Adiós al creador de “Clemente”

Caloi dibujó su popular personaje desde 1973.

“Según los científicos va a yegar un día en que el universo va a morir”. Triste ironía, eso fue lo que dijo Clemente, con su clásica verba porteña, en la contratapa del diario “Clarín”, justamente ayer, el mismo día en que su creador, el dibujante, humorista e historietista Carlos Loiseau, el “Negro” Caloi, moría, a los 63 años, víctima de un cáncer. Y sí, para Clemente, ayer murió su propio universo. Y para los seguidores de sus entrañables personajes y sus grandes ocurrencias, sin dudas también se ha ido una parte de el.

A través de más de 10 mil tiras, Caloi le tomó el pulso cotidiano a una ciudad que adoptó como propia -salteño de origen y porteño por elección- y a un país. Con el dibujo y unas muy pocas palabras contó con humor, ironía e inteligencia, una historia marcada por desventuras en tiempos de dictadura y por esperanzas con la llegada de la democracia.

De todos sus trabajos, será seguramente Clemente la herencia de Caloi que más recordaremos. Clemente es el más porteño de todos, amante del fútbol, compañero de los hinchas en cada Mundial, fanático de las aceitunas, lleno de ironías y con su extraño y pequeño cuerpo, incluso ganador de una pulseada.

Aquello fue en 1978, cuando Argentina organizaba el Mundial de Fútbol. En aquellos turbulentos días, Clemente -sí, Clemente, un personaje de historieta- le ganó la famosa “guerra de los papelitos” a José María Muñoz. Es que, mientras el relator radial oficialista pedía a los hinchas que no tiren papelitos porque era una mala costumbre que daba una mala imagen de los argentinos en el exterior, el muñeco amarillo lo desafió desde su tira: “Tiren papelitos, muchachos”. En el primer partido la lluvia fue tímida, pero en la final contra Holanda, fotos y filmaciones son la prueba irrefutable de cómo un personaje de historieta, alter ego de tanto futbolero apasionado, le ganaba por goleada a la prohibición, y aún se pueden en las imágenes de los goles de Mario Kempes en aquel Monumental repleto.

En plena veda democrática, Clemente organizó la primera “elección libre” para bautizar a la Mulatita, y después siguieron sus comentarios respecto de Martínez de Hoz, el FMI, Malvinas, el fútbol siempre, el Clementosaurio, la vuelta a la democracia, Alfonsín, la hiperinflación, Menem, las privatizaciones, de la Rúa, Cavallo, las cacerolas, Duhalde.

Este entrañable personaje nació en 1973, cuando finalizaba la dictadura de Lanusse y volvía Perón. Caloi quiso “hacer una tira suelta, libre, fresca y con mucho absurdo” que empezó llamándose “Bartolo, el maquinista”, en alusión al entonces protagonista, un conductor de tranvía. Pero ese extraño ser sin manos, una suerte de pájaro a rayas amarillas y negras que no podía volar, y que con el tiempo perdería el pico, le ganó la partida de la popularidad.

“El golpe de 1976 fue decisivo -contó Caloi en su momento-; quebró la Argentina y condicionó la tira: como la censura era grande tuve que desarrollar la vida interior de la historieta ya que no había posibilidad de abordar temas políticos” y así fueron surgiendo el Negro de Camerún, la Mulatona, Mimí o Jacinto entre otros.

Curiosamente, hincha de River, Caloi instaló a “su Clemente” como fanático de Boca. Eso no le hizo ganarse el odio de los suyos. Los jugadores de River lucieron el león que diseñó el propio Caloi para la camiseta campeona de 1986.

Admirador de Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal y el español Machado, amigo de Joan Manuel Serrat, reconoció entre sus maestros a Quino, Bataglia, Oski, Cané, Lino Palacio, Prats, Breccia, y también a Crist, Tabaré y Roberto Fontanarrosa. Caloi, padre además del dibujante “Tute”, fue declarado personalidad destacada de la cultura y “Clemente” fue nombrado patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires. Un homenaje merecido para un personaje que nos acompañó durante 40 años y que desde ayer, se quedó huérfano.


“Según los científicos va a yegar un día en que el universo va a morir”. Triste ironía, eso fue lo que dijo Clemente, con su clásica verba porteña, en la contratapa del diario “Clarín”, justamente ayer, el mismo día en que su creador, el dibujante, humorista e historietista Carlos Loiseau, el “Negro” Caloi, moría, a los 63 años, víctima de un cáncer. Y sí, para Clemente, ayer murió su propio universo. Y para los seguidores de sus entrañables personajes y sus grandes ocurrencias, sin dudas también se ha ido una parte de el.

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