El Choconcito, pequeño oasis en la meseta neuquina

NEUQUÉN :: Fotogalería

NEUQUÉN (AN).- A seis kilómetros del centro de la ciudad, en la parte más alta de la meseta, existe un oasis de agua cristalina poco conocido. Se trata de una laguna de entre dos y tres metros de profundidad, con una extensión aproximada de una manzana y media, que los habitantes de la Colonia Nueva Esperanza utilizan como balneario para mitigar el calor del verano. Conviven allí peces y aves acuáticas y terrestres, rodeadas de jarilla, desierto y silencio.

El espejo de agua se formó como reservorio del agua de descarte de la planta potabilizadora que el EPAS construyó en el límite entre la colonia y la ciudad de Centenario. A un costado se levantó un murallón para contener los 70.000 metros cúbicos de agua que se derivan como excedente de la planta, y que llegan a través de un acueducto desde lago Mari Menuco. Es por eso que los lugareños la bautizaron “El Choconcito”.

Llegar hasta allí no es tarea sencilla, porque se accede por senderos poco delimitados y porque los habitantes de Nueva Esperanza prefieren que nadie más descubra la belleza natural que se esconde en lo alto de la barda neuquina.

Oscar vive en la colonia y trabaja en al estación de bombeo. Cuando se le pregunta si es cierto eso que cuentan por allí sobre “El Choconcito”, asegura contundente “vaya y desengáñese. Es apenas una lagunita de poca agua”.

La curiosidad llega a remontar la meseta. Se debe seguir la huella del camino que a veces hay que desandar porque no conduce a ningún lado, y entonces hay probar otro y otro camino. Por el terreno se cruzan martinetas y lagartijas, hasta que de pronto se divisa a lo lejos la enorme construcción de ladrillo de la planta potabilizadora y detrás, el fin de la barda. El camino lleva a escalar un terraplén y desde allí se deja ver el oasis de agua cristalina.

La vigilia de los teros

Un par de teros delata la presencia de extraños, pero su grito no es todavía lo suficientemente fuerte como para alertar a las aves que nadan en la laguna.

Totoras y plantas acuáticas son el nido de patos, cisnes de cuello negro, garzas y peces de una variedad parecida al pejerrey pero de menor tamaño.

A un costado de “El Choconcito” se encuentra la estación de bombeo que conduce agua para riego hacia la colonia. Su guardián y operario es Alfonso. “El fin de semana, cuando hace calor se llena de chicos, jóvenes y familias que vienen a pasar el día entero. Traen para comer y tomar y acá se quedan. Como no es peligrosa, los chicos lo disfrutan muchísimo”, contó el operario.

El domingo, al caer el sol, Alfonso vuelve a quedar solo con el agua en calma y las aves que regresan a sus nidos, rodeado de la inmensidad de la barda. Los teros reposan sobre el terraplén, con el cuello erguido, el pico en alto y atentos por si regresa otro intruso.

Riego para los productores

La laguna “El Choconcito” se formó en 2009 cuando comenzó a operar la plata potabilizadora que el EPAS construyó en la meseta para abastecer de agua para consumo humano a todo el sector oeste de la capital, a través del acueducto Mari Menuco. Tiene una capacidad de almacenamiento de 6.000 litros de agua y cuando la cisterna se llena el resto se vuelca a la laguna.

En un principio fue pensada como reservorio al aire libre para casos de emergencia en los que fuera necesario detener la planta por algún desperfecto. “El Choconcito” puede almacenar 70.000 metros cúbicos. El agua de la laguna es utilizada además para el riego de los 32 lotes productivos que tiene Colonia Nueva Esperanza. El agua se transporta a través de dos bombas que se colocaron a un costado de la laguna y por medio de 3.000 metros de cañerías que parten de la meseta hasta la zona productiva.

Alfonso, el encargado de operar la estación de bombeo, comentó que a pesar de que constantemente se está bombeando agua se pueden regar 700 hectáreas productivas.

rosana rins – rosana@rionegro.com.ar