Chau pucho
Columna semanal
La Peña
Nos criamos conviviendo con los que fumaban y eso nos llevó a conocer qué fumaba cada uno. El cigarrillo fue parte del paisaje durante la infancia.
Nos mandaban a comprar y teníamos memorizados los nombres de cada uno. Mi madre fumaba Jockey Club superlargos, mi padre Particulares 30 y mi abuela Commander, cuya etiqueta dorada se parecía a la de otras marcas.
A los que estábamos más cancheros nos mandaban más seguido porque no metíamos la pata con lo que comprábamos y además nos quedaba el vuelto, siempre y cuando fueran monedas. Cuando se trataba de billetes había que entregar el sobrante.
No sé cuántos años pasaron, pero todo esto viene a cuento por el anuncio de la fábrica de terminar con la producción de los cigarrillos Derby y Jockey Club en el país.
El segundo, de clásico paquete rojo, se instaló en la retina de nosotros porque no sólo estaba en cada casa sino que las publicidades nos invadían. Quedan todavía algunos quioscos con viejas publicidades.
Jockey club, el clásico, se mantuvo siempre con el mismo color, pero también produjo los suaves, los largos y los superlargos, de modo que si gustaba ese tabaco no había manera de que no estuviera presente en la vida cotidiana.
Mi abuela fumaba generalmente a escondidas. Para el común de la gente ella no fumaba, pero en la intimidad sí lo hacía. Por eso tenía claves para cuando tenía que mandarnos a comprar y había gente presente. Nunca pronunciaba la palabra cigarrillo.
Nos mandaba a comprar alpiste para los canarios. Y los más grandes ya sabíamos que alpiste en términos de la abuela era sinónimo de cigarrillos. El problema fue cuando mandó a uno de mis primos a comprar y volvió con un paquete con alpiste. Y lo peor es que mi primo, ajeno a las claves y con poca discreción, le entregó el paquete en mano.
La abuela esperó que los que estaban en la rueda del mate se fueran y furiosa me mandó a cambiar el alpiste por los cigarrillos que fumaba.
El cigarrillo era parte del gran bombardeo publicitario en carreras de fórmula uno, en partidos de fútbol, en los quioscos y bares.
No había modo de mantenerse ausente de ese escenario ni manera de no familiarizarse con marcas y nombres.
Jorge Vergara
jvergara@rionegro.com.ar
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