 9 milímetros”, culminando con el discurso del jefe de Gabinete nacional, quien pidió que los gobernadores imiten al gobernador del Chaco de no cumplirse con los acuerdos realizados sobre el tema. No puedo sustraerme del pensamiento de José L. Lobret (del libro “Introducción a la Planificación” de Ezequiel Ander Egg) que dice: “En el gigantismo del esfuerzo humano de hoy, los responsables políticos y económicos se ven llevados a tomar decisiones sin elementos de apreciación. Estas decisiones son, pues, o tomadas al azar, en la oscuridad de intuiciones superficiales o por influencia de intrigantes hábiles en hacer resaltar aspectos parciales de la cuestión, o con un conocimiento mediocre del problema y de los datos. El resultado es un derroche increíble de esfuerzos y recursos, seguido de resultados desproporcionados, cuando no de fracasos”. El sistema social es como el cuerpo humano cuando algo anda mal, se expresa mediante síntomas que si no son atendidos se agravan. Con sólo leer, mirar o escuchar los medios de prensa y prestarle un poquito de atención a las redes virtuales se podía advertir un sinnúmero de artículos y opiniones que estaban evidenciando síntomas de que las cosas estaban mal, y en cualquier momento, por algún lado o de algún modo, tenían que explotar. Es más, el mismo día que asumió el ministro de Seguridad, cuando se dirigía a su despacho se encontró con un grupo de policías retirados que desde hacía meses se concentraban en la plaza frente a la gobernación reclamando por sus derechos. Invitados estos al despacho del ministro le expusieron la situación y le advirtieron que la situación era grave. Los camaradas en actividad no soportaban más la situación. Nada se hizo, se ignoró o se subestimó la problemática planteada, y lamentablemente ocurrió lo inevitable: se tuvo que recurrir al autoacuartelamiento con la responsabilidad de no dejar de brindar en ningún momento prevención y protección a la comunidad. Gracias a Dios se logró consensuar y firmar un acuerdo que descomprimió la situación. El gobierno, para que no vuelvan a ocurrir este tipo de situaciones, debe salir de la inopia en la que está estancado por el tema de la seguridad y arbitrar caminos de encuentro y espacios de discusión no sólo salarial sino del bienestar del personal con el cual se brinda seguridad. Uno es realmente democratizando la institución y, “así como lo hicieron con los presos”, facilitar la sindicalización de la fuerza. Pero también desde la misma institución hay que fijar pautas y roles. No hay que olvidarse de que la Policía tiene un sistema de organización piramidal, o sea, que tiene una base muy amplia y termina en punta. Pues bien, ante un problema coyuntural como el vivido, el primero en ponerse a la cabeza del reclamo tiene que ser el jefe de Policía. Si fracasa, se tiene que ir. Luego sigue el subjefe, los integrantes de Plana Mayor, los jefes de Regionales, y así sucesivamente, porque así es la cadena de mando y ante el caso de tener que irse no se ven perjudicados en su carrera, ya que si ocupan esos lugares es porque tienen los años y jerarquías suficientes para afrontar el retiro sin mayores complicaciones, y esta situación les da la garantía de no ser manipulados ni amenazados, porque ya están en el final de la carrera y tienen la oportunidad de irse por la puerta grande sin mayores consecuencias económicas. Si no lo hacen corren el riesgo de perder autoridad y credibilidad ante sus subordinados. Los megasueldos de los funcionarios y la insuficiencia en los salarios de los policías generaba un estado de discriminación que día a día tomaba mayor efervescencia y la pasividad del Estado arrinconó al personal, que al no tener otra salida optó por el autoacuartelamiento para reclamar por sus legítimos derechos. Por eso es necesario hacerle conocer a la comunidad que se puede quedar tranquila, que este reclamo se hizo por dos razones fundamentales, una por necesidad y la otra por dignidad. Todas las demás hipótesis y conclusiones son meros ensayos de justificar la falta de capacidad y eficiencia para manejar el tema. Hay un hecho histórico, uno de los sucesos más dramáticos de la guerra civil española, que tuvo que ver con la ayuda que Hitler le brindó a Franco: en el mes de abril de 1937, un grupo de aviadores alemanes, La Legión del Cóndor, bombardeó “Guernica”, una ciudad del norte de España, y al cabo del bombardeo un 70% de la ciudad estaba destruida y unas 1.500 personas muertas (en su mayoría niños, mujeres y ancianos). Días después, Pablo Picasso comenzó a pintar el más fuerte testimonio de ese horror: “El Guernica”. Posteriormente, durante la ocupación nazi en París, el embajador alemán visitó el atelier de Picasso y al observar una reproducción del “Guernica” admirado se dirigió al pintor y le dijo: “Así que esto lo ha hecho usted...”, a lo que Picasso le respondió: “No, esto lo hicieron ustedes” Agustín Bonillo San Antonio Oeste
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