Alonso y el desafío de explorar nuevos límites

Fernando Alonso mira por la amplia ventana de su despacho y ve los aviones nuevos que reposan sobre la pista, listos para ser entregados. Son A340, inmensos; A330, de tamaño medio, y A320, más pequeños. Alonso -el primer español al que contrató la poderosa fábrica aeronáutica europea Airbus- empezó a trabajar aquí como piloto de pruebas e ingeniero hace 22 años, y ha ascendido hasta ser director de pruebas en vuelo. «Para mí, el A380 es un sueño», dice Alonso, un hombre de 49 años, de aire serio para ser madrileño, cálido y afectuoso para ser europeo. «He seguido el desarrollo de este avión de principio a fin. ¡Lo he visto todo! Y ahora soy el responsable de su puesta a punto definitiva».

La delicada, ardua y peligrosa tarea de Alonso y su equipo consiste en volar en esos aviones de prueba. Ayer fue el primer día. Pero, lo que Alonso llama «la campaña», podría durar más de un año y tiene tres fases. «La primera es conocer el avión en vuelo. Aumentamos gradualmente la velocidad; por ejemplo, alcanzamos velocidades que superan con mucho los límites obligatorios de los pilotos comerciales».

Luego se someterá a los aparatos a pruebas cada vez más duras para comprobar su resistencia al exterior. Volarán a 45 grados en el Sahara y a 45 bajo cero en el norte de Canadá. Aterrizarán y despegarán a 4.600 metros de altitud, en La Paz. Aterrizarán en pistas inundadas, con 10 cm de agua. Atravesarán nubes de hielo par congelar las alas todo lo posible.

Una de las cosas más terroríficas que harán es despegar con la punta de la cola tocando el suelo y produciendo chispas. «La idea es ver con qué grado de lentitud es posible ir durante el despegue». Todavía más aterradora es la costumbre de disminuir deliberadamente la velocidad del avión en el cielo hasta que está por debajo de la velocidad necesaria para volar.

«Desaceleramos y desaceleramos hasta que el avión se detiene, perdemos el control. Entonces, el aparato vibra; después cae el morro, el avión empieza a dar vueltas y hacer tirabuzones, luego viene la caída libre», dice y agrega: «En ese momento hay que acelerar, cosa que hacemos mientras el avión está cayendo, y recuperamos el control. Esta maniobra la hacemos enseguida, porque es importante saber en qué momento se detiene el avión para poder establecer las velocidades apropiadas y seguras de despegue y aterrizaje. Este tipo de mecanismos del avión sólo se pueden probar en el aire. Lo que hacemos es explorar los límites del aparato e ir un poco más allá para poder definir otros límites, muy por debajo de esos que los pilotos comerciales no deben superar jamás». (El País)

Nota asociada: El avión de pasajeros más grande de la historia realizó con éxito su primer vuelo  

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