Andrés Rivera, atravesado por la historia

Buenos Aires, (Télam). En «Para ellos, el paraíso», Andrés Rivera construye una tetralogía de nouvelles -tres reescritas y una inédita- que abordan a través de sus protagonistas distintas circunstancias políticas de la historia argentina.

«Hay libros que dibujan el presente cuando hablan del pasado; estas cuatro nouvelles hablan de un país, de unos personajes de ese país y por qué no de sus derrotas», manifestó Andrés Rivera.

«Aunque las cuatro están atravesadas por la cuarta, por la historia de Guido Fioravanti -apuntó-, un dirigente de los obreros de la construcción en los años 30; hombre que conocí de chico y cuya estatura política, moral, e incluso cuyo coraje físico, admiré».

Publicado por Alfaguara, el libro se compone de los siguientes textos: «Cita», una novela publicada en 1966 que sufrió incesantes reescrituras; «Apuestas», publicada unos veinte años después; «Para ellos, el paraíso», editada en 1989 bajo el título «Los vencedores no dudan»; y la inédita «Guido» que cierra y unifica el volumen.

«Hará como dos años, cuando ya la Argentina que conocimos empezó a desplomarse, encontré la tarjeta que aparece en la novela y me puse a trabajar con el fervor de años mejores; a medida que avanzaba aparecieron esas otras tres nouvelles y se me ocurrió que el personaje de Guido bien podía atravesar esos mundos», explicó el autor.

Guido Fioravanti, el personaje en cuestión, fue un albañil italiano, secretario general de la FONC (Federación Nacional de los Obreros de la Construcción), a quien mediante la aplicación de la ley de Residencia se entregó a la policía mussoliniana y se lo confinó en la isla de Lipari.

«Se trataba -precisó- de la famosa ley 4144 implantada por el conservadurismo que despachaba a sus países de origen a los extranjeros considerados «subversivos»; se los enviaba con lo puesto, claro, porque no poseían más bienes que sus convicciones y su coraje».

«Fue así que se me apareció la imagen de ese hombre que yo escuchaba de chico relatar cómo y por qué caen de los andamios hombres sin edad a los que se llama albañiles, encerrado en su prisión de altamar, mientras en Buenos Aires ocurre o deja de ocurrir los que esas breves novelas narran», contó.

Sobre la reescritura de los tres textos restantes, el autor afirmó que fue una labor de variado destino: «mientras que en «Apuestas» los cambios fueron muy escasos, en «Cita» o en «Para ellos, el paraíso» trabajé muchísimo; aun a último momento sobre las pruebas de galera limpié muchísimas líneas».

«Curiosamente, al margen de que quitarles retórica las haya hecho novelas más secas y a mi gusto más sólidas, muchas veces los cambios formales me llevaron incluso a modificaciones en la propia historia».

El dato no es menor si se considera al autor del «El farmer» como alguien que ha logrado un estilo literario propio, casi una marca literaria, y como tal, sujeta a imitaciones de diversos tonos.

Rivera las toma como un halago: «También se imita a Borges y nadie es Borges, pero creo que quienes lo hacen en algún momento encontrarán su propio estilo, así como también Borges empezó con destellos de ciertas modas literarias hasta hallar un modo propio».

«El riesgo mayor -ironizó- es terminar imitándose a sí mismo, pero por ahora no sé escribir de otro modo».

Cuando dice ahora, se refiere a una novela sobre el general José María Paz que viene urdiendo desde 1974 sin que aún haya dado con el tono.

«Me parece un personaje de una talla tal que merece ser escrito: fue un conservador y al tiempo un republicano a ultranza, cuando todos, incluido el propio Belgrano, creían que este país precisaba una monarquía para salvarse del caos: fue una especie de Sarmiento con uniforme».

Según el escritor, la historia giraría sobre el Paz a punto de morir, cuando es prisionero de Juan Manuel de Rosas «quien tuvo la generosidad de darle la ciudad de Buenos Aires por prisión y devolverle el grado de general».

«Lo veo frente al río mirando Montevideo, mirando la libertad; y quiero dejarlo ahí toda la novela e ir intercalando a ese Paz que carga su brazo inútil desde las guerras de la Independencia, con el ilustre Paz de las medallas de latón por todo el pecho», anticipó.