Aldea de montaña

Un enviado de VOY recorrió Palena, uno de los secretos mejor guardados de la Patagonia chilena. Entre flotadas, pesca de enormes salmones, saltos de agua y campos de veranada crece un circuito binacional que enlaza la aldea de montaña con otros pueblos a ambos lados de la cordillera.

“Acá no hacen falta museos, la historia sigue viva y se la cruza todos los días”, asegura la secretaria de Turismo, Graciela Carrizo, mientras señala a un lugareño que llega con su catango tirado por bueyes y con una carga de leña que guardará para el invierno. Las casas de madera pintadas de vivos colores, el contraste de los cerros siempre verdes y con la nieve coronando las cimas y el río de un turquesa increíble dan marco a un pueblito de montaña bien pintoresco, de 2.000 habitantes, a escasos 10 kilómetros de la frontera argentina, vecino a Carrenleufú y Corcovado, pero que conserva su identidad trasandina que se nota en el modismo del idioma, en costumbres campesinas como el rodeo y los arrieros, en la vestimenta de sus habitantes y en rasgos culturales que destacan una idiosincrasia muy particular. La economía regional estuvo siempre representada por la ganadería y la explotación de los bosques, aunque en los últimos años la conectividad de sus rutas con Esquel y Chaitén (punto de salida a Puerto Montt y Chiloé, en el Pacífico), ha facilitado que el turismo mundial descubra –poco a poco– el encanto de sus atractivos naturales. El circuito binacional proyectado con otros pueblos cercanos (argentinos y chilenos) ya está dando resultados: visitantes de todas las latitudes durante todo el año dan cuenta de la pesca incomparable de los enormes salmones del Pacífico, de los valles encajonados, regados por ríos y arroyos de espuma blanca que caen en cascadas desde las cordilleras, de los humedales y de las casonas y galpones enormes de un siglo de antigüedad que dan al paisaje un contraste de policromía irresistible para cualquier fotógrafo. En cuanto a las actividades y excursiones que se pueden desarrollar en la zona, tanto el río Palena como el lago Yelcho ya son conocidos a nivel internacional por la calidad de su pesca. Se suman las flotadas familiares por el curso hídrico (imperdible la salida desde el puente carretero y la llegada a la balsa del paraje El Malito), ofrecidas por un par de empresas locales. Los saltos de agua y los campos de veranada hacia el valle California merecen una tarde de reconocimiento y aventura, donde es posible detenerse en cualquier casa para tomar mate y compartir unas tortas fritas con la calidez propia de sus moradores. Allí se enterará en detalle que este sector durante algunos años estuvo en litigio de límites con Argentina, hasta que finalmente fue resuelto a través de un arbitraje de la reina Isabel de Inglaterra. Muchas familias quedaron divididas por la frontera, pero esta misma situación permitió que el conflicto se supere con rapidez, fortaleciendo los lazos de unión que siempre habían existido. A pocos kilómetros, junto al puente binacional de río Encuentro, se encuentra el monumento “La amistad”, de la escultora chilena Francisca Cerda, el que simboliza la unión entre dos pueblos hermanos. Una réplica del mismo se encuentra en la plaza Chile, en la ciudad de Buenos Aires. Cinco lugares dedicados a la gastronomía y unas 150 camas para el alojamiento turístico (cabañas, hosterías y hostels) componen la oferta básica en Palena, a lo que se suma algunos otros establecimientos que hallará en pleno campo o a orillas de algún río por parajes de nombres tan singulares como El Malito, El Diablo, El Tigre y El Tranquilo. Cómo llegar Hay que tomar como punto de partida la ciudad de Esquel (Argentina) y desde allí pasar por Trevelin (“El pueblo del molino” y la cultura galesa), a 20 kilómetros hacia el sur. Desde allí hay dos opciones: la primera es cruzar la frontera por Los Cipreses (50 kilómetros) y llegar por pavimento hasta el pueblito de Futaleufú (que es muy pintoresco), para seguir otros 40 kilómetros de camino consolidado (en buen estado), bordeando el río Futaleufú (“Meca del rafting mundial”) hasta su desembocadura en el lago Yelcho. Restan otros 40 kilómetros desde Puerto Ramírez, serpenteando entre montañas y paisajes hasta encontrarse de pronto en Palena. Por el otro lado, desde Trevelin hay que seguir la Ruta 17 hasta Corcovado (60 kilómetros, se está pavimentando) y