La magia de praderas y pastizales: cómo armar jardines naturalistas en la Patagonia
En Villa La Angostura, ese paraíso entre lagos y montañas al suroeste de Neuquén, el ingeniero agrónomo y paisajista Sebastián Fauret se inspira en la naturaleza para diseñar jardines con alto porcentaje de plantas nativas y silvestres. De la proporción de gramíneas y florales a cómo pensar en capas, aquí comparte todo lo que hay que saber.

Cada vez que sale a recorrer Villa La Angostura y su entorno de bosques, cascadas y las plantas autóctonas que dan vida a esos jardines diseñados por la naturaleza que lo deslumbran, el ingeniero agrónomo y paisajista Sebastián Fauret vuelve a sorprenderse por ese paraíso agreste que se extiende frente a sus ojos al pie de las montañas y a orillas de los lagos, al suroeste de Neuquén y su magia cordillerana. Captar esa esencia, trasladarla a los jardines que diseña, es la clave de su día a día. Y una de las formas en las que se expresa esa búsqueda son las praderas y pastizales en el paisajismo, o el arte de trabajar con lo que la naturaleza ya sabe, como lo dice.

Aquí comparte con generosidad lo que sabe él, lo que aprendió en la Universidad Nacional de La Plata y todo lo que sumó en el camino desde que empezó a desarrollar proyectos para familiares y amigos. Con el tiempo, el paisajismo se convertiría en su oficio, siempre inspirado en los ecosistemas nativos de la Patagonia y la convicción de que los jardines no son postales estáticas; son para que cobren vida, son para vivirlos.

“Dentro del movimiento del paisajismo ecosistémico, los espacios verdes se diseñan tomando como punto de partida a la naturaleza y, especialmente, al entorno inmediato. Esto se traduce en trazos orgánicos, sueltos, que dialogan en armonía con lo que ya existe. Podemos pensarlo así: en estos jardines no buscamos controlar, sino acompañar, promoviendo biodiversidad y permitiendo que los procesos sucedan como en la naturaleza misma”, es su declaración de principios.

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Praderas y pastizales
Desde ese enfoque, el paisajista impulsa la presencia de flora y fauna local, aunque no de manera excluyente. “Proponemos diseños con un alto porcentaje de especies nativas y silvestres. Esto genera refugios para aves, polinizadores y mariposas, aportando funciones ecológicas reales al jardín”, dice.
Una de las propuestas que suele integrar a sus proyectos, siempre que el sitio lo permita, es la incorporación de praderas y pastizales como parte del sistema, en los dos casos con la presencia de gramíneas en su composición.

«La diferencia es que los pastizales están integrados casi por completo por especies graminosas, mientras que las praderas combinan gramíneas con florales en proporciones variables. Esta diversidad hace que las praderas tengan mayor riqueza estacional, mientras que los pastizales destacan por su uniformidad, movimiento y textura”, señala el ingeniero agrónomo y comparte algunas formas de establecer praderas y pastizales.
Pastizales espontáneos. “Una manera sencilla es dejar sectores de pasto sin cortar y permitir que se exprese el ‘paisaje oculto’ del lugar. Observar qué aparece, reconocer las especies y acompañar su evolución. Solo la diferencia entre pasto corto y pasto largo, con bordes bien definidos, ya genera un efecto de diseño potente, describe Sebastián una mañana de diciembre desde Villa La Angostura.

La Angostura.
Pastizal diseñado. Otra opción es trasplantar especies seleccionadas (principalmente graminoides) en alta densidad para lograr una apariencia natural y cohesionada. Se prepara el suelo y se integran los ejemplares buscando que el conjunto funcione como una comunidad, explica el ingeniero agrónomo.

Praderas florales. “Podemos pensar en una pradera pura desde semilla, compuesta por especies anuales o bianuales, o una pradera mixta, combinando gramíneas con florales. En esta última, podemos trasplantar plantas individuales en alta densidad o enriquecer un pastizal natural incorporando especies florales. Para la siembra, dado que muchas semillas son muy pequeñas, suelo mezclarlas previamente con sustrato, esparcirlas de manera uniforme, apisonar suavemente y luego regar”, dice.
Lo que aportan al diseño
Praderas y pastizales generan espacios de relieve suave, con vegetación baja y movimientos sutiles. Sueltan rigidez, aportan naturalidad y construyen paisajes dinámicos, describe Sebastián.
“En mis diseños, busco que estas propuestas contribuyan a la conservación, restauración y remediación del entorno. Me interesa que las especies elegidas no respondan solo a un criterio estético, sino que establezcan relaciones con la flora y fauna cercanas, formando parte de un ecosistema y no solo de un jardín”, agrega.
A continuación, comparte cuáles son las plantas que mejor se adaptan a ambas alternativas, cómo distribuirlas y cómo reconvertir un jardín.
Plantas ideales para pastizales y praderas
Ejemplos adaptables al clima cordillerano/Patagonia Norte y también a zonas templadas:

