La anunciada toma de casas que nadie evitó en Sierra Grande

Departamentos y viviendas de un barrio de Hipasam llevaban años abandonados mientras crecía la demanda social. Hace cuatro años fue la primera usurpación y el año pasado, la segunda.

“Nosotros no somos delincuentes, somos vecinos sin casa”, relata con mucha amargura en su voz María Ortiz, una de las primeras personas que usurpó las viviendas del Barrio Villa Hiparsa, en aquella ventosa primavera de 2013.

Hasta hace cuatro años atrás, en la ciudad serrana era común observar esas casas y calles que por dos décadas estuvieron abandonadas.

El paso tiempo erosionaba la infraestructura y la necesidad habitacional crecía en Sierra Grande de la mano de las cíclicas crisis económicas.

Fue en ese momento en que alrededor de 90 familias tomaron la decisión de usurpar las viviendas que formaban parte del natural inventario que ofrecía la ciudad.

En Sierra Grande “las tomas”, a diferencia de otros centros urbanos, no fueron sobre terrenos baldíos en los que levantaban casillas. Aquí fue sobre una batería de departamentos y casas que estuvieron abandonados por décadas después de que en el año 1992 cerró la empresa Hipasam (Hierro Patagónico Sociedad Anónima).

La primera toma se dio en 2013, justo el día del cumpleaños del pueblo, el 19 de octubre. A la misma hora en que el entonces intendente Renzo Tamburrini y el gobernador Alberto Weretilneck anunciaban en un acto la refacción de esos módulos varias familias jóvenes se metían con lo puesto, incluso sin que las viviendas tuvieran aberturas ni servicios.

Al principio se ocuparon 20 departamentos que correspondían a la empresa estatal Hiparsa, que liquida terrenos e inmuebles de la ex Hipasam.

A las horas estaban los 48 departamentos usurpados.

Los ocupantes impusieron nombre al lugar y lo llamaron “Villa Esperanza”.

El primer invierno fue duro porque no tenían nada, una fogata comunitaria calentaba al anochecer. Siempre una bandera argentina los acompañó en su resistencia.

No pasó mucho tiempo hasta que el estado provincial dio respuesta a esas familias, porque el factor común era que realmente necesitaban las viviendas.

La mayoría tenía hijos y había trabajadores que no habían tenido la posibilidad de obtener una casa. Y en definitiva el plan del gobierno era reparar y vender esas casas.

El año pasado tuvieron la chance de firmar un contrato con Hiparsa, que no tuvo otro remedio que otorgarles en comodato los inmuebles.

A esa altura los mismos vecinos habían equipado las edificaciones y realizado instalaciones internas. Con el aval provincial podían sentirse en casa y pedir los servicios.

“Villa Esperanza” es un módulo de departamentos que algunas vez – en la década del 70 y el 80 – estuvo ocupado por mineros y sus familias, cuando cerró Hipasam, los C2 (como también se les conoce), quedaron abandonados.

El caso estaba en la justicia y para destrabar la situación el Estado provincial se valió de un facilitador judicial que convocó a un proceso de conciliación de las partes – Hiparsa (en liquidación) y los habitantes de los módulos.

Los edificios en cuestión estaban abandonados, sin servicios y destruidos. Habían quedado así desde el cierre de Hipasam.

Al principio recayó sobre los ocupantes una denuncia por presunta usurpación en el Juzgado Nº 4 de Viedma, pero de allí no se movieron.

Según el último censo, en el lugar que hizo Hiparsa en la actualidad conviven 240 personas de las cuales 110 son niños.

“Río Negro” recorrió en los últimos días los módulos y en ellos abundan trabajadores que lo único que necesitaban era un techo digno y quieren pagarlo.

Un dato a destacar es que varias de las familias que hoy habitan los módulos no son en algunos casos los que usurparon al principio.