desde allí otros 25 hasta Carrenleufú (donde tendrá una vista incomparable del pueblito, al fondo del valle, y del hito fronterizo). Otros 10 kilómetros asfaltados lo dejarán enseguida en el corazón de Palena. En uno u otro sentido, desde Esquel hay que estimar unas dos horas de viaje porque siempre hay excusa para detenerse y sacar la foto de recuerdo. En el pueblo En la feria de los sábados, donde se encuentran artesanías típicas de la zona como tejidos en lana y trabajos en madera, se suma un grupo de productoras de las áreas rurales que llegan con sus verduras y frutas de estación, quesos, chicha, envasados y empanadas que ofrecen a los visitantes en la plaza del pueblo. Cerro La Virgen: vigilando la comuna se alza este santuario en el mismo corazón del casco urbano. Desde allí se puede apreciar la zona más antigua de Palena. En los últimos años se ha transformado en un lugar de devota peregrinación, siendo además un mirador privilegiado, que entrega al visitante una panorámica privilegiada de la ciudad. Cerro La Bandera. El punto mirador más alto de Palena. Se obtiene una vista espectacular que permite observar toda la cuenca del río Palena, desde su paso por Argentina hasta 20 kilómetros aguas abajo. Cerro La Cruz. Una hermosa talla en madera nativa corona el sector más antiguo de Palena y el entorno del pueblo. También se puede observar la cordillera Novoa, el cerro La Campana y el río Palena (pida conocer allí la historia del rey Zurc y el pueblo de Anelap). El complejo del Club de Rodeo Alto Palena es otro sitio de interés. Allí, en distintas ocasiones durante el año se dan cita los mejores exponentes del deporte por excelencia del campo chileno. Pesca y excursiones A orillas del lago Yelcho y rodeado por la desembocadura de los ríos Futaleufú y El Malito, el poblado de Puerto Ramírez es uno de los centros más importantes para la pesca deportiva de la zona. Se puede practicar las modalidades de floting (en tubo), pesca de orilla y de embarcación. En el kilómetro 15 desde Puerto Ramírez hacia Palena se encuentra El Salto. Justo en el puente se inicia una senda de trekking hasta la impresionante caída de casi 100 metros. En el acceso a la Reserva Nacional Lago Palena es posible llegar al valle del río Azul, ideal para una cabalgata de unas 3 horas en medio de la belleza natural exuberante. Desde El Malito, donde el paisaje es hermoso y la pesca es abundante, se accede al sector El Diablo (kilómetro 10), hermoso y selvático valle, pero el ingreso vehicular es de ocho kilómetros solamente. Se ofrecen cabalgatas hasta las lagunas La Golondrina y Negra (tres a cuatro horas), donde se puede practicar pesca con mosca. También por este valle se puede acceder al valle El Tranquilo (siete a ocho horas) Se recomienda ingresar al valle El Diablo con guías, especialmente para cabalgatas. Se ofrecen paseos por el sector hacia veranadas, posibilidad de participar en el arreo de ganado (en verano y otoño) y paseos hacia el nacimiento del río El Diablo. LAGO YELCHO Ocupa un primer plano dentro de los paisajes regionales, coronado por grandes farellones profundamente labrados por los hielos a través de los cuales corren numerosas cascadas de deshielos. La densa vegetación está compuesta por una gran variedad, donde destacan el coihue, ulmo, olivillo, canelo, avellano acompañado por un rico sotobosque. Los ríos Futaleufú y Malito se juntan con este lago formando zonas pantanosas llamadas vegas cuyos bosques inundados recuerdan cuentos de bosques encantados. Este paisaje se extiende hacia el sur unos 20 kilómetros hasta los sectores El Diablo y El Malito, dos pequeños valles cubiertos por bosques siempre verde, coronados por grandes macizos descubiertos en cuyas cumbres se encuentran las veranadas, con lagunas y pastizales donde los campesinos llevan su ganado durante el verano. Desde El Malito y tras una pronunciada cuesta empieza el sector de Alto Palena, un valle de lomajes suaves y algunas terrazas donde se desarrollan cipreses y coihues coronados en la parte alta por lengas y ñires que en marzo y abril encienden la montaña con su otoñal color rojo intenso. Hacia la frontera con Argentina el paisaje no varía mucho, se hace cada vez más seco y predominan ñires y lengas. En el otoño es un paisaje multicolor digno de grandes postales. (AEB)

Fotos de Fernando Bonansea

Chile


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