La quinua en guisos y ensaladas

Una familia barilochense rescató esta especie nativa.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Una familia del paraje Anecón Chico logró cultivar plantas de quinua e incorporarlas a su dieta habitual, en una experiencia promovida por una ONG barilochense para la recuperación de especies nativas cuyo uso se perdió con los años.

A partir de un puñado de semillas obtenidas en Temuco (Chile), la quinua arraigó fuerte en las tierras de la familia Rosales, que en los últimos meses comenzó a aprovechar su alto valor nutritivo en guisos y ensaladas.

La quinua es un «pseudo cereal» que en tiempos precolombinos era parte esencial de la alimentación de los pueblos indígenas en toda la zona andina. Aún hoy se la sigue usando en Bolivia y Perú, donde es cultivada y comercializada como cualquier producto regional.

Pero en la Patagonia Norte los últimos registros sobre su siembra y consumo datan de la década del 20. Desde entonces, si bien siguió presente en la zona como planta silvestre, los campesinos suelen considerarla un yuyo.

El proyecto rural que desarrolla el Instituto Cordillerano de Estudios y Promoción Humana (ICEPH) está dirigido a «fortalecer la potencialidad de la población campesina» de la Patagonia Norte mediante una variedad de herramientas que van desde la promoción de alternativas productivas hasta el mejoramiento de las viviendas por medio de microcréditos.

Hasta ahora han podido conformar grupos de trabajo en Comallo, Mencué, Corralito, Blancura Centro, Chiquilihuin y Anecón, entre otros parajes. En muchos de ellos el paisaje ya comenzó a cambiar tanto por la techumbre nueva de las casas como por los invernáculos y los verdes cuadros de forraje, ovejas y chivos.

Guillermo Gutiérrez, coordinador del ICEPH, explicó que el programa consiguió hasta ahora importantes logros en la producción frutícola y agro forestal, con el objeto de revertir la monoproducción ganadera, que suele ser generadora de «pobreza y degradación ambiental».

Anecón Chico está ubicado en cercanías de Clemente Onelli. Los Rosales viven en una altiplanicie de 1.000 metros s.n.m. con escasas lluvias y temperaturas invernales de hasta 30 grados bajo cero.

Confiado en que valía la pena probar, Cristian Rosales plantó las primeras semillas de quinua en la primavera de 2001 y las plantas germinaron con fuerza, pese a que provenían de una región agroecológica diferente. El óptimo resultado alcanzado pareció demostrar que la tierra no pierde la memoria, y alentó a muchos campesinos a incorporarla a sus propias unidades productivas.

Gutiérrez explicó que el grano obtenido «tiene propiedades nutritivas muy superiores a la soja» y que una vez lavado puede usarse de muy distintas maneras.


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