“Vine hace seis años de San Antonio, pero hace dos que estoy acá en los módulos, no estuve en la toma al principio”, narró un padre de familia que no quiso dar su identidad.

Otro vecino dijo que había llegado con su familia desde Cona Niyeu, también hace un par de años.

Hoy el barrio va cobrando fuerza por sus propios vecinos, el sitio está más limpio y se preocupan por convivir de la mejor manera.

El “barrio chino”, la usurpación de viviendas de la minera

Opinión

Ausencia estatal y alquileres caros

El dato

“Estoy ansiosa porque quiero empezar a
pagar, quiero
tener mi casa
como
debe ser”.

Trinidad Tolosa, una de las habitantes de Villa Esperanza.

“Fui uno de los primeros que
entré acá, por necesidad, antes vivimos siete
meses en una carpa”.

Américo Vandebenito sufrió el incendio de su vivienda.

leelo en www.rionegro.com.ar

80

casas se construyeron en 20 años a través de planes estatales en Sierra Grande. Hay otro plan de 40 casas trabado en la justicia.

Datos

Otra de las tomas de Sierra Grande está al lado de “Villa esperanza”. Allí las calles siguen solitarias, pero las 44 casas que están usurpadas son propiedad privada, de la empresa minera china MCC que las compró a Hiparsa, heredadas de Hipasam. Estas casas también estaban sin aberturas ni servicios.
La empresa reparó la mitad, donde ahora viven trabajadores de la empresa.
La otra parte estaba destruida y componía una típica postal de pueblo fantasma.
Justo el día en que la minera había enviado a limpiar esas casas, el 22 de abril del año pasado, los trabajadores se encontraron con las primeras usurpaciones.
El primer día a la mañana había apenas una decena de viviendas ocupadas y a medida que pasaban los minutos llegaban otros con la misma intención. Al final del día estaban todas las casas usurpadas.
Esta nueva ocupación desnudó la gravísima crisis habitacional que golpea en Sierra Grande desde hace años.
En este caso es más difícil para sus moradores.
Al principio solo había
paredes y techo. Eso sí, las estructuras eran fuertes, tienen enormes patios cerrados con paredón y espacio para vehículos.
Muchos compraron nuevas aberturas, pusieron cerámicos y armaron los baños. El detalle es que aún no tienen servicios.
Toda su vida vieron esas casas abandonadas. Algunos incluso desde muy pequeños.
Y ante la notoria ausencia del Estado para dar soluciones a la demanda habitacional, no resulta extraño que las usurpaciones no sucedieron antes.
Como será la necesidad que en dos años usurparon dos barrios, lo que equivale a 92 casas y a cerca de 400 personas.
Al principio, cuando se generaron “las tomas”, eran matrimonios muy jóvenes con esposas embarazadas que estaban viviendo con sus padres o soportando la odisea de alquilar. Hoy hay de todo.
Lo poco que aporta el Estado, sigue siendo escaso. Los planes nacionales en 20 años aportaron apenas 80 nuevas viviendas. Y un programa inconcluso que está en la justicia como es “Techo Digno”, que se demora entre juzgados y acusaciones y con suerte recién el año que viene podrá agregar otras 40 nuevas casas, con una larga lista en espera.
Los gremios tampoco han podido avanzar con viviendas para sus afiliados.
Solo los que alquilan saben lo difícil que es conseguir una casa o departamento en condiciones y a precio razonable a los sueldos, por ejemplo de los municipales.
El negocio de los alquileres, por la exagerada demanda, ha crecido de manera descomunal, como también la falta de controles entre lo que se cobra y lo que se ofrece.
48
módulos habitacionales fueron usurpados en 2013, el día del aniversario de la ciudad. Llevaban 20 años abandonados
“Estoy ansiosa porque quiero empezar a
pagar, quiero
tener mi casa
como
debe ser”.
“Fui uno de los primeros que
entré acá, por necesidad, antes vivimos siete
meses en una carpa”.
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