- Gramíneas estructurales. La columna vertebral: dan volumen, movimiento y textura. Se usan en grupos grandes y repetidos:
Calamagrostis x acutiflora ‘Karl Foerster’
Stipa tenuissima (Nassella tenuissima)
Stipa gigantean
Anemanthele lessoniana
Panicum virgatum (‘Northwind’, ‘Rotstrahlbusch’)
Molinia caerulea (‘Transparent’, ‘Moorhexe’)
Festuca pallescens “Coirón” - Floraciones livianas tipo “nubes”
Aportan aire y suavidad, no compiten con las gramíneas.
Gaura lindheimeri (Oenothera lindheimeri)
Verbena bonariensis
Verbena hastata
Nepeta × faassenii
Scabiosa spp. - Perennes rústicas de impacto. Florecen fuerte, dan estacionalidad y fijan color.
Salvia nemorosa (‘Caradonna’, ‘Ostfriesland’)
Salvia greggii / microphylla
Echinacea purpurea (‘Magnus’, ‘White Swan’)
Rudbeckia fulgida
Achillea millefolium - Especies contrastantes o de follaje especial para que el pastizal tenga “chispa” y profundidad.
Perovskia atriplicifolia (salvia rusa)
Santolina chamaecyparissus
Artemisia ‘Powis Castle’
Phormium tenax (formio, contrastante vertical)
Alliums ornamentales (lila o blanco) - Nativas patagónicas que funcionan excelente. Dan identidad local y son hiper rústicas.
Poa spiciformis
Festuca pallescens
Senecio patagonicus
Acaena magellanica
Cómo distribuirlas para lograr una pradera naturalista
- Pensar en “capas.” Tu pradera debería tener tres alturas:
A. Capa alta (1,2–1,8 m) – estructura
Gramíneas altas + perennes dominantes.
Ej.: Calamagrostis, Panicum, Stipa gigantea, Verbena.
Ocupan 30–40% del área.
B. Capa media (60–100 cm) – color e impacto
Salvias, Echinaceas, Achilleas, Perovskia.
Ocupan 40% del área.
C. Capa baja(20–50 cm) – relleno natural
Nepetas, Scabiosas, Gaura, Festucas, Santolina.
Ocupan 20–30% del área. - Distribución por “manchas” y no por líneas. Nunca pongas plantas individuales aisladas.
Hacé manchas irregulares de cinco, siete , nueve o más ejemplares. Repetí esas manchas tres o cuatro veces a lo largo del cantero para dar ritmo. - La regla de oro: 60 % gramíneas – 40 % florales. Garantiza naturalidad y bajo mantenimiento.
Cómo reconvertir un jardín en pradera/pastizal: paso a paso
- Diagnóstico del jardín . Antes de intervenir, definí: qué especies ya tenés, zonas de sol, media sombra, sombra real, suelos, etc.
- Definir el concepto del nuevo jardín. Elegí un rumbo claro, pradera suave, más colorida, más rústica, más estructural, paleta de colores, etc.
- Seleccionar que se queda y que se va
- Diseñar las “capas”.
- Trasplante, el paso siguiente
- Seguimiento y ajustes.
Mini bío
Sebastián Fauret es ingeniero agrónomo y paisajista naturalista formado en la Universidad Nacional de La Plata. Allí tuvo su primera experiencia profesional en la cátedra de Planeamiento y diseño del Paisaje.

Luego de los primeros proyectos para familiares y amigos con los años el paisajismo se convirtió en su oficio y medio de vida. Hoy trabaja en el diseño de jardines en los ecosistemas locales: integra dinámicas naturales y promueve la biodiversidad como eje central.
Contacto: @paina.paisajes / Fotos: Catleen Mac Donnell

Cada vez que sale a recorrer Villa La Angostura y su entorno de bosques, cascadas y las plantas autóctonas que dan vida a esos jardines diseñados por la naturaleza que lo deslumbran, el ingeniero agrónomo y paisajista Sebastián Fauret vuelve a sorprenderse por ese paraíso agreste que se extiende frente a sus ojos al pie de las montañas y a orillas de los lagos, al suroeste de Neuquén y su magia cordillerana. Captar esa esencia, trasladarla a los jardines que diseña, es la clave de su día a día. Y una de las formas en las que se expresa esa búsqueda son las praderas y pastizales en el paisajismo, o el arte de trabajar con lo que la naturaleza ya sabe, como lo dice.
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