“Aprender, algo inteligente y necesario”

La carta destacada

Días atrás se hizo una evaluación del rendimiento del sistema educativo, que sabemos está en crisis.

Fue algo inteligente y necesario, y por eso llamó la atención que el ministro de Educación y la evaluación misma fueran criticados por quienes antes no habían levantado su voz ante la vergonzosa inacción de las autoridades precedentes, que se limitaban a ver pasivamente el agravamiento de la tragedia educativa y aceptaban como brillante respuesta y solución una computadorita china y la disminución de la autonomía de los directivos escolares con reglamentaciones vergonzosamente demagógicas y garantistas.

Se hablaba de la defensa de la escuela pública en forma cínica, pues era de absoluta evidencia que hasta las familias de escasos ingresos desertaban hacia la educación privada y el ministerio no hacía absolutamente nada para desalentarlas.

Hoy muchísimos chicos manifiestan dificultades en la lectoescritura, la comprensión de textos es dificultosa o nula, el nivel de matemáticas es muy bajo, las deserciones son graves especialmente en secundaria y los bochazos en el ingreso a las universidades son alarmantes.

Se imponía hacer un estudio de la realidad que permitiera comenzar a buscar soluciones a este gravísimo problema. Sin embargo, algunos sindicatos que antes brillaron por su sospechoso silencio alegaron ahora sofisticados argumentos para oponerse a la iniciativa: “La evaluación es algo descontextualizado”. Baradel, de Suteba, afirmó que “reduce al mínimo la retroalimentación de las escuelas”, “la evaluación será estigmatizante para la escuela pública y será usada para castigarla o hacerla desaparecer a través de su privatización”, “los alumnos y maestros no fueron invitados a la elaboración de la evaluación”, etc.

Una enfermedad grave sólo podrá ser combatida a través de un meticuloso diagnóstico y de un tratamiento indicado por las personas más idóneas. Es estúpido romper el termómetro para evitar saber cuánta fiebre tenemos y es limitado lo que el enfermo puede sugerirle al especialista para recuperar la salud perdida. Y el problema es amplísimo: el nivel de exigencia a los alumnos y la necesaria disciplina, la preparación de los docentes, su miserable sueldo y su ausentismo, los edificios inadecuados, el bullying escolar, las relaciones con los padres de los escolares…

Oponerse a los buenos proyectos por razones políticas quita respetabilidad moral a sus críticos. La honestidad debe volver a ser un requisito indispensable para ser dirigente.

Humberto Guglielmin

DNI 10.401.180

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