Antecedentes de una revolución

Eran tiempos agitados, donde cada nación peleaba por emerger y ser protagonista de su propia historia. En nuestro país varias causas, tanto internas como externas, impulsaron a tomar la decisión de independizarse de España.

El 4 de julio de 1776 EE. UU. firmó el acta de Independencia del Imperio Británico, marcando el camino y la posibilidad de liberarse de las potencias europeas. Unos años después, el 14 de julio de 1789 se produjo la Revolución Francesa, con ideas de pensadores que sostenían que los gobiernos debían ser elegidos por el pueblo, único soberano.

En este contexto, en las colonias americanas se experimentaba una resistencia al monopolio español en el régimen comercial y se evidenciaba la disconformidad por la exclusión de los criollos de los cargos públicos.

La ola revolucionaria de las Américas había comenzado a manifestarse en 1780, en Perú, con la fracasada sublevación indígena encabezada por Tupac Amaru, que fue sentenciado a muerte.

Entre 1806 y 1807 se produjeron las Invasiones inglesas, tras lo que el pueblo tomó conciencia de su poder.

Mientras tanto, en España distintos hechos aceleraban los cambios. En 1808 abdicó Carlos V ante la intervención militar de Napoleón Bonaparte, que designó a su hermano como rey español.

El 25 de mayo de 1809 se produjo el levantamiento de Chuquisaca, en el Alto Perú. Un mes después, en Bolivia el pueblo depuso a las autoridades, pero los revolucionarios fueron vencidos y condenados a muerte.

También en 1809 se enfrentaron en Buenos Aires crillos y españoles porque estos últimos intentaban derrocar a Liniers.

En 1810 los franceses conquistaron la zona sur española y se disolvió la Junta Central de Sevilla, que resistía la invasión, lo que fue mellando el poderío español en las colonias y preparando el terreno para la Revolución del 25 de mayo de 1810.

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