Bariloche, ¿municipio viable o inviable?

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Hace varios años que vengo escuchando, de voces propias y extrañas, que el municipio de Bariloche es inviable. Lo escucho de ciudadanos comunes pero, para mi alarma, también de actores del sector político, funcionarios, concejales y legisladores.

¿Cuándo algo es viable? Según el diccionario, cuando una criatura puede vivir y salir adelante. Entonces, la inviabilidad es no poder vivir o no poder salir adelante. O sea que, en estos términos, que Bariloche sea inviable significa que “no puede vivir, no podrá salir adelante o no podrá llevar a cabo sus propósitos”.

A fuerza de repetirse, la autoprofecía se cumple. Se cumple, lejos de una cuestión mágica, porque lo que pasa es que terminamos actuando en consecuencia. Construimos un círculo vicioso. Nos convencemos de la inviabilidad y tomamos las decisiones basados en ese supuesto. Se termina la lucha por la vida, seguros de que la muerte ya es inevitable.

Para colmo, los hechos refuerzan el supuesto. Como ejemplo podemos ver que estas últimas semanas el Ejecutivo municipal propuso un aumento del 50% del presupuesto en vistas a la firma de obras de infraestructura para barrios y planes de viviendas. El motivo es loable, pero tenemos la responsabilidad de reflexionar más allá de la coyuntura. Un 50% implica un presupuesto, en términos redondos, de 1.200 millones de pesos, de los cuales sólo 400 millones son recursos propios (recaudación + coparticipación). El resto son fondos específicos, fundamentalmente del Estado nacional. Agreguemos que esos 400 millones alcanzan solamente para los sueldos. Estamos diciendo que la única manera de que Bariloche tenga obras es que dos tercios del presupuesto estén atados a las ganas o a la discrecionalidad del gobierno nacional para hacerlas.

Desde esta perspectiva, se refuerza el concepto de inviabilidad y sólo nos queda apagar la luz y que el último cierre la puerta. Sin embargo, debemos rebelarnos frente a esta idea, aunque sea por el solo hecho de pelear nuestra supervivencia como grupo humano, como comunidad. Yo me rebelo contra la idea de la inviabilidad. Pero no basta la buena voluntad y debemos esgrimir argumentos. ¿Los hay? Claro que sí. La mayoría son conocidos. El problema es que, basados en la convicción de la inviabilidad, no se accionan y nos limitamos a pedir limosna a los poderes nacional y provincial. Lo primero a realizar es un cambio de actitud, convencernos de que podemos.

Podemos trabajar en la provincia para mejorar la coparticipación provincial y nacional.

Podemos trabajar en el cobro de impuestos provinciales en Bariloche.

Podemos ampliar la oferta turística en temporada baja.

Podemos diversificar la economía a partir del complejo científico-tecnológico.

Podemos mejorar la situación de artesanos y pequeños productores con la creación de locaciones productivo-culturales.

Podemos desarrollar una producción local asociada a la rosa mosqueta de miles de toneladas de semillas.

Podemos hacer de Bariloche una ciudad universitaria.

Podemos liderar un proyecto turístico y productivo regional.

Podemos desarrollar nuevos centros invernales.

Podemos utilizar instrumentos como la contribución por mejoras para hacer obra pública con nuestros propios recursos.

Podemos luchar contra la inseguridad a través de planes integrales de intervención.

Podemos ordenar nuestro caótico tránsito.

Podemos, y ésta es la prioridad, conformar una comunidad que trabaje mancomunadamente, con objetivos comunes.

Lo que no podemos es abatirnos ante la magnitud de la tarea y darnos por vencidos. Lo que no podemos es ser inviables.

GUSTAVO GENNUSO

Presidente del partido vecinalista Pueblo. Bariloche

GUSTAVO GENNUSO


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