Alejandro Urdapilleta: la literatura en voz alta 

El actor y escritor Alejandro Urdapilleta acaba de editar "Vagones transportan humo", un libro que reúne textos que él mismo interpretó en teatro y otros inéditos, que componen un mosaico del ridículo nacional de los años "80 y "90. El autor uruguayo es representante del nuevo teatro argentino y asegura que para este libro colaboró ampliamente Jorge Dubatti, quien con su esposa ordenaron y organizaron el caos de sus anotaciones, donde el tema es el sexo y la muerte.

Buenos Aires (Télam).- Alejandro Urdapilleta -como Osvaldo Lamborghini, Copi, Néstor Perlongher y hasta César Aira- cultiva una literatura a medio camino entre el realismo y el humor negro, tributaria del sainete y del grotesco antes que del canon que suele organizar la lectura de la literatura argentina.

En «Vagones transportan humo» -recién publicado por Adriana Hidalgo editora-, el actor reunió textos (algunos representados en teatro, la mayoría inéditos), que componen un mosaico del ridículo nacional de los 80 y 90.

«Los textos son los mismos que interpreté, incluso a algunos le faltan cosas, partes enteras, agregados que fueron usados para la representación y que no tenía mucho sentido publicarlos. Y el resto son inéditos», dijo el autor.

«Hay algunos de los que sólo quedó el esqueleto, podría decirse… Otros están completos, el monólogo que hace «Bebeto» en «Recuerdos son recuerdos» por ejemplo. Está sin tocarle una coma», agregó.

Urdapilleta nació en 1954 en Montevideo (Uruguay); es uno de los representantes más importantes del nuevo teatro argentino (el que nació después de «Teatro abierto»).

A partir de 1984 comenzó a participar -junto a Batato Barea, Humberto Tortonese y otros-, en el llamado circuito «underground» porteño, hasta comienzos de los 90; junto a Tortonese participó durante dos temporadas del programa de Antonio Gasalla.

Entre sus piezas se destacan (como guionista e intérprete), «Alfonsina y el mal», «El método de Juana», «La Carancha», «Mamita querida», «Poemas decorados», «Carne de chancha» y «La moribunda», entre otras.

Urdapilleta cuenta: «Jorge Dubatti se encargó de ordenar y seleccionar el material. Yo tengo montones, pilas de cuadernos. Estoy siempre anotando cosas, ideas, ocurrencias, pero no tenía tiempo para organizar ese caos».

«Pero bueno, él insistió, y se ocupó. El y la mujer. Leyeron mucho, pasaron en limpio los textos y tipearon -yo escribo a mano- hasta dar con el conjunto», dice el actor devenido narrador-poeta.

En «Vagones…» figuran piezas como «La Mamaní» o «La luna», de mediados de los 80; otros, «Diario de Karmen» o «La intergaláctica», corresponden a un período de producción reciente.

¿De qué trata, por decirlo así, la literatura de Urdapilleta? De aquello que -según el gran Juan Rodolfo Wilcock- era lo único importante: el sexo y la muerte.

«Es cierto que son textos escritos -o mejor, pensados- para la voz, para el teatro. Pero cuando los leés (y te reís y todo) es literatura, es poesía, aunque yo no tenga -ni tuve nunca, hay que decirlo- aspiraciones de escritor».

«Pero finalmente», completa, «todo eso es poesía, los cuentos, los poemas, los monólogos… por lo general, me salen de manera más o menos automática, aunque después los trabajo y retrabajo».

¿Algún método a la hora de componer? «Bueno, tampoco un método (risas). Simplemente escribir, estudiar y decir -directamente- adelante del público… Ajusto los textos de acuerdo a la respuesta, agrego y saco cosas. Eso es todo, que no es poco», precisa Urdapilleta.

El libro se completa con dibujos del propio artista; un lejano eco del primer Picasso y de Grosz: «Los personajes son medio como los cuentos grotescos, deformes, exagerados».

«Escribo todos los días una suerte de diario, notas y notas, listas y listas; hay series sobre el botánico, en el libro hay dos… porque trabajo así, de tema en tema y hago series».

En cuanto a su filiación literaria, Urdapilleta no está nada seguro. «A Copi lo descubrí tarde. Coincido con su forma de ver, con una especie de visión de los valores ridículos que organizan al mundo; Lamborghini me gusta mucho, pero es una literatura muy violenta, mucho más violenta que la mía», dice.

«Este libro tiene un destino: será una crónica de ciertas prácticas -teatrales, literarias, existenciales- de los 80, un documento de esa década, y un homenaje, si se quiere, a muchos de los que ya no están», concluyó. 


Buenos Aires (Télam).- Alejandro Urdapilleta -como Osvaldo Lamborghini, Copi, Néstor Perlongher y hasta César Aira- cultiva una literatura a medio camino entre el realismo y el humor negro, tributaria del sainete y del grotesco antes que del canon que suele organizar la lectura de la literatura argentina.